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Poemas

Raúl Caballero García


Alba

Espinas de identidad
tus puntuales dudas son punzantes diamantes
reverberan en tus sienes,
apresuran la sangre,
te muerden
y remuerden

levitas etérea en una corazonada que los espejos no te devuelven
te refugias en el gris
y sin embargo eres bañada por la luz
te acoge la lluvia descalza de temores
pero perteneces al sol que te retrae

las certezas de ti misma
—cosas del otoño—
se fugan con el viento

terribles sinrazones brotan en tu seno como bruscos girasoles
el destino te ha desnudado de nuevo en un claro de luna
tu sombra dúctil alarga tu pasado plañidero donde vibran tus ensueños;
cueva
el eclipse que te petrifica

y vacilas ante la diadema de escarcha que conjura tu noche
y titubeas ante la corona de rayos suspendida en tu aurora

pero en fin
sabes
que hay un ruiseñor que te canta aún en invierno


Margarita

I
Hoja en blanco
tu nombre de otoño se queda desnudo
sin un pétalo solo, sin respuestas a que asirse
uno a uno se precipitan los interrogantes
con un silbido de ráfagas que son dudas

II
Perla perdida en la barca del ostrero
gota de luna buscada en vano por las olas
amada insegura que se oculta con la espuma
errática estrella que la noche dejó atrás
lágrima infinita en el delta del dolor

III
Traductora del olvido
inviertes tu tiempo en verter tu pasado
los significados de tu alma y de tu cuerpo
esta sinrazón del viento que te arrastra
en un ocioso vértigo de recuerdos


Dafne poseída

El viento que soy te deshoja
frágil margarita
cuando me empujan los demonios de Apolo
los vendavales del trópico
las ráfagas del Norte
tiemblas, caen tus pétalos que dicen no;
me apaciguo y estás tranquila
jugamos juntos
te respiro y me respiras
cotidianos
céfiro, te doy vida y soy feliz
cálido, como brisa, te acaricio
entonces te deshaces en un sí
                y otro sí
                                y luego un prolongado no
                                                y siempre sí
me enloqueces y —endemoniado— te penetro
te arrebato
me hundo en tus aromas
alcanzo tu néctar
y al final
tu dulzura
me vuelve música de flauta
aire acondicionado
tu deleite, frágil margarita


Tita sin fin, blues

Bienvenida múltiple concéntrica
llegarás con tu carga de aventuras y desventuras en el corazón
pero sabrás que tu sitio lo tienes siempre en este que se me agolpa;
a todas partes llevas a este loco que te ama

La casa ha sido obscura e inmensa.
Sin ti su multiplicidad es un infinito
tú eres el centro de sus dimensiones,
el eje de mis evocaciones
donde te encuentras está mi hogar perfumado entre tus piernas
vagabundo en Nueva Orleáns

Has llegado maletas en mano
bolso al hombro
postales con Monet: itinerarios coincidentes,
como tus besos y tus lágrimas
infaltable equipaje de tus viajes

Reminiscencias del trompetista de Austin a orillas del Misisipí
el viento te golpeaba tanto como la canción del solitario
como el viejo y sucio sombrero en el piso
vacío a las siete de la mañana tu corazón lejos de mí
tus pasos hacia el Café du Monde donde mi sombra se sentó a tu lado
tu destino que se quedó en las cartas del tarot en Jackson Square

Saltimbanquis aturdiendo el aire/
payasos con metáforas en versos y manos/
trovadores jazzistas dándole un concierto callejero a ti y a tus amigas después de la cena/
el nieto del blues y su abuelo negros que te hicieron llorar en la plaza/
el canto de los niños que te iluminó en la catedral/
la soledad del hotel/
Todo, cada escena, es equipaje para este blues

Tus pasos que me devolvieron
tu proximidad que llevó mi mano a encender luces y abrir persianas
para que tus ojos miraran la Casa Alta iluminada
desde un taciturno taxi doblando la colina del cementerio
tú a punto de concentrar tu multiplicidad
en mi abrazo de nuevo por ti apaciguado.

La Casa Alta, Carrollton, Texas


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