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Se debe crear un poema como la naturaleza hace un árbol

Vicente Huidobro y el creacionismo

Julio Alberto Valtierra

(juliovaltierra@hotmail.com)

El pasado mes de enero se cumplió un año más del nacimiento (10 de enero de 1893) y de la muerte (2 de enero de 1948) del poeta chileno Vicente Huidobro, quien es considerado el iniciador y máximo exponente del movimiento literario denominado creacionismo, y creo que ambas conmemoraciones son un buen pretexto para hablar un poco de la obra de quien es calificado como uno de los más destacados poetas chilenos, junto con Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra y Pablo de Rokha.

Vicente Huidobro (Vicente García-Huidobro Fernández) escribió más de una treintena de obras, entre libros de poesía y de narrativa poética, de los cuales poco más de una decena fueron publicadas póstumamente, pero en este artículo me centraré principalmente en su libro Altazor o el viaje en paracaídas. Poema en siete cantos, considerada la obra cumbre del poeta chileno, y me parece que este libro es una buena puerta para adentrarnos en el trabajo de este autor, que en lo personal me gusta mucho ya que lo considero fascinante; y espero que con estas páginas logre contagiarte un poco de mi entusiasmo.

Pero antes de entrar de lleno en el contenido de Altazor hagamos una pausa y preguntémonos: ¿qué es el creacionismo?

¿Qué es el creacionismo?

El creacionismo es definido como un movimiento poético de vanguardia surgido y desarrollado durante el primer tercio del siglo XX y su manifestación más grande fue la poesía lírica, a través de la cual el poeta pretende romper con la realidad visible, creando así una nueva realidad, pero que a su vez también tenga sentido; o como dijera Vicente Huidobro: “Se debe hacer un poema como la naturaleza hace un árbol”. Las características principales del creacionismo son:

  1. Trata de proponer una realidad nueva, sin registros de existencia antes, desprendida de toda realidad.
  2. Utiliza los recursos de estilos de vanguardia como la eliminación de punto, nexos gramaticales, entre otros.
  3. Los versos son de distintos tipos en cuanto a forma.
  4. Se permite la creación libre, sin compromisos con la realidad.

Este movimiento literario tuvo sus primeras apariciones en la cuidad de París impulsado por varios poetas, como el argentino Juan Larretea, el español Gerardo Diego, el francés Pierre Reverdy, entre otros, aunque generalmente se considera a Vicente Huidobro como “el padre del creacionismo”, ya que él dio a conocer este tipo de creación lírica en su libro titulado Manifiesto, publicado en 1925, en donde el chileno recopiló obras escritas por él en París de 1917 en adelante. Huidobro fue una pieza fundamental para expandir el creacionismo hacia España y América.

Huidobro

“El creacionismo no es una escuela que yo haya querido imponer a alguien; el creacionismo es una teoría estética general que empecé a elaborar hacia 1912, y cuyos tanteos y primeros pasos los hallaréis en mis libros y artículos escritos mucho antes de mi primer viaje a París.

”En el número 5 de la revista chilena Musa Joven, yo decía:

‘El reinado de la literatura terminó. El siglo veinte verá nacer el reinado de la poesía en el verdadero sentido de la palabra, es decir, en el de creación, como la llamaron los griegos, aunque jamás lograron realizar su definición’.

”Más tarde, hacia 1913 o 1914, yo repetía casi igual cosa en una pequeña entrevista aparecida en la revista Ideales, entrevista que encabezaba mis poemas. También en mi libro Pasando y pasando, aparecido en diciembre de 1913, digo, en la página 270, que lo único que debe interesar a los poetas es el ‘acto de la creación’, y oponía a cada instante este acto de creación a los comentarios y a la poesía alrededor de la cosa creada contra la cosa cantada.

”En mi poema ‘Adán’, que escribí durante las vacaciones de 1914 y que fue publicado en 1916, encontraréis estas frases de Emerson en el prefacio, donde se habla de la constitución del poema: ‘Un pensamiento tan vivo que, como el espíritu de una planta o de un animal, tiene una arquitectura propia, adorna la naturaleza con una cosa nueva’.

”Pero fue en el Ateneo de Buenos Aires, en una conferencia que di en junio de 1916, donde expuse plenamente la teoría. Fue allí donde se me bautizó como creacionista por haber dicho en mi conferencia que la primera condición del poeta es crear; la segunda, crear, y la tercera, crear”.1

Según lo expresado por Vicente Huidobro, el poeta debe crear su propio mundo, completamente desligado de la realidad, rechazando la mímesis, es decir, el reflejo de la realidad de una forma verosímil, porque según la ideología creacionista la mímesis no crea nada que no existía previamente.

Esta ideología se materializa en el mundo imaginario y en el lenguaje abstracto de la obra Altazor de Vicente Huidobro, quien es generalmente considerado el padre del creacionismo. Huidobro expresa su teoría nítidamente en el manifiesto Non serviam:

“No he de ser tu esclavo, madre Natura; seré tu amo. […] Yo tendré mis árboles que no serán como los tuyos, tendré mis montañas, tendré mis ríos y mis mares, tendré mi cielo y mis estrellas. Ya no podrás decirme: 'Ese árbol está mal, no me gusta ese cielo… los míos son mejores'. Yo te responderé que mis cielos y mis árboles son los míos y no los tuyos y que no tienen por qué parecerse”.2

Para crear este mundo, en el cual el poeta asume el papel de “un pequeño Dios”, como escribe Huidobro en Arte poética, los poetas se sirven de varias técnicas que incluyen: el juego de palabras y hasta el invento de palabras nuevas, el uso de metáforas sin bases lógicas, la irracionalidad, la falta de una línea narrativa, el abandono de la sintaxis y la puntuación tradicionales y el hincapié en el efecto lírico. Comparte aspectos con el ultraísmo y muestra una influencia dadaísta. Además es una ideología políglota, dado que cruza las fronteras de las lenguas.

“Si el hombre ha sometido para sí a los tres reinos de la naturaleza, el reino mineral, el vegetal y el animal, ¿por qué razón no podrá agregar a los reinos del universo su propio reino, el reino de sus creaciones?

”El hombre ya ha inventado toda una fauna nueva que anda, vuela, nada, y llena la tierra, el espacio y los mares con sus galopes desenfrenados, con sus gritos y sus gemidos.

”Lo realizado en la mecánica también se ha hecho en la poesía. Os diré qué entiendo por poema creado. Es un poema en el que cada parte constitutiva, y todo el conjunto, muestra un hecho nuevo, independiente del mundo externo, desligado de cualquiera otra realidad que no sea la propia, pues toma su puesto en el mundo como un fenómeno singular, aparte y distinto de los demás fenómenos.

”Dicho poema es algo que no puede existir sino en la cabeza del poeta. Y no es hermoso porque recuerde algo, no es hermoso porque nos recuerde cosas vistas, a su vez hermosas, ni porque describa hermosas cosas que podamos llegar a ver. Es hermoso en sí y no admite términos de comparación. Y tampoco puede concebírselo fuera del libro.

”Nada se le parece en el mundo externo; hace real lo que no existe, es decir, se hace realidad a sí mismo. Crea lo maravilloso y le da vida propia. Crea situaciones extraordinarias que jamás podrán existir en el mundo objetivo, por lo que habrán de existir en el poema para que existan en alguna parte.

”Cuando escribo: ‘El pájaro anida en el arco iris’, os presento un hecho nuevo, algo que jamás habéis visto, que jamás veréis, y que sin embargo os gustaría mucho ver.

”Un poeta debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él.

”Los poemas creados adquieren proporciones cosmogónicas; os dan a cada instante el verdadero sublime, este sublime del que los textos nos presentan ejemplos tan poco convincentes. Y no se trata del sublime excitante y grandioso, sino de un sublime sin pretensión, sin terror, que no desea agobiar ni aplastar al lector: un sublime de bolsillo.

”El poema creacionista se compone de imágenes creadas, de situaciones creadas, de conceptos creados; no escatima ningún elemento de la poesía tradicional, salvo que en él dichos elementos son íntegramente inventados, sin preocuparse, en absoluto de la realidad ni de la veracidad anteriores al acto de realización.

”Así, cuando escribo:

El océano se deshace

Agitado por el viento de los pescadores que silban

presento una descripción creada; cuando digo: ‘Los lingotes de la tempestad’, os presento una imagen pura creada, y cuando os digo: ‘Ella era tan hermosa que no podía hablar’, o bien: ‘La noche está de sombrero’, os presento un concepto creado”.3

Huidobro

Altazor o el viaje en paracaídas

Muchas de las características y principios del creacionismo planteados por Huidobro aparecen en Altazor.

Altazor o el viaje en paracaídas, publicado en 1931, es una obra emblemática del creacionismo, sin embargo el creacionismo surgió mucho antes de esta fecha. Las primeras obras de Huidobro revelan una influencia modernista, pero Huidobro mantiene que comenzó a elaborar el creacionismo a partir de 1912 antes de su primer viaje a París. Non serviam, un manifiesto claramente creacionista, se publicó en 1914, y sobre 1918-1919 Huidobro comenzó a escribir Altazor.

En el Prefacio del libro, Huidobro hace referencias a su doctrina creacionista:

“Se debe escribir en una lengua que no sea materna. Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte. [...] Huye del sublime externo si no quieres morir aplastado por el viento”.

El primer verso obviamente se refiere al carácter políglota del creacionismo, y el segundo sugiere la irracionalidad. En el último verso citado, el “sublime externo” es la realidad que nos rodea. Como ejemplo de lo anterior, veamos este fragmento del “Canto V” de Altazor:

Salía al sol rosa sario
Fueguisa mía sonrodería rososoro oro
Ando pequeño volcán del día
Y tengo miedo del volcán
Mas el volcán responde
Prófugo rueda al fondo donde ronco
Soy rosa de trueno y sueno mi carrasperas.

Prefacio

Altazor o el viaje en paracaídas, publicado en 1931, se puede leer como un “compendio” de los alcances y límites del proyecto creacionista de Vicente Huidobro. El libro comienza con el Prefacio en donde narra su origen y su inevitable fin. Altazor comprende que el nacer es comenzar la caída inevitable. La vida, lo intermedio entre el nacimiento y la muerte es la caída.4

Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.

Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.

Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche.

Amo la noche, sombrero de todos los días.

La noche, la noche del día, del día al día siguiente.

Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos.

Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: “Entre una estrella y dos golondrinas”. He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae.

Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoíris.

Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte.

A continuación, Altazor (alter ego de Huidobro) narra lo que le ocurre el primer día de su viaje y comienzan a aparecer algunas referencias al Génesis de la Biblia, concretamente al momento de la creación del mundo y del lenguaje.

El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: “Si yo fuese dromedario no tendría sed. ¿Qué hora es?” Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres miradas y media y se alejó diciendo: “Adiós” con su pañuelo soberbio.

Hacia las dos aquel día, encontré un precioso aeroplano, lleno de escamas y caracoles. Buscaba un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia.

Allá lejos, todos los barcos anclados, en la tinta de la aurora. De pronto, comenzaron a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabellón jirones de aurora incontestable.

Junto con marcharse los últimos, la aurora desapareció tras algunas olas desmesuradamente infladas.

Entonces oí hablar al Creador, sin nombre, que es un simple hueco en el vacío, hermoso, como un ombligo.

“Hice un gran ruido y este ruido formó el océano y las olas del océano.

”Este ruido irá siempre pegado a las olas del mar y las olas del mar irán siempre pegadas a él, como los sellos en las tarjetas postales.

”Después tejí un largo bramante de rayos luminosos para coser los días uno a uno; los días que tienen un oriente legítimo y reconstituido, pero indiscutible.

”Después tracé la geografía de la tierra y las líneas de la mano.

”Después bebí un poco de cognac (a causa de la hidrografía).

”Después creé la boca y los labios de la boca, para aprisionar las sonrisas equívocas y los dientes de la boca, para vigilar las groserías que nos vienen a la boca.

”Creé la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola aprender a hablar... a ella, ella, la bella nadadora, desviada para siempre de su rol acuático y puramente acariciador”.

Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto.

Podéis creerlo, la tumba tiene más poder que los ojos de la amada. La tumba abierta con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonríes haces pensar en el comienzo del mundo.

Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.

Después, habla sobre los poemas y los define como fuego. En el tercer verso se refiere al carácter políglota del creacionismo, y en el cuarto sugiere la irracionalidad. En el penúltimo verso citado, el “sublime externo” es la realidad que nos rodea. Y a partir de aquí, el poeta comienza a revelarse como un Creador, es decir, como un Dios:

Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:

“Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.

”Se debe escribir en una lengua que no sea materna.

”Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.

”Un poema es una cosa que será.

”Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.

”Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.

”Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.

”Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco”.

En el resto del Prefacio, Huidobro sigue haciendo referencias a su doctrina creacionista, mezcladas con bastantes referencias bíblicas, mientras continúa la caída de Altazor; y casi al final nos revela que “la vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer”; y que el paracaídas es “la rosa de la muerte”; “y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable”:

Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmósfera del último suspiro.

Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueños, ruedo entre las nubes de la muerte.

Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice:

“Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas. ¿Ves los filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta?

”Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad.

”Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad demasiado restauradas.

”Hablo una lengua que llena los corazones según la ley de las nubes comunicantes.

”Digo siempre adiós, y me quedo.

”Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas.

”Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de la neblina intermitente.

”Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas.

”Ámame”.

Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elevó y vino a sentarse en mi paracaídas.

Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas.

Las llamas de mi poesía secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se alejó, sentada sobre su rosa blanda.

Y heme aquí, solo, como el pequeño huérfano de los naufragios anónimos.

Ah, qué hermoso..., qué hermoso.

Veo las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles.

Veo la noche y el día y el eje en que se juntan.

Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas.

De cada gota del sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar como a botellas de vino.

Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta.

La montaña es el suspiro de Dios, ascendiendo en termómetro hinchado hasta tocar los pies de la amada.

Aquel que todo lo ha visto, que conoce todos los secretos sin ser Walt Whitman, pues jamás he tenido una barba blanca como las bellas enfermeras y los arroyos helados.

Aquel que oye durante la noche los martillos de los monederos falsos, que son solamente astrónomos activos.

Aquel que bebe el vaso caliente de la sabiduría después del diluvio obedeciendo a las palomas y que conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los barcos.

Aquel que conoce los almacenes de recuerdos y de bellas estaciones olvidadas.

Él, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extraviadas y de los ponientes amaestrados hacia los polos únicos.

Su queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo.

El día se levanta en su corazón y él baja los párpados para hacer la noche del reposo agrícola.

Lava sus manos en la mirada de Dios, y peina su cabellera como la luz y la cosecha de esas flacas espigas de la lluvia satisfecha.

Los gritos se alejan como un rebaño sobre las lomas cuando las estrellas duermen después de una noche de trabajo continuo.

El hermoso cazador frente al bebedero celeste para los pájaros sin corazón.

Sé triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin mirajes.

Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro.

Sé triste, pues ella te espera en un rincón de este año que pasa.

Está quizá al extremo de tu canción próxima y será bella como la cascada en libertad y rica como la línea ecuatorial.

Sé triste, más triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin experiencia.

La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer.

Vamos cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir y dejamos el aire manchado de sangre para que se envenenen los que vengan mañana a respirarlo.

Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caerás del cenit al nadir porque ese es tu destino, tu miserable destino. Y mientras de más alto caigas, más alto será el rebote, más larga tu duración en la memoria de la piedra.

Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella y vamos cayendo.

Ah mi paracaídas, la única rosa perfumada de la atmósfera, la rosa de la muerte, despeñada entre los astros de la muerte.

¿Habéis oído? Ese es el ruido siniestro de los pechos cerrados.

Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al lado afuera. Puedes abrir con un suspiro la puerta que haya cerrado el huracán.

Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo.

Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.

Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador.

¿Qué esperas?

Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír.

Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable.

Altazor

Altazor o el viaje en paracaídas, publicado en 1931, se puede leer como un “compendio” de los alcances y límites del proyecto creacionista de Vicente Huidobro. En él expone un lenguaje que rompe los esquemas clásicos. Todo el poema es un rechazo de la lengua materna, un rechazo de la poesía que se había hecho hasta entonces, y marca la hora de renovar el lenguaje. Además, se sitúa, junto con Residencia en la Tierra de Pablo Neruda, Trilce de César Vallejo, y Los gemidos de Pablo de Rokha (1918), dentro de las más altas cumbres de las vanguardias latinoamericanas.

Su título aparece formado a través de una síntesis textual que reúne la raíz del sustantivo altura y del adjetivo azorado. Este último, además, permite un despliegue de múltiples sentidos que han guiado gran parte de las numerosas y hasta contradictorias lecturas que se tienen sobre este “poema dividido en siete cantos”. Para algunos, es el “ave de rapiña” la que se apodera del juego en este “viaje en paracaídas” que es el vuelo de “Altazor”. Otros, en cambio, aluden a la caracterización del momento de síntesis vanguardista dentro de la trayectoria de Huidobro, quien, ansioso, se ha encontrado con un “muro” que lo ha “asustado” en su azaroso recorrido por los experimentos formales y temáticos inaugurados por el modernismo y llevados al máximo de la experimentación literaria por las vanguardias de comienzos del siglo XX.5

El poema está dividido en siete cantos, antecedidos por el Prefacio, que fueron reescritos en numerosas ocasiones durante 12 años (1919 al 1931), aunque durante ese periodo partes del mismo fueron publicados en diversos diarios y revistas.

El “Canto I” es el más largo, con casi setecientos versos, y también el más estructurado. Este primer canto nos da el contexto histórico-social de Huidobro, ya que nos habla de que la Europa enterró a sus muertos. Su contenido es de corte metafísico, y en él el poeta se representa a sí mismo como “Altazor”.6

Altazor ¿por qué perdiste tu primera serenidad?

¿Qué ángel malo se paró en la puerta de tu sonrisa

con la espada en la mano?

¿Quién sembró la angustia en las llanuras de tus ojos como el adorno de un dios?

¿Por qué un día de repente sentiste el terror de ser?

Y esa voz que te gritó vives y no te ves vivir

¿Quién hizo converger tus pensamientos al cruce de todos los vientos del dolor?

Se rompió el diamante de tus sueños en un mar de estupor

Estás perdido Altazor

Solo en medio del universo

Solo como una nota que florece en las alturas del vacío

No hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni belleza

¿En dónde estás Altazor?

El “Canto II”, en cambio, es una oda a la mujer:

Mujer el mundo está amueblado por tus ojos

Se hace más alto el cielo en tu presencia

La tierra se prolonga de rosa en rosa

Y el aire se prolonga de paloma en paloma

Al irte dejas una estrella en tu sitio

Dejas caer tus luces como el barco que pasa

Mientras te sigue mi canto embrujado

Como una serpiente fiel y melancólica

Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro

¿Qué combate se libra en el espacio?

Esas lanzas de luz entre planetas

Reflejo de armaduras despiadadas

¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?

En dónde estás triste noctámbula

Dadora de infinito

Que pasea en el bosque de los sueños

Heme aquí perdido entre mares desiertos

Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche

Heme aquí en una torre de frío

Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos

Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera

Luminosa y desatada como los ríos de montaña

¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?

Te pregunto otra vez

Los cantos III al VII, finalmente, buscan jugar con la progresiva desarticulación del lenguaje y sus límites expresivos, tal y como proponen los principios creacionistas:

               Canto VII

Al aia

ia aia ui

Tralal

Lali lalá

Aruaru

               urulario

Lalilá

Rimbibolam lam

Uiaya zollonario

                                   lalilá

Monlutrella monluztrella

                                                    lalolú

Montresol y mandotrina

Ai ai

          Montesur en lasurido

          Montesol

Lusponsedo solinario

Aururaro ulisamento lalilá

Ylarca murllonía

Hormajauma marijauda

Mitradente

Mitrapausa

Mitralonga

Matrisola

                    matriola

Huidobro

Conclusión

La experiencia que atraviesa el “protagonista” de este poema de Huidobro se percibe tanto en una lectura más directa como en la metafórica de Altazor: es una caída del sujeto lírico de la totalidad y plenitud de la que gozaba antes del “viaje en paracaídas” que configura el texto, a una fragmentación de la identidad del hombre. El poeta pierde el centro de su primitiva condición existencial, propia de la poesía clásica y moderna, para disolverse en una experiencia situada en un espacio y en un tiempo diferentes, extraños, dispersos, angustiados.

En consonancia con la herencia de una modernidad ya cuestionada por varios autores precedentes, como Nietzsche o Tristan Tzara, Altazor rompe con el código de la lengua a la que estábamos acostumbrados, hasta destruirlo, despedazando, asimismo, las antiguas metáforas y símbolos utilizados por la poesía tanto hispanoamericana como universal. El ritmo del poema, su nueva concepción de la musicalidad lírica, se acerca a la disolución del texto y los significados acostumbrados de la tradición modernista. Así, las palabras mostradas en su materialidad como lenguaje, presentan una ruptura con el orden lingüístico del español de la época.

Es importante señalar que dos años antes, Huidobro había publicado el Mío Cid Campeador (1929) como réplica a la obra homónima, de autor anónimo, para proponer una nueva lectura épica contemporánea. Este campo, inexplorado en las tres primeras décadas del siglo XX, es replanteado por la poesía concreta, visual o experimental que abunda en la poesía actual.7

Espero que lo aquí expresado haya despertado tu interés por la poesía de Vicente Huidobro, pues como dije al principio, este es uno de mis poetas favoritos y su poesía me entusiasma.

En una próxima colaboración me gustaría mostrarte un análisis en poco más profundo que un amigo y yo hicimos acerca de Altazor cuando ambos éramos alumnos de la Facultad de Letras de la Universidad de Guadalajara.

Referencias

1 http://vicentehuidobro.uchile.cl/manifiesto1.htm.

2 http://literatura.about.com/od/vanguardiasysxx/a/El-Creacionismo-De-Vicente-Huidobro.htm.

3 http://vicentehuidobro.uchile.cl/manifiesto1.htm.

4 http://literatura.about.com/od/vanguardiasysxx/a/El-Creacionismo-De-Vicente-Huidobro.htm.

5 http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3288.html.

6 https://es.scribd.com/doc/56585894/Analisis-del-poema-Altazor-de-Vicente-Huidobro.

7 http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3288.html, http://www.vicentehuidobro.uchile.cl/altazor.htm, https://es.scribd.com/doc/56585894/Analisis-del-poema-Altazor-de-Vicente-Huidobro.

Todos los fragmentos del poema Altazor o el viaje en paracaídas. Poema en siete cantos, fueron tomados de Goic, Cedomil, coord. (2003). Vicente Huidobro. Obra poética. Edición crítica. México: CONACULTA-Fondo de Cultura Económica.


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