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Fragmentos de un pianista violento

Darío Bonheur Argentina


Personajes:

Mujer 1

Mujer 2


Escena I

Mujer 1: Conozco a ese pianista.

Mujer 2: Yo también lo conozco y sé que no conoce el mar.

Mujer 1: Porque no sabe nadar.

Mujer 2: Su mujer tampoco.

Mujer 1: Pero le gusta el mar, lo conoce.

Mujer 2: Es natural, estuvo allí muchas veces.

Mujer 1: En cambio él nunca estuvo allí.

Mujer 2: Debería conocerlo.

Mujer 1: Pero no sabe nadar.

Mujer 2: Pero conoce de natación.

Mujer 1: ¿Cómo estás tan segura?

Mujer 2: Colecciona revistas de natación, conoce de estilos y de récords.

Mujer 1: Es posible que conozca de natación entonces, pero no ha desarrollado la habilidad, por lo tanto no sabe nadar.

Mujer 2: Y nunca aprenderá, le tiene miedo al agua, le impresiona.

Mujer 1: A su mujer no le impresiona, de todos modos no sabe nadar, tampoco conoce de natación, de hecho esas revistas no le interesan.

Mujer 2: Al pianista tampoco le interesan, las compra con el afán de superar su trauma con el agua, pero sólo en teoría le han servido, ya que nunca lo ha llevado a la práctica.

Mujer 1: Pero a ella le gusta el mar, el olor, el ruido de las olas.

Mujer 2: Es lógico, de chica pasó todo los veranos en Mar Azul con sus padres, sus padres tenían casa allí, casa que luego ella heredó, por eso mismo ha querido convencer a su marido de ir a Mar Azul el próximo verano, ya que todos los anteriores, en el tiempo que llevan de matrimonio, han ido a la montaña.

Mujer 1: Él prefiere la montaña, nació entre montañas, más precisamente en la sierra.

Mujer 2: Por su profesión decidió vivir en Buenos Aires, además, el aire de Córdoba ya no le sentaba.

Mujer 1: El de la ciudad tampoco.

Mujer 2: Ningún aire le sienta últimamente.

Mujer 1: Por eso mismo debería intentar en Mar Azul.

Mujer 2: Si lo intenta es posible que se anime a radicarse allí entonces.

Mujer 1: No creo que fuera posible, es pianista y tiene que dar conciertos, además la rutina, el pueblo, le aburrirían.

Mujer 2: Tanto como el mar.

Mujer 1: Porque no sabe nadar.

Mujer 2: Quizá cambie de opinión cuando lo vea.

Mujer 1: Quizá pueda gustarle caminar en la playa.

Mujer 2: El pianista no conoce el camino más directo del centro del pueblo hacia la playa.

Mujer 1: ¿Vos sabés cuál es el camino más directo para ir a la playa?

Mujer 2: Sí, el de la derecha.

Mujer 1: ¿Segura?

Mujer 2: No.

Mujer 1: ¿Pero sabés o no sabés?

Mujer 2: Naturalmente, de chica yo también pasé allí todos los veranos.

Mujer 1: ¿Y cuál es el camino más directo entonces?

Mujer 2: El de la derecha.

Mujer 1: ¿Segura?

Mujer 2: No.


Escena 2

Mujer 1: Hay que seguir muy de cerca a ese pianista.

Mujer 2: Lo conozco bien y sin embargo hay momentos en los que actúa de modo imprevisible.

Mujer 1: Todo el mundo lo conoce bien, es famoso.

Mujer 2: Que sea famoso no significa que todo el mundo lo conozca.

Mujer 1: Todos saben quién es, lo conocen…

Mujer 2: Su mujer lo desconoce.

Mujer 1: No siempre.

Mujer 2: Las veces que vuelve borracho.

Mujer 1: Es natural que su mujer lo desconozca entonces, él pareció siempre un hombre bueno, nunca violento.

Mujer 2: Ahora bebe.

Mujer 1: Por eso se pone violento.

Mujer 2: Se pone violento aunque no beba.

Mujer 1: No era así mientras estaban de novios, él la buscaba en su Fiat 600, aún no era famoso, muy caballero, le regalaba flores, la invitaba a cenar y no permitía que ella pagara un centavo.

Mujer 2: Él es muy machista.

Mujer 1: Y tacaño, siempre la trae a lo de Chiche, el bodegón más barato de toda la ciudad.

Mujer 2: Y el más sucio.

Mujer 1: Ahora no tanto.

Mujer 2: La carne está grasienta.

Mujer 1: Pero no salada.

Mujer 2: No me gusta.

Mujer 1: Tampoco me gusta lo que estoy viendo.

Mujer 2: ¿Qué sucede?

Mujer 1: ¡Sh!, puede darse cuenta.

Mujer 2: Necesito ver…

Mujer 1: La provoca…

Mujer 2: ¿La provoca?

Mujer 1: Sonríe, sin dejar de mirarla, aprieta su mano.

Mujer 2: Ah… (Gesto de dolor.)

Mujer 1: Pone el pie entre sus piernas. (Ríe.)

Mujer 2: Su risa, puedo escuchar su risa.

Mujer 1: Ya no está enojado.

Mujer 2: Ella tiene un ojo morado.

Mujer 1: Pero él ya no está enojado.

Mujer 2: Ella no se siente bien, tampoco tenía ganas de venir a lo de Chiche.

Mujer 1: Él está contento, ella lo ha perdonado, es lógico que la invite a comer a lo de Chiche, como cuando eran novios.

Mujer 2: Chiche es más barato.

Mujer 1: Chiche es alegría.

Mujer 2: Aquí se van todas las penas del día…


Escena 3

Mujer 1: Somos vecinos, vivimos enfrente y Chiche está a tres cuadras.

Mujer 2: Pudimos volver rápido…

Mujer 1: El pianista y su mujer también.

Mujer 2: Para volver rápido es que él la lleva a lo de Chiche.

Mujer 1: Son dos desenfrenados cuando se encienden…

Mujer 2: Sólo él se enciende.

Mujer 1: Es la comida de Chiche, el condimento.

Mujer 2: ¿Estás segura?

Mujer 1: Sí.

Mujer 2: ¿Podrías afirmarlo?

Mujer 1: No.

Mujer 2: ¿Entonces?

Mujer 1: Nosotras también estamos encendidas cuando volvemos de Chiche.

Mujer 2: Son las paredes, todo se oye.

Mujer 1: Y el corazón palpita.

Mujer 2: ¡Ella grita!

Mujer 1: Él la excita.

Mujer 2: Le dice puta.

Mujer 1: A ella le gusta.

Mujer 2: Finge que le gusta.

Mujer 1: No le gusta cuando le dice puta y le pega.

Mujer 2: No le gusta.

Mujer 1: El pianista enojado y el pianista excitado, estamos hablando de contextos diferentes.

Mujer 2: No le gusta.

Mujer 1: Ella prefiere el segundo, cuando él le hace el amor.

Mujer 2: No le gusta.

Mujer 1: Aunque su ojo esté morado, el enojo de él se ha terminado.

Mujer 2: Entonces ella lo ha perdonado…


Escena 4

Mujer 1: ¡Cómo toca ese pianista!

Mujer 2: Es magnífico, grandioso.

Mujer 1: Grandioso y temperamental.

Mujer 2: Todos le aplauden, lo saludan, le piden autógrafos…

Mujer 1: Y él muy complaciente firma “Con amor”.

Mujer 2: Todos quieren tocarlo, tenerlo cerca…

Mujer 1: Y él disfruta, es la estrella. ¡Cuánto glamour!

Mujer 2: El buen gusto impresiona, el aire puro, perfumado…

Mujer 1: No será bueno el contraste, el aroma de la casa no será el mismo y el aire puro, perfumado, se habrá terminado, conozco a ese pianista…

Mujer 2: Y yo conozco a Solita, su perrita.

Mujer 1: No es del pianista esa perrita, es de su mujer, a él no le gustan los animales, menos esa perra de la calle y con ese nombre.

Mujer 2: Su mujer la encontró en la calle, abandonada y solita, por eso el nombre, por eso Solita.

Mujer 1: Le dio pena.

Mujer 2: Pena por una pena.

Mujer 1: La que tendrá que soportar luego si Solita ha ensuciado.

Mujer 2: Muchas horas encerrada, no ha salido en todo el día.

Mujer 1: A la vista entonces están las consecuencias.

Mujer 2: A él nunca le agradó esa perra.

Mujer 1: Sin embargo permitió que se quedara.

Mujer 2: Fue la culpa.

Mujer 1: De rodillas pidió disculpas, que lo perdonara, que no se daba cuenta del daño que hacía…

Mujer 2: Que la quería.

Mujer 1: Y que Solita podía quedarse si era el deseo que ella tenía.

Mujer 2: A simple vista el pianista no es tan malo.

Mujer 1: Al final entra en razones, se vuelve sensible, llora, se emociona, se arrepiente y allí anda por un tiempo enamorado y condescendiente con su mujer.

Mujer 2: Ella ahora no tiene motivos para quejarse.

Mujer 1: Logró que Solita se quedara en la casa y le hiciera compañía.

Mujer 2: Todo el día.

Mujer 1: Mientras él toca y toca ese piano.

Mujer 2: Ella cura las heridas.

Mujer 1: ¡Qué alegría!

Mujer 2: Se han terminado las penas del día…


Escena 5

Mujer 1: Hoy no será un buen día.

Mujer 2: Ella no tiene lista la comida.

Mujer 1: El pianista regresa cansado, agotado, ha ensayado con la orquesta todo el día.

Mujer 2: Ella también está cansada, agotada, ha limpiado y fregado todo el día.

Mujer 1: Duro oficio el de ser ama de casa…

Mujer 2: Para tan poco reconocimiento.

Mujer 1: Él la quiere en casa.

Mujer 2: Nada de oficina, nada de trabajar afuera todo el día…

Mujer 1: Nada le falta.

Mujer 2: Nada de cine con amigas.

Mujer 1: Son tontas y chismosas, ¿para qué las quiere?

Mujer 2: Ya no las tiene.

Mujer 1: Él ha logrado restringir su libertad.

Mujer 2: Ella no tiene otro modo de gastar el tiempo que no sea limpiando y fregando todo el día.

Mujer 1: Pero hoy no tiene lista la comida.

Mujer 2: Pueden pedir o salir.

Mujer 1: Está cansado, no quiere salir.

Mujer 2: Pueden pedir.

Mujer 1: Él prefiere la comida hecha en casa.

Mujer 2: Pero no está lista…

Mujer 1: Se va a enojar.

Mujer 2: Falta poco.

Mujer 1: Debería estar.

Mujer 2: Traigo algo para picar.

Mujer 1: ¡No quiero picar!

Mujer 2: Un vermout con aceitunas.

Mujer 1: ¡No quiero aceitunas, te voy a matar!

Mujer 2: Te dije que falta poco, te va a gustar.

Mujer 1: ¡Te voy a matar!

Mujer 2: ¡Ella grita!

Mujer 1: ¡Él toma un cuchillo, golpea con el mango!

Mujer 2: ¡En la cabeza!

Mujer 1: ¡Golpea con el mango!

Mujer 2: ¡Ella grita, pide perdón, por favor!

Mujer 1: Pero él golpea y golpea.

Mujer 2: ¡El oído!

Mujer 1: Sí, el oído le va a destrozar, el tímpano, tiene que aprender a organizarse con el tiempo y cumplir con los deberes de esposa como corresponde, es una mantenida, holgazana, no llegó a tiempo porque seguramente se distrajo con alguna novela insulsa que dan en la televisión.

Mujer 2: No encendió el televisor en todo el día, no tuvo tiempo, por favor…

Mujer 1: Por favor, por favor, hay que levantarse más temprano entonces.

Mujer 2: Se ha levantado a las 7:00. Todo tiene que hacerlo sigilosamente, que el pianista no se despierte, que no haya ruidos en la cocina.

Mujer 1: Cómo realiza las tareas no es asunto del pianista, ella debe tener todo listo, todo preparado, todo a tiempo, todo como el pianista se lo exija, para eso es la mujer del pianista.

Mujer 2: ¡Quedará sorda!

Mujer 1: Sorda.

Mujer 2: De dolor y de agonía.

Mujer 1: ¿Está lista la comida?

Mujer 2: Sí…

Mujer 1: Muy bien, ya es tiempo de terminar…

Mujer 2: En paz…

Mujer 1: El día…


Escena 6

Mujer 1: ¡Una fiesta deslumbrante, llena de invitados!

Mujer 2: Hace tanto tiempo que no asistíamos a una…

Mujer 1: ¡Moría de ganas por estar en esta!

Mujer 2: Sin invitación…

Mujer 1: Es lo de menos, aquí estamos.

Mujer 2: Una buena propina nos ha costado.

Mujer 1: ¡Más fuerte!¡No te han escuchado los de la otra punta!

Mujer 2: Ella no quería venir a la fiesta.

Mujer 1: Pero ahí está.

Mujer 2: Él la obligó.

Mujer 1: Es su deber, para eso es su mujer.

Mujer 2: Ella no conoce a nadie, se inhibe con tanta gente.

Mujer 1: En cambio él conversa con todos.

Mujer 2: Menos con ella.

Mujer 1: No puede tener con ella una conversación interesante, se aburre. Por suerte aquí son todos instruidos, intelectuales, que saben gozar del arte de la conversación.

Mujer 2: Ella sola en un rincón, mirando todo…

Mujer 1: Se mueve lentamente al compás de la música.

Mujer 2: Siempre le ha gustado mucho bailar.

Mujer 1: Pero nunca baila.

Mujer 2: A él no le gusta.

Mujer 1: Alguien se acerca, es un apuesto caballero.

Mujer 2: Conversan.

Mujer 1: ¿Le agrada la música?

Mujer 2: Sí.

Mujer 1: ¿Bailamos?

Mujer 2: No.

Mujer 1: Sólo una pieza, por favor…

Mujer 2: No.

Mujer 1: ¿Por qué no?

Mujer 2: Me compromete.

Mujer 1: El pianista interrumpe.

Mujer 2: Conoce al caballero, se saludan.

Mujer 1: El pianista presenta a su mujer.

Mujer 2: El caballero no sabía que era su mujer.

Mujer 1: Ahora lo sabe, pero insiste en bailar.

Mujer 2: Pide permiso al pianista para bailar con su mujer, su mujer no acepta, el caballero insiste y el pianista sin más dice:

Mujer 1: Vamos querida, es un amigo, no seas descortés.

Mujer 2: Y bailan…

Mujer 1: Con qué ganas ella baila.

Mujer 2: Le gusta tanto bailar…

Mujer 1: Y mientras…

Mujer 2: El pianista conversa.

Mujer 1: Y mira…

Mujer 2: Bebe champagne.

Mujer 1: Y mira…

Mujer 2: Está celoso.

Mujer 1: Y mira.

Mujer 2: Una pieza más…

Mujer 1: Una pieza más.

Mujer 2: El caballero baila muy bien, la sabe llevar…

Mujer 1: (Bruscamente se detiene la música). El pianista también la sabe llevar. ¡A casa!

Mujer 2: Ella no entiende.

Mujer 1: No entiende lo que no quiere.

Mujer 2: ¿Qué pasó de repente?

Mujer 1: Pasó que nunca debió haber aceptado bailar con el caballero.

Mujer 2: Ella no quería.

Mujer 1: Ella se moría de ganas por bailar y no le importó poner en ridículo a su marido delante de todo el mundo, a él que es toda una celebridad, los ojos de todos puestos en él. ¡Y viendo cómo su mujercita baila con otro!

Mujer 2: Ella pide disculpas.

Mujer 1: Tarde.

Mujer 2: No pensé que te incomodaría.

Mujer 1: Ése es el problema, no pensar…

Mujer 2: Y entonces…

Mujer 1: ¡Al baño!

Mujer 2: No.

Mujer 1: ¡Al inodoro!

Mujer 2: No.

Mujer 1: Te vas a ahogar en el inodora, puta de mierda.

Mujer 2: ¡Ay!

Mujer 1: 10-9-8-7-6-5-4-3-2-1. Te salvaste, por esta vez, te salvaste.

Mujer 2: Gracias.

Mujer 1: Está muy bien que me agradezcas, te perdono.

Mujer 2: Gracias.

Mujer 1: Pero la próxima vez hay que pensar, ¿no te parece?

Mujer 2: Sí.

Mujer 1: ¿Sí?

Mujer 2: Voy a pensar mejor.

Mujer 1: Muy bien, sabía que me ibas a entender.

Mujer 2: Sí.

Mujer 1: Y ahora, ¿sabés una cosa?

Mujer 2: ¿Qué?

Mujer 1: Me han dado unas ganas locas de bailar.

Mujer 2: ¿De bailar?

Mujer 1: ¿No te gusta bailar?

Mujer 2: Sí.

Mujer 1: Bailemos…


Escena 7

Mujer 1: Unas merecidas vacaciones son las que el pianista ha tomado.

Mujer 2: La gira ha terminado.

Mujer 1: Su mujer insiste ahora y como tantas veces con ir a pasar unos días a Mar Azul.

Mujer 2: Pueden alojarse en la casa que tiene allí, la que heredó de sus padres.

Mujer 1: Pero no logra convencerlo.

Mujer 2: Está a punto de convencerlo.

Mujer 1: Pero no lo logra.

Mujer 2: En algún momento le ganará por cansancio.

Mujer 1: No todavía.

Mujer 2: Está bien.

Mujer 1: Así es como el pianista comienza su primer día de vacaciones en su casa.

Mujer 2: En Buenos Aires.

Mujer 1: En la terraza.

Mujer 2: Terraza, sol…

Mujer 1: Él está feliz y tranquilo.

Mujer 2: Toma té en su sillón y contempla el aire de la ciudad.

Mujer 1: Suponemos.

Mujer 2: Ella abre la puerta, ingresa en la terraza…

Mujer 1: Y él se siente invadido, quiere estar solo, pensar solo, contemplar el aire solo.

Mujer 2: Ella trae buenas noticias.

Mujer 1: Ella debe ser más precavida.

Mujer 2: Ella busca un cambio en su vida.

Mujer 1: Que lo busque en otro lado, no en la terraza.

Mujer 2: Ella está enamorada de su marido, jamás podría querer a otro como quiere a su marido, pero le tiene miedo, teme por su vida.

Mujer 1: Tal vez esté exagerando.

Mujer 2: Cada vez se pone más violento.

Mujer 1: Van 5 meses que sólo la trata con amor.

Mujer 2: Igual le tiene miedo.

Mujer 1: Paranoias.

Mujer 2: Pensó en resguardarse.

Mujer 1: ¿Ah, sí?

Mujer 2: Pensó en embarazarse.

Mujer 1: ¿Ah, sí?

Mujer 2: Lo hizo.

Mujer 1: ¿Se embarazó?

Mujer 2: Y es esa la feliz noticia que trae al pianista, su marido.

Mujer 1: Que está en la terraza feliz y tranquilo.

Mujer 2: Tomando té en su sillón.

Mujer 1: Ella ingresa y dice:

Mujer 2: Amor, tengo una noticia.

Mujer 1: ¡Y qué noticia!

Mujer 2: Vamos a tener un hijo.

Mujer 1: ¡Infeliz! Es la primera reacción seguida de un cachetazo.

Mujer 2: No puede hacerle daño, está embarazada.

Mujer 1: No tiene palabras, el golpe siempre ha reemplazado a la palabra.

Mujer 2: Pensé que te gustaría tener un hijo.

Mujer 1: ¡Yo no quiero tener un hijo! Al pianista no le gustan los chicos.

Mujer 2: Pero se trata de su hijo.

Mujer 1: La toma del cuello.

Mujer 2: ¡No!

Mujer 1: La arrastra hasta el borde de la terraza.

Mujer 2: ¡No! La va a tirar.

Mujer 1: La tonta mujer debió pensar que embarazarse no era la mejor solución.

Mujer 2: Creyó que él se compadecería.

Mujer 1: Pero no.

Mujer 2: Que un hijo le agradaría.

Mujer 1: Cientos de veces le había dicho que no quería, pero ella se embarazó.

Mujer 2: Pensó que era su salvación.

Mujer 1: Y en el borde de la terraza…

Mujer 2: ¡La vecina de enfrente grita! (Pausa.)

Mujer 1: Él reacciona, la suelta, ella corre, baja las escaleras hecha una loca, en la vereda grita:

Mujer 2: ¡Nos quiere matar! ¡A mí y a mi bebé nos quiere matar!

Mujer 1: Él está muy arrepentido.

Mujer 2: La vecina hizo la denuncia.

Mujer 1: Te dije que no lo hicieras.

Mujer 2: Ella necesita protección.

Mujer 1: Te dije que no hay que meterse.

Mujer 2: Hay que denunciar, hay que decir basta, todo el mundo tiene que saber.

Mujer 1: Todo el mundo sabe, la sociedad sabe.

Mujer 2: No sabe.

Mujer 1: Sabe y lo avala, todo el sistema está hecho para que esto se repita y se repita, no hay que meterse.

Mujer 2: Pero alguien la tiene que ayudar.

Mujer 1: Al día siguiente ella lo va a perdonar, lo va a desmentir, a defender y él estará tan feliz que hasta va a decidir cuál será el nombre para su hijo, quiere un varón.

Mujer 2: Pero será mujer.

Mujer 1: Pero él quiere un varón.

Mujer 2: Veremos…

Mujer 1: Él tiene una agenda muy agitada en los próximos meses.

Mujer 2: En los próximos meses ella debe guardar reposo.

Mujer 1: Ella guardar reposo y él conservar la calma.

Mujer 2: Tomando té en la terraza.

Mujer 1: Cada mañana.

Mujer 2: Mientras ella canta una canción de cuna y piensa.

Mujer 1: Canta.

Mujer 2: Y piensa…


Escena 8

Mujer 1: Comienzan los días agitados del pianista.

Mujer 2: Comienzan los días finales de su embarazo.

Mujer 1: Horas y horas él ensaya un nuevo repertorio.

Mujer 2: Horas y horas ella teje y teje ropita para su bebé.

Mujer 1: Él está muy concentrado.

Mujer 2: Ella piensa sólo en su bebé.

Mujer 1: Los reportajes, los medios, las fotos…

Mujer 2: Piensa sólo en su bebé.

Mujer 1: El traje para el concierto…

Mujer 2: Sólo en su bebé.

Mujer 1: Los invitados…

Mujer 2: Su bebé…

Mujer 1: ¿Qué pasa con su bebé?

Mujer 2: Ha nacido, es una nena.

Mujer 1: Pero él quería un varón.

Mujer 2: Es una nena, se llama Irene.

Mujer 1: Pero él tenía elegido un nombre para su hijo varón.

Mujer 2: Es hermosa, pesa 3 kilos 700 gramos, tiene los ojos de su mamá. ¡Uh! Llora…

Mujer 1: Todas las noches llora.

Mujer 2: Le duele la pancita.

Mujer 1: El pianista no puede concentrarse.

Mujer 2: Llora.

Mujer 1: Las localidades de su concierto agotadas, tiene que tocar.

Mujer 2: Llora.

Mujer 1: ¡Tiene que tocar, descansar! ¡Los críticos!

Mujer 2: Llora

Mujer 1: ¡Los críticos lo van a destrozar si no descansa y se concentra!

Mujer 2: Llora.

Mujer 1: ¡Hacé callar a esa chica!

Mujer 2: Le estoy dando el pecho…

Mujer 1: ¡Hacela callar, te digo!

Mujer 2: No llore más mi chiquita, no llore…

Mujer 1: ¡Hacela callar o te mato!

Mujer 2: ¡No!

Mujer 1: Inútil, ni para criar chicos servís, inútil, vos querés que yo te mate.

Mujer 2: No, no, por favor.

Mujer 1: Conmigo vas a aprender.

Mujer 2: No.

Mujer 1: Sí, conmigo vas a aprender a hacer callar a esa chica.

Mujer 2: Por favor, mi bebé…

Mujer 1: Inútil.

Mujer 2: Un golpe.

Mujer 1: Imbécil.

Mujer 2: Dos golpes.

Mujer 1: Idiota.

Mujer 2: Tres.

Mujer 1: ¡Mierda! (Silencio. )

Mujer 2: Llora en cuclillas.

Mujer 1: Venga mi bebé, venga con papá, no llore, ya pasa, ya pasa… Mamá no se siente bien, vamos a dar un paseo, vamos a caminar… Mamá va a sanar… Mamá resiste…

Mujer 2: Y piensa...

Mujer 1: Resiste.

Mujer 2: Aquí están todas mis tristezas desplegadas y mi alma solita, solita yo, solita vos, solitas las dos, las penas se esmeran por calar más hondo así, caprichosamente, sin importarles que mi alma frágil se vuelva cada vez más diminuta, más escondida aquí en el fondo, ahogada en una lágrima que corre y corre, que no cesa. ¡Ay, almita mía! ¿Qué hacemos las dos chiquitas, perdidas? Ya no sé si seguir penando o terminar matando todo lo que duele, lo que asusta, lo que golpea… Nací falta de mí misma, los sueños que se esfuman… todo es dolor, todo duele, la vida…


Escena 9

Mujer 1: El concierto fue todo un éxito y el pianista ahora se regodea con las críticas.

Mujer 2: Ella da el pecho a su bebé y piensa.

Mujer 1: Todas han sido fabulosas.

Mujer 2: Piensa y piensa…

Mujer 1: Bartók interpretado como sólo un genio puede hacerlo, dicen los titulares.

Mujer 2: Piensa.

Mujer 1: La digitación, el fraseo y la expresión han sido extraordinarios.

Mujer 2: Matar o morir.

Mujer 1: Literalmente emocionó con la delicadeza de su fraseo en el segundo movimiento.

Mujer 2: Sólo piensa en su bebé.

Mujer 1: Electrizó al público que eufórico lo ovacionó por más de diez minutos.

Mujer 2: Matar o morir.

Mujer 1: Tiene el don de recrear obras como si uno jamás las hubiera escuchado.

Mujer 2: ¿Qué será de mi bebé si muero?

Mujer 1: ¿En qué estás pensando amor?

Mujer 2: En el mar…

Mujer 1: Maravilloso, hoy es un día maravilloso.

Mujer 2: Vamos a ver el mar...

Mujer 1: Vamos a ver el mar…

Mujer 2: Mi Mar Azul…

Mujer 1: ¿Vos conocés el camino más directo del centro del pueblo hacia la playa?

Mujer 2: Sí, el de la derecha.

Mujer 1: ¿Segura?

Mujer 2: No.

Mujer 1: ¿Pero sabés o no sabés?

Mujer 2: Naturalmente, de chica pasé allí todos los veranos.

Mujer 1: ¿Cuál es entonces?

Mujer 2: El de la derecha.

Mujer 1: ¿Segura?

Mujer 2: No.

Mujer 1: ¿Segura?

Mujer 2: No.

Mujer 1: ¿Segura?

Mujer 2: No.

Queda sólo el sonido del mar.


Telón


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