¿Se puede escapar del pasado? Es una pregunta cuya respuesta reside en Que el tiempo nos encuentre de Teresa Viejo.
Aurora, el personaje principal de esta novela, trata siempre de olvidar aquello que marcó su vida, un suceso del cual solamente mantiene ideas vagas: el lugar, tétrico como ningún otro; y el desenlace, desgarrador. Así pues, acompaña siempre a Hugo, el vecino que conoce desde su infancia, y a los hijos de éste a Madrid, donde olvidará escasamente lo que quiere al conocer a un muchacho cuyas ambiciones escapan a su propia imaginación, Pablo, quien entre sus arrebatos egocéntricos le roba el corazón a cambio de una ordinaria esfera metálica.
La vida como niñera de los hijos de Hugo conduce a Aurora a viajar con ellos a México, lugar idóneo para aquellos españoles que no quieren ver su patria partida a la mitad en la década de 1930. En el viaje conoce a Edwina, quien dice ser una alemana con grandes ambiciones y cuyos baúles ocultan lo que el ayer será.
Aurora hace su vida en México, vive tranquila en Puebla, luego en Veracruz, luego de nuevo en Puebla y hasta en el Distrito Federal. Pero, ¿su pasado? No lo dejó en España, ni siquiera en México, lo carga adonde ella va, ya en el puerto rebosante de sonidos y olores, ya en el tráfico diurno de una ciudad prometedora. Incluso cuando parecía que había logrado el éxito de su vida y que todo marchaba viento en popa, el pasado le otorga una tremenda cachetada y provoca un derrumbe total.
Así también pasa con Edwina Schäfer, quien es más que una alemana: una persona que se divide al dividirse su país y que carga siempre su cruz, los baúles, cuyo contenido es de una vida que jamás podrá volver y, sin embargo, no puede dejar. Su pasado volverá para recordarle que se equivocó, que su existencia es mucho menos de lo que ella cree, que sus acciones estuvieron siempre equivocadas. Entonces Edwina, temerosa, asesina al pasado.
¿Y qué decir de Pablo Aliaga? Empecinado en encontrar las cintas de una película maldita que nadie quiere ver, grabada en los albores de un movimiento que marcó a España, a sus habitantes y a sus autoexiliados para siempre. Pablo morirá viejo, completamente solo, al comprender que el pasado que estuvo añorando que volviera no valía tanto como el presente que nunca vivió ni vivirá. El tiempo lo encontró y lo mató.