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Una oración americana por El Rey Lagarto
Jim Morrison, poeta

Julio Alberto Valtierra juliovaltierra@hotmail.com

Quinta parte y última

En el número anterior nos adentramos en la obra más representativa de Jim Morrison como poeta: An American Prayer (Una oración americana) ; y al final comenté que la comercialización, la fama y el mito de “El Rey Lagarto” han opacado la vida de James Douglas Morrison, dejando atrás al joven idealista que siempre estuvo en la búsqueda de sí mismo y trataba de encontrarse a través de la poesía; y es que, como hemos visto en las cuatro entregas anteriores de esta serie, en ocasiones su papel como poeta fue menospreciando tanto por sus compañeros del grupo The Doors como por la crítica y a veces hasta por sus propios fans; lo cual me llevó a plantearme la siguiente pregunta: ¿Jim Morrison murió sintiéndose un poeta frustrado… o al menos un poeta incomprendido?

En esta entrega trataré de dar respuesta esta interrogante; además, hablaré acerca de los dos libros con poesía de Jim que aparecieron póstumamente: Wilderness: The Lost Writings of Jim Morrison (Soledad: los escritos perdidos de Jim Morrison) y The American Night: The Writings of Jim Morrison (La noche americana: los escritos de Jim Morrison). Y para terminar, veremos el que se cree fue el último poema que Jim escribió poco antes de morir.

Pero, en caso de que la respuesta a la pregunta planteada fuese afirmativa, ¿cuándo comenzó a experimentar Jim Morrison esa sensación de frustración como poeta?


El principio del fin

A pesar de que en un principio de su carrera como cantante del grupo The Doors Jim Morrison no estaba muy interesado en la música, desde el primer momento en que pisó un escenario no perdió la oportunidad para tratar de entregar todo lo que llevaba dentro y que se canalizaba a través de la letra de sus canciones y de sus poemas, que en su mayoría estaban inspirados en la poesía de Arthur Rimbaud y William Blake, así como en sus lecturas de los clásicos, desde Esquilo y Sófocles hasta William Shakespeare y Edgar Alan Poe, pasando por las canciones de Elvis Presley.

La faceta de Jim Morrison como cantante y letrista del grupo The Doors es conocida por todos: él era “El Rey Lagarto”, “El político erótico”, “El chamán eléctrico”, “Mr. Mojo Risin”, el símbolo sexual del rock, el borracho que mostraba el miembro en el escenario, el drogadicto irreverente que, según sus canciones, quería matar a su padre y fornicar con su madre. ¿Pero cómo y cuándo nació esta oscura fama?

En el verano de 1965, después de abandonar la escuela de cine de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), Jim se mudó a un cuartucho de azotea en Venice Beach, al sur de Santa Mónica, donde se inició en el consumo de LSD, pastillas, marihuana, peyote y alcohol, y a pesar de que hasta aquella época su pasión por la música era prácticamente nula, sería en esta temporada cuando Morrison comenzó a fantasear con largos conciertos que ejecutaba en su mente durante sus viajes de ácido. Y fue precisamente en este lugar donde tuvo un ataque de creatividad que lo llevó a escribir en pocos meses más material del que escribiría en el resto de su vida. A este ataque de creatividad poética, el mismo Morrison le llamaba “la iluminación de Venice”.

Ese año hubo
una intensa visita de energía.
Dejé la escuela y me fui
a vivir a la playa.
Dormía sobre un tejado.
De noche la luna se convertía
en el rostro de una mujer.
Conocí al Espíritu de la Música.1

Las canciones y poemas que escribió Morrison en el periodo de Venice están, en su mayor parte, sobreelaborados, ya que a través de años fueron revisados una y otra vez con verdadero oficio y paciencia. También es importante resaltar que en este periodo de iluminación Jim escribió los primeros borradores de sus piezas poéticas más importantes, en especial del poema The Celebration of the Lizard (La celebración del lagarto).

Como es de sobra conocido, a finales de 1965, Morrison se encontró casualmente en la playa con un excompañero de la Universidad de California, el tecladista Ray Manzarek. Jim le mostró algunos de sus poemas, pues creía que estos podrían ser musicalizados. Manzarek le pidió que cantara alguno, así que Morrison cantó los primeros versos de “Moonlight Drive” (Paseo a la luz de la luna).

Nademos hasta la luna, uh huh
escalemos a través de la marea
penetrando la noche en que la
ciudad duerme para esconderse
Nademos fuera esta noche, amor
es nuestro turno para probar
aparcados junto al océano
en nuestro paseo a la luz de la luna.2

Ray quedó fascinado y le propuso a Jim formar una banda, que tras meses de pruebas integró a Robby Krieger en la guitarra y a John Densmore en la batería. Morrison propuso el nombre The Doors, inspirado en los siguientes versos de William Blake, autor de Las bodas del cielo y el infierno: “Si las puertas de la percepción fuesen depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito” (If the doors of perception were cleansed, every thing would appear to man as it is, infinite).

Morrison estaba tremendamente influenciado por la literatura de Nietzsche, Blake y Rimbaud, por lo que las letras de sus canciones transpiraban los pensamientos de esto autores y sus obras. Las letras de las canciones que escribió para The Doors, llenas de rebeldía y de misterio, exponían el lado oscuro y las contradicciones del ser humano, contrastando con el colorido y la ideología hippie de paz y amor; sus letras reflejan las tensiones de la época, como el rechazo a la autoridad, el movimiento contra la guerra, la libertad sexual, el arte de vanguardia. Canciones como “Break on Through”, “The End”, “People are Strange”, “When the Music’s Over” convirtieron a Morrison en el rey del rock ácido, pues en su contenido intervenía el juego, la soledad, la búsqueda de la libertad, el sexo y la muerte, temas predominantes en las creaciones de la nueva generación cultural; además, “Love me Two Times” y “Strange Days” presentan un boceto de la incomunicación y el aislamiento. Pero curiosamente, son casi nulas las referencias a la cultura de las drogas, o al menos las escasas veces que las menciona no lo hace de manera evidente y directa.

Asimismo, el sonido que The Doors ofrecía era una propuesta diferente: un teclado barroco, una batería poderosa y una guitarra llena de arabescos resaltaban las letras de las canciones que expresaban una sombría violencia, a diferencia de las bandas ya existentes, las cuales solo respondían al sueño americano y a la utopía de querer cambiar el mundo con paz y amor. Desde su primer disco The Doors se convirtió en objeto de admiración para muchos, pues con sus melodías agresivas, pero a la vez tristes y provocadoras, llamaron la atención de aquellos que estaban en desacuerdo con todo tipo de autoridad, sobre todo aquella que les obligaba a enlistarse a las filas del ejército para ir a combatir a Vietnam. Su primer álbum contiene temas clásicos del grupo, tales como “Break on Through” (Al otro lado), “Light my Fire” (Enciende mi fuego, compuesta por Robbie Krieger), “Soul Kitchen” (Cocina con alma), y “The End” (El fin).

Las letras que Morrison escribió en 1965, en lo que él mismo llamaba “la iluminación de Venice”, dominaron los dos primeros álbumes del grupo: The Doors (enero de 1967) y Strange Days (octubre de 1967).

Al igual que en la década de los 50 cuando los beatniks trataron de unir el jazz y la poesía, a través de la música Morrison encontró un canal para proyectar su poesía y agregarle elementos teatrales. Así, la improvisación y la imprevisibilidad eran parte de las presentaciones de la banda en el escenario. El mítico “Rey Lagarto”, alter ego de Morrison, apareció por primera vez en el tercer disco de The Doors, Waiting for the Sun (Esperando el sol), lanzado en julio de 1968, en el poema “La celebración del lagarto”, que fue impreso en el interior de la funda doble, del lado izquierdo, y al lado derecho se publicó la imagen de un lagarto.

Morrison deseaba que “La Celebración del Lagarto” fuese incluida completa en el disco, con sus siete secciones y casi veinticinco minutos de duración, pero esta idea, al parecerles poco comercial, no fue aceptada ni por los productores ni por los demás músicos. No obstante Jim insistió, pidiendo además que en la portada del disco no aparecieran fotos de ellos, sino que esta fuese una imitación de piel de serpiente con el nombre del grupo y del álbum en letras doradas. Finalmente, se impuso la decisión de la mayoría y desecharon el tema, por lo que los deseos de Morrison por integrar completo su largo poema no tuvieron resultado; solo se utilizó una parte del poema: “Not to touch the Earth” (No tocar la tierra). Al notar la frustración de Jim por no haber incluido el tema completo, Manzarek, Krieger, Densmore y los productores decidieron que el poema apareciera completo impreso en la funda del disco. Aunque se dice que “Celebration of the Lizard” no fue incluida en el álbum porque The Doors fueron incapaces de grabar una versión satisfactoria de la pieza entera para el LP Waiting for the Sun. Morrison debió esperar tres años para que “La Celebración del Lagarto” apareciera completa en el disco doble Absolutely Live (Absolutamente vivo), lanzado en julio de 1970. Y esta es, quizá, la primera señal que nos indica que tal vez Morrison murió sintiéndose frustrado como poeta.

Morrison ya estaba dentro de un círculo mediatizado que podría resultar desastroso para sus aspiraciones como poeta; y pese al rechazo de su trabajo poético por sus compañeros del grupo, los conciertos de The Doors seguían siendo exitosos y estaban impregnados de un misticismo sorprendente, ya que Jim se convertía en un chamán y al mismo tiempo imitaba a un dios, como en el origen del drama griego, el cual comenzó con danzas y cantos a Dioniso; y entonces la ceremonia comenzaba y los conciertos se convertían en un ritual de catarsis colectiva guiado por “El Rey Lagarto”.

En 1968, después de un mes de escandalosas actuaciones en el Singer Bowl de Nueva York, The Doors realizaron su primera gira fuera de Estados Unidos, entre julio y septiembre harían una minigira por Europa. La banda viajó a Londres, donde participaron en un programa de televisión y tocaron con Jefferson Airplane en el Roundhouse. Con ese grupo continuaron su gira por el Viejo Continente pero en el concierto que dieron en Amsterdam, The Doors tocaron sin Morrison porque este había abusado en cantidades ingentes de hachís y alcohol sufriendo un colapso por lo que tuvo que ser hospitalizado.

Los médicos recomendaron que Jim debía descansar, por lo que al día siguiente Manzarek, Krieger y Densmore regresaron a Estados Unidos, pero Morrison se quedó un mes en Londres con Pamela, donde conoció al poeta beat que más admiraba cuando era estudiante: Michael McClure; con él pasó una larga noche de fiesta que acabó con la policía llevándoles a casa de McClure. Al día siguiente, Morrison le mostró su colección de poemas que más tarde conformarían The New Creatures. Ante las dificultades para encontrar una casa editorial dispuesta a editar sus poemas debido a la mala fama que se había estado labrando, Morrison, aconsejado por McClure, decide financiar él mismo la publicación. Cuando volvió a Los Ángeles Jim contactó con el agente de su nuevo amigo, que le editó el libro en la primavera de 1969. ¡Al fin alguien había mostrado interés por la poesía de Morrison!

A finales de 1968 The Doors volvieron a reunirse en los Estados Unidos y tras ofrecer nueve conciertos el grupo se puso a trabajar en su cuarto LP.

En cuanto a su trabajo discográfico, hasta principios de 1969 todo parecía ir bien para Jim Morrison y The Doors, ya que sus tres primeros álbumes habían resultado exitosos comercialmente y habían recibido muy buenas críticas. Sin embargo, cuando aparece el cuarto álbum, The Soft Parade (El desfile suave o El dulce paseo), lanzado en julio de 1969 y cuyo título viene de un largo poema de Morrison donde hablaba de la gente caminando por el Sunset Boulevard, el disco de la banda no fue bien recibido, pues se alejaba bastante del característico sonido underground del grupo, con canciones extremadamente pop, y con arreglos de cuerdas y metales muy al estilo de Las Vegas. Además, los excesos con el alcohol de Morrison lo hacían por aquel entonces una persona muy difícil y muy informal en el estudio, y las sesiones de grabación se estiraban por semanas, cuando antiguamente duraban un par de días. Los costos del estudio se empezaron a acumular, y el grupo estuvo a punto de desintegrarse. Además, las canciones “Wishful Sinful” (Deseoso, Perverso) y “Tell All the Poeple” (Dile a toda la gente), ambas de Robbie Krieger, recibieron duras críticas, las cuales se llevaron entre las patas algunas canciones clásicas de Morrison incluidas en este disco: “Shaman’s Blues” (Blues del chamán), “Wild Child” (Niño salvaje) y “The Soft Parade” (El dulce paseo), lo cual afectó a Jim, y para aumentar su frustración, durante los conciertos el público no parecía estar muy interesado en escuchar sus poemas, pues constantemente lo interrumpían gritando: “ ‘Enciende mi fuego’, Jim, canta ‘Enciende mi Fuego’ ”, canción que ni siquiera era suya.

A partir de entonces, Morrison toma una postura diferente, y la imagen de su sensualidad provocadora comienza a declinar, y constantemente aparece totalmente ebrio. Al parecer, Jim atravesaba por una gran depresión, ya que en sus letras de esa época se refleja un reseco desencanto y una incesante melancolía; el ímpetu de los primeros días parece haberse transformado en un pesimismo absurdo y su poesía era opacaba por sus provocaciones y desmanes en el escenario. Y aunque se identificaba con su público, también comenzó a aislarse de sus fans, sobre todo de aquellas adolescentes gritonas y enajenadas que solo iban a contemplarlo, hecho contradictorio, pues de alguna manera él mismo había contribuido a ser visto como un símbolo sexual.

Y es así como a partir de 1969 el grupo comienza a hundirse lentamente a causa de las continuas borracheras y el uso de drogas por parte de Morrison, quien en poco más de dos años pasó de ser un símbolo sexual a un alcohólico obeso, lo que representó un gran golpe para The Doors, que sobrevivían en gran parte por la imagen de Morrison, quien además de la violencia, el desamor, la ironía y el sexo, representaba la sensualidad.

A partir de entonces, a los otros tres Doors les cuesta cada vez más trabajo mantener el control sobre Morrison y poner freno a su exhibicionismo y a sus provocaciones en el escenario, por lo que los problemas que ya había tenido con la policía, como el de New Haven, Connecticut, comenzaron a ocurrir con más frecuencia. Uno de los escándalos más grandes derivados de la embriaguez de Morrison ocurrió en el auditorio Dinner Key de Miami, donde pidió amor al público, pues dijo sentirse solo y necesitaba que alguien amara su trasero; asimismo, les dijo “son una bola de idiotas”, y les preguntó si querían ver su pene… y se suscitó el numerito nunca comprobado de si en verdad lo mostró o no, pero igual fue llevado a juicio por comportamiento lujurioso y lascivo y exposición indecente, lo cual motivó que la mayoría de los conciertos que The Doors tenían programados fuese cancelados, hechos que dañaron aún más sus pretensiones de ser tomado en cuenta como poeta.

A pesar de que en 1970 aparecieron dos nuevos discos que recibieron muy buenas críticas (Morrison Hotel en febrero y Absolutely Live en julio), ese año Morrison seguía más interesado en otras áreas: la poesía y el cine, por lo que estuvo trabajando en el documental Feast of Friends con dos antiguos compañeros de la UCLA; por otro lado, estaba trabajando con el escritor Michael McClure tratando de convertir una novela de este sin publicar (The Adept) en un guion cinematográfico; y en el verano de ese año Jim publicó su tercer libro: An American Prayer, que vino a sumarse a The Lords: Notes on Vision y The News Creatures, publicados ambos en la primavera de 1969, los cuales al ser ediciones limitadas de cien ejemplares tuvieron muy poca difusión, y acerca de los cuales ya hemos hablado en las entregas anteriores.

Aunque Morrison enfrentaba procesos judiciales en Miami, The Doors se las arreglaron para ir al Festival de la Isla de Wight el 29 de agosto de 1970, donde la banda tocó al lado de artistas legendarios como Jethro Tull, Jimi Hendrix, The Who, Joni Mitchell, Miles Davis y Sly & The Family Stone. Sin embargo, la falta de interés de Morrison en la música hizo que su actuación fuese mediocre, fría, apática, por lo que The Doors fueron duramente criticados, principalmente Jim, quien volvió a poner en tela de juicio el profesionalismo del grupo, y lo que es peor, se exhibió de manera engreída.

Es probable que la actitud de Morrison se debiese a una reacción premeditada, paralela al cambio de pensamiento en cuanto a su escaso interés por la música. Es decir, Jim habría decidido renunciar a la parafernalia escénica para, simplemente, hacer lo que se suponía tenía que hacer durante un concierto: cantar. El mismo Morrison lo reconocería así: “Comenzamos con la música, luego pasamos al teatro, pero como era una mierda, volvimos a la música, con lo que habíamos empezado, simplemente siendo una banda de rock. La música mejoró progresivamente, cada vez se hacía más interesante y profesional, pero creo que el público no se lo tomó bien”.3 Como se puede ver, esta declaración destila un poco de la amargura y la frustración que Jim sentía por esos días.

El 20 de septiembre de 1970 Morrison fue a los tribunales por el lío de Miami y el jurado lo declaró culpable por obscenidades y escándalo público, sentenciándolo a ocho meses de custodia, pero Jim obtuvo la libertad mediante una apelación.

En esos días extraños y caóticos, el 8 de diciembre de 1970, justo en su cumpleaños 27, Jim Morrison se encerró en el estudio de Elektra en Los Ángeles para grabar algunos de sus poemas. A lo largo de seis horas recitó sus poemas, entre ellos “An American Prayer”, el cual leyó completo y cuya primera parte había publicado tres meses atrás, en una edición de solo 500 ejemplares que él mismo se encargaba de regalar a sus amigos y conocidos, por lo que el poemario no estuvo disponible en el mercado sino hasta 1978, cuando se reeditó gracias al interés generado por el disco An American Prayer, en el que Manzarek, Densmore y Krieger se encargaron de poner música a la voz de Morrison, y acerca del cual hablé extensamente en la edición 14 de www.agora127.com.

Motivado por la publicación de su tercer libro y por la grabación de sus poemas, Morrison aceptó hacer de nuevo presentaciones con The Doors y se fijaron fechas para Dallas y Nueva Orleáns. Pero Morrison estaba atrapado por el alcohol y hundido en el ácido, así como harto del proceso en su contra en la corte de Miami; además, se encontraba enfermo y enfrentaba una crisis existencial y nerviosa. A pesar de todo, Jim trató de cumplir con las presentaciones programadas. Sin embargo, a mitad del concierto de Nueva Orleáns, el 12 de diciembre de 1970, Morrison tuvo una aparente crisis nerviosa, tirando el micrófono al piso en repetidas ocasiones, prácticamente se quedó sin energía, hecho que relata Ray Manzarek en el libro Nadie sale vivo de aquí de Jerry Hopkins y Danny Sugerman: “Todos los que estaban presentes vieron cómo se quedó Jim a la mitad de la presentación, como si la energía lo hubiera abandonado, pues cuando se recargó en el pedestal del micrófono su espíritu lo abandonó”. Ese fue el fin, después de esa noche Jim nunca más volvió a actuar en un escenario.

Morrison se encontraba abrumado por el rumbo que habían tomado las cosas, por lo que tras las actuaciones en Dallas y Nueva Orleáns, The Doors acordaron abandonar los conciertos y finalizar cuanto antes la producción de L. A. Woman, argumentando que la producción del último disco para cumplir su contrato de siete LP con Elektra requeriría de todos sus esfuerzos.

L. A. Woman fue el último álbum en el que participaron los cuatro integrantes de The Doors, y cuando se grabó la tensión dentro del grupo era inmensa ya que Jim no podía controlar su alcoholismo y se empeñaba únicamente en leer largos poemas en el estudio de grabación. La insistencia de Jim en leer su poemas y su renuencia a cantar llevaron al ingeniero de grabación a rentar Village Recordens, al oeste de Los Ángeles, donde el 8 de diciembre de 1970 Jim finalmente comenzó a leer sus poemas, así como a beber whisky por lo que el trabajo duró más de seis horas. Al final de la sesión sus amigos lo sacaron cargando de ahí. Entonces John Haeny muy molesto renunció al proyecto y The Doors terminaron produciendo solos el disco. Este incidente afectó aún más las relaciones dentro del grupo, y aunque ya habían decidido que este sería el último disco por el momento, unas semanas después Jim se despediría de ellos y también de Los Ángeles.

Sin embargo, la voz gastada, carcomida, quebrantada de Morrison, moldeada por su visita a bares antes de las sesiones de grabación y por los tres paquetes de cigarrillos que consumía a diario, hace resaltar los textos oscuros y metafóricos de “The Wasp”, “L. A. Woman”, “The Changelling”, “Been Down so Long”, “Cars Hiss by my Window” o “Rides on the Storm”.

Jim trasladó algunos de sus textos poéticos como letras para las canciones de este disco, como el caso de “The Wasp”, que era parte del poema “Historia de abortos” y “L’America”, extraída de un extenso poema perteneciente a uno de los pasajes que había escrito en los últimos meses.

No obstante, el comportamiento más o menos comedido y su meritoria participación durante la fase de grabación del disco L. A. Woman, Morrison seguía con su empeño de alejarse de la música y de The Doors, y semanas antes había comenzado a analizar la posibilidad de tomarse unos meses de descanso en París para aterrizar sus ideas y para dedicarse a escribir.

En los primeros días de marzo de 1971, al término de una reunión de The Doors con el presidente de Elektra para determinar cuáles serían los dos sencillos que se extraerían del disco L. A. Woman (que finalmente fueron “Love her Madly” y una versión reducida de “Riders on the Storm”), Jim comunicó su determinación de viajar a París, lo que representaba una separación transitoria de la banda, o al menos eso creían todos.

En su libro Jim Morrison. Una vida de magia (Grupo Editorial Tomo, México, 2001), Frank Lisciandro menciona que una de las últimas entrevistas concedidas por Morrison antes de partir a París decepcionó mucho a Jim, pues el autor utilizó las citas fuera de contexto y usó respuestas para preguntas que nunca hizo; decía que Jim había perdido su gran y emotiva voz y que su escritura estaba bloqueada; mencionaba que Jim era un ídolo pasado de moda, que jamás logró ser un poeta y que The Doors fueron un “interesante” aunque producto menor en la historia del rock de Estados Unidos, llamándolo “el príncipe payaso del rock pretensioso”.

Jim estaba decepcionado y desalentado, lo que acentuó aún más su frustración y su deseo de escapar.


Últimos días en París

Los primeros días de marzo de 1971 Jim Morrison le comunicó a sus compañeros que se iba a París para pasar unos días con Pamela Courson, quien había regresado de la Ciudad Luz por él. Y aunque la decisión de Jim de separarse por un tiempo indefinido de The Doors fue comprendida por ellos, no entendían cabalmente el porqué de aquella determinación tan radical de Jim, pues aunque lo conocían no se explicaban cuál era el motivo de irse, por lo que dedujeron que la razón principal fue la persuasión por parte de Pamela, quien en varias ocasiones ya le había dicho: “Jim, ¿qué haces con la banda?, tú eres un poeta”, por lo que no trataron de impedírselo, ya que sabían lo mucho que significaba esa relación para él. Pamela estaba ejerciendo su influencia, pues ella odiaba la idea de Jim como estrella de rock y lo presionaba para que se saliera de la banda para que se dedicara a escribir.

The Doors alentaron a Morrison para tomarse unos días de descanso y poner sus ideas en orden, pues sabían que algo andaba mal ya que Jim se mostraba cansado y fastidiado, parecía que iba rodando solo y a la deriva, como si esperara aferrarse a algo que no podía concebir, por lo que se asió de lo más inmediato a su vida y esto significaba la dependencia hacia Pamela, su “compañera cósmica”.

“Nos veremos pronto”, le dijo Morrison a los otros Doors y se fue a París, la Ciudad de los Poetas, con el deseo de comenzar de nuevo; Jim creía que en la Ciudad Luz podría hallar el lugar que necesitaba para escribir, lejos de las cortes judiciales, de los medios de comunicación, de la fama y la vida pública. Sin embargo, Jim nunca regresó.

La primera vez que Jim Morrison estuvo en París fue aproximadamente un año antes de morir y sin el amor de su vida, Pamela Courson, pero sí con su amigo y manager Leon Barnard. En la Ciudad Luz no eran más que turistas. Visitaron la tumba de Napoleón, fueron a la colina de Montmartre y Jim escribió algunos poemas en la escalinata de la famosa iglesia del Sacre-Coeur. Días después viajaron a España y pasaron más de una semana en Marruecos. Existen fotos de Jim en este lugar vestido con una túnica de colores, bailando con niños marroquíes en la plaza Djemaa El Fna y bebiendo café o té de menta.

Morrison volvió a París el 11 de marzo de 1971, esta vez al lado de Pamela. Jim creía que la capital francesa sería el lugar apropiado para apartarse de todo aquel infierno que componía el triángulo de Los Ángeles, The Doors y sus problemas con la justicia. París era la clave para centrarse exclusivamente es su producción literaria y para llevar una vida más sosegada.

A su llegada a la capital francesa, Jim tuvo un acceso de asma, y aunque su tos se había vuelto crónica y en ocasiones escupía sangre, su salud le tenía sin cuidado. Jim había estado enfermo de neumonía, por lo que Pamela trató de persuadirlo de que viera a un médico, sin lograrlo.

Jim y Pamela se hospedaron en un departamento de la Rue Beautreillis 17, que les fue alquilado por unos 3 mil francos durante algunas semanas. Morrison amaba el apartamento porque además de que estaba ubicado en la parte antigua de París era muy tranquilo y luminoso; ahí trataba de escribir poesía y de trabajar en su proyecto titulado “Observations Of America While On Trial For Obscenity in Miami”, también empezó la escritura de lo que se conoce como “Diarios de París”.


Bloqueo creativo

Por un tiempo Jim pareció contento con escribir y explorar la ciudad. Para entonces, trataba de dedicar la mayor parte de su tiempo a la poesía y escribió algunas cosas; sin embargo, al sufrir un bloqueo creativo, Morrison paulatinamente fue relegando su faceta de poeta y comenzó a desarrollar un creciente interés por relacionarse con gente que formaba parte del círculo del cine francés, como Agnes Varda y Jaques Demis.

En su libro El Rey Lagarto. Lo esencial de Jim Morrison (Grupo Editorial Tomo, México, 1999), Jerry Hopkins refiere que algunos amigos le contaron que cuando Jim llamaba a California y le decían que la crítica amaba el nuevo álbum de The Doors y que este se estaba vendiendo bien, él se emocionaba. Menciona que Morrison le dijo a John Densmore que estaba escribiendo de nuevo y que el material era el mejor que había hecho, también le dijo a algunos conocidos de París que estaba escribiendo una ópera; lo cual aparentemente era una mentira, basados en lo que otros dicen y en una que otra nota de un diario que Morrison comenzó a escribir. La verdad era que Jim pasaba horas sentado frente a su cuaderno abierto, mirando las páginas en blanco y sin poder escribir una sola palabra.

Y aunque era un hecho que Morrison anhelaba consolidarse como poeta, durante su residencia en París escribió muy poco; trató inevitablemente de sentarse a escribir lo que su mente gustosa le ofreciera; intentó con la escritura automática,4 dejando su mente vacía, esperando que algo se creara libre y espontáneamente. Intentó la disciplina, sentándose frente a un escritorio todos los días a la misma hora; incluso, contrató una secretaria, una joven estadounidense llamada Robin Wertle, que tenía fluidez en el francés. Pero nada funcionaba, ya que la inspiración no llegaba, por lo que Jim comenzó a angustiarse.

Y ante este bloqueo creativo Jim fue hundiéndose en una profunda depresión, contaría su amigo de Los Ángeles Alan Ronay, quien en esa época estaba viviendo con Jim y Pamela en su departamento y a finales de junio se mudó a la casa de Agnes Varda y Jacques Demy, amigos franceses de Jim.

Quizá el problema radicaba en la creencia de Jim de que tendría otro periodo de “iluminación” como el de Venice, que sería una fuente de inspiración y creatividad inagotable, razón por la cual solo se dedicó a sobrevivir, esperando que la inspiración llegara de manera inesperada; sin embargo, esta se retrasó y Jim volvió a entrar en una etapa de depresión y de frustración, por lo que regresó al alcohol y a las drogas.

En su libro, Jerry Hopkins dice que a pesar de lo que Pamela afirmaría después, en París Jim continuó bebiendo exageradamente; que se perdía en los románticos bares nocturnos, los cafés sobre las aceras y los clubes de rock; y frecuentemente permanecía ebrio durante días.

Frente al apartamento existe aún un restaurante llamado Le Beautreillis, al que Jim y Pamela acudían seguido cuando no querían alejarse mucho del apartamento para cenar. La última vez que fueron vistos allí fue el 1 de julio de 1971 a las 21:30 horas. Dos estudiantes alemanes que estaban en el lugar no se dieron cuenta que a su lado estaba Jim hasta que Pamela, en medio de una pelea, gritó varias veces su nombre completo mientras él rápidamente abandonaba el restaurante alejándose de ella. Según los alemanes, Pamela lanzó algo de dinero encima de la mesa y salió corriendo detrás de él.

Bajando la Rue Beautreillis, cruzando la Rue Saint Antoine y siguiendo la Rue Biraque, se llega a la Place des Vosges (la plaza más antigua de París), allí Jim solía relajarse, tomaba algunas cervezas en uno de los bares y escribió algunos poemas en uno de los innumerables bancos dentro del precioso parque. Algunos de los poemas que escribió ahí fueron “Wilderness” y “The American Night”.

El Rey Lagarto también solía ir al Quai D’Anjou 17, un hotel de Lauzun, porque Charles Baudelaire, uno de sus poetas favoritos, lo frecuentaba.

El Whiskey a Go-Go en el 57 de la Rue de Seine, se llamaba el Rock’n’ Roll Circus en aquella época, tenía música en vivo, comida y bebida, era también el mundo de la heroína.

Jim también solía ir muy a menudo a un bar/restaurante en la Avenue des Ternes 57, ahí se encontró a Hervé Muller y Gilles Yepremian un día de mayo de 1971. Hay fotos de una reunión en un restaurante llamado Bar Alexandre, tomadas por Hervé Muller e Ivonne Fuka, su novia en aquel momento. Todos cenaron el 8 de mayo de 1971 por la tarde.

El 16 de junio Jim hizo sus últimas grabaciones conocidas, cuando se topó con dos músicos callejeros y los invitó a un estudio. Los resultados fueron estrenados en 1994 en el LP pirata The Lost Paris Tapes.5

Saber lo que pasó los días previos a su muerte no es sencillo; se dice que la tarde del 2 de julio Morrison se reunió con Alain Ronay, quien dijo haber notado que en la cara de Jim se veía una máscara de muerte y recuerda que el hipo lo torturaba. Después de la cena Jim caminó solo a casa para mandar un telegrama a su publicista, Jonathan Dolger. Luego fue al cine Actin Lafayette para ver la película de Robert Mitchum Pursued, y de ahí regresó a su departamento.

Jerry Hopkins dice que el 3 de julio de 1971, alrededor de la una de la mañana, Morrison intentó escribir algo pero no tenía suficiente concentración y decidió ver algunas de las películas en Super-8 que él y Pamela habían grabado durante sus vacaciones por Francia, España y Marruecos. Luego puso algunos discos de The Doors.

Cuando se fue a la cama Jim tosía demasiado y muchas veces se levantó para vomitar pero le dijo a Pamela que no llamara al médico; llenó la bañera para tomar un baño caliente, pensando que le sentaría bien, pero a primera hora de la mañana Pamela despertó y se encontró la puerta del baño cerrada con llave desde adentro. El miedo la invadió con un escalofrío, llamó a algunos amigos (Alain Ronay, Agnes Varda y Jean Debreteuil); cuando estos llegaron rompieron juntos la puerta y encontraron a un Jim Morrison tirado en la bañera medio sumergido, recién afeitado, sonriendo y con sangre corriendo desde la nariz hasta su labio superior.

El médico francés Max Vasille llegó al apartamento casi a las seis de la mañana y confirmó que el día 3 de julio de 1971 a las dos y media de la mañana James Douglas Morrison murió por causas naturales, porque se le había detenido el corazón, aunque nunca se practicó una autopsia.

Lo que vino después ya lo sabemos. Entre tantos rumores y especulaciones acerca de la muerte de Morrison se cree que la causa más probable haya sido la peligrosa mezcla de medicación contra el asma y el alcohol; aunque en abril de 1991, veinte años después, Alain Ronay contó a la revista Paris Match lo que según él le dijo Pamela en aquellos momentos de excitación: “Aparentemente el 2 de julio Jim se metió algo de heroína que Pamela le consiguió esa tarde y por la noche ambos tomaron una gran dosis, y después Jim empezó a escuchar todos los discos antiguos de The Doors. Después de que ambos se fueran a la cama, Jim se metió un poco más de heroína y aparentemente se quedó dormido, mientras la canción ‘The End’ se escuchaba por todo el departamento”. Sin embargo ni la policía ni el médico, Max Vassille, dejaron nota de ningún síntoma de sobredosis. Además, amigos íntimos aseguraron que Morrison le tenía un miedo enorme a la heroína y que incluso Pamela tenía que esconderla, por lo que cuando Jim descubrió un paquete en el departamento Pamela le dijo que solo era cocaína.

Tras su trágica y sorpresiva muerte, Jim Morrison fue enterrado la mañana del 7 de julio de 1971 en el antiguo cementerio público de París Pére Lachaise en una tumba sin identificación de la sexta sección. En agosto de 1971 las autoridades pusieron en la tumba una placa de madera con el nombre escrito erróneamente “Morisson”, la placa fue robada en pocos meses; en 1972 una placa de metal negro fue puesta (también con el nombre mal escrito) “Morisson, James Douglas”, que también fue robada.

En 1973, una pequeña placa de piedra fue atornillada a la tumba pero también fue robada, por lo que las autoridades decidieron dejar la tumba sin marcar. Así se mantuvo hasta el 2 de julio de 1981, cuando un fan yugoslavo esculpió el busto de Jim en mármol blanco y lo puso encima de la tumba, después de ser pintado, roto y casi destruido fue robado la noche del 7 al 8 de agosto de 1988 por un fan francés, por lo que el busto que aparece en la película de Oliver Stone es una réplica.

En diciembre de 1990, la familia de Jim Morrison mandó instalar en la tumba de este una piedra rectangular con una placa metálica en la que se puede leer “James Douglas Morrison, 1943-1971”, y una inscripción en griego Kata Ton Daimona Eaytoy; mi maestro de la materia Clásicos Grecolatinos en la Facultad de Letras de la Universidad de Guadalajara, José Concepción Martín, me decía que las traducciones del antiguo griego podían ser varias: “El diablo dentro de sí mismo” o también “Para el divino espíritu dentro de sí mismo”; y que en el griego actual podía significar: “Él creó sus propios demonios” o también “La genialidad está en su mente”; pero que también podía interpretarse como “Tras el espíritu de sí mismo” o “Fiel a su propio espíritu”.

Después de que Jim fue sepultado, Pamela regresó a Estados Unidos y se mudó a la cabaña de Diane Gardiner, quien trabajaba como publicista de Jefferson Airplane y era una de las confidentes más cercanas a Pam.

Cuando estaba escribiendo su libro, Jerry Hopkins entrevistó a Diane y cuenta que esta le dijo que Pamela era todo un caso, que estaba devastada; que andaba por ahí hablando sola, divagando sin sentido, y que cuando lo que decía tenía cierto sentido, se culpaba de la muerte de Jim.

Diane dijo que de acuerdo con Pam la depresión de Morrison era real. En el último año, Jim había comenzado o había planeado muchos proyectos: un guion con Michael McClure, un álbum de poesía con John Heary, un espectáculo con Fred Myrow, un libro acerca del juicio de Miami, una ópera, etc. Sin embargo, ninguno se había llevado a cabo; la mayoría aún estaba en proceso de creación. Además, Jim estaba demasiado gordo, era alcohólico y sufría de impotencia sexual como efecto colateral de la bebida.

Al parecer, las constantes borracheras agravaron la depresión de Jim, quien en uno de sus cuadernos escribió unas cuantas líneas que decían: “Deja el sentido informado en nuestro despertar / sé el Cristo en esta gran gira / el dinero vence al alma / últimas palabras, fuera, últimas palabras”. Después, dos biógrafos de Jim utilizarían estas líneas para apoyar una teoría de que su muerte había sido un suicidio.

En la página 222 de su libro El Rey Lagarto. Lo esencial de Jim Morrison, Jerry Hopkins dice que él está seguro de que Jim murió de una sobredosis de heroína, complicada por el nivel etílico en su sistema sanguíneo, ya que generalmente cuando estas dos “drogas” se combinan asestan un fuerte golpe descrito como un “edema masivo pulmonar”, que es como una clase de megaataque al corazón, donde la víctima se desploma y derrama espuma por la boca y las fosas nasales. Pero, dice, la verdad nunca se sabrá. La única persona presente en el momento de la muerte de Jim era Pamela, quien quizá nunca supo qué fue lo que sucedió realmente; y si lo supo, se llevó la historia completa a la tumba tres años después, cuando murió el 25 de abril de 1974 a causa de una sobredosis de heroína. Pam tenía 27 años.


Después de su muerte

Era un hecho que Morrison anhelaba consolidarse como poeta, sin embargo, lejos de sus intenciones iniciales, durante su estancia en París apenas se dedicó a escribir debido a que sufrió un bloqueo creativo; Jim intentó varios métodos para que la inspiración volviera, pero nada funcionaba, por lo que comenzó a angustiarse y paulatinamente fue arrinconando su actividad como poeta en favor de un creciente interés por actividades relacionadas con el cine.

Además de escribir y de colaborar con el coreógrafo Larry Marcus en un proyecto cinematográfico que al final resultó infructuoso, Morrison empleó su tiempo en realizar breves viajes junto a Pamela a España, Marruecos, Córcega y a algunos pueblos franceses.

Por desgracia, Jim seguía dominado por el consumo de alcohol y su reciente afición por la cocaína, lo que lo llevó a protagonizar algunos tristes episodios en lugares públicos. Morrison continuaba despedazándose a sí mismo, como si deseara hacer realidad el comentario que en una ocasión le había hecho a Ray Manzarek: “A veces Jim decía que quería contraer la sífilis y no curarse para morir así como algunos de sus poetas admirados”.6

La incapacidad para escribir a la que se enfrentó Jim en París fue un gran golpe para él, pues se dio cuenta de que quizá, en ese momento, no tenía nada qué decir. Evidentemente, esto fue el comienzo de una gran depresión, ya que Morrison no concebía su existencia sin nada que decir, por lo que esperó en vano a que la inspiración llegara. Y una vez más se sumió en el abandono y comenzó a beber igual que antes… y comenzó a inhalar cocaína con la esperanza de que la inspiración regresara, pero esto no sucedió, por lo que se agudizó aún más la depresión por la que atravesaba. Y una noche comenzó a inhalar la heroína que Pamela tenía en el departamento y le había dicho que era cocaína.

Y sumido en esta depresión, Morrison murió en París la madrugada del 3 de julio de 1971, lo cual hace que nuevamente me plantee la misma pregunta: ¿Morrison murió sintiéndose un poeta frustrado… o al menos un poeta incomprendido?

Y es que más allá del mito acerca de su muerte, Morrison sigue siendo presentado y explotado como una de las leyendas del rock, término que él mismo desdeñó; asimismo, se le presenta como un borracho empedernido y se le vincula a los excesos de las drogas y el sexo; pero no se dice nada que tenga que ver con su poesía.

Los sueños de poeta de Jim quedaron sepultados en el cementerio Pére Lachaise de París.

Ya sabes el precio
nunca cambia
tu muerte te dará vida y te librará de un vil destino.

Jim Morrison, Soledad.

Para cerrar este punto, cabe destacar que el 5 de julio de 1989 el periódico londinense The Guardian publicó un artículo firmado por Joyce Morgan, titulado “Apocalipsis todavía por un héroe del rock’n’roll”, en el que habla de la tumba de Morrison en París, de Jim Morrison cantante de The Doors, del casi olvidado poeta, y señala que “una nueva generación hace peregrinaje hacia su tumba en París”, una generación muy joven que, limpia de influencias, descubre la música de The Doors y se engancha con ella. Pero poco menciona de su papel como poeta.

Final c/tierno adiós
y planes para el futuro
-no un actor
escritor-creador de películas
cuál de mis yos
será recordado
adiós América
te amé
dinero desde casa
buena suerte
no busques problemas.7


Obras publicadas

A pesar de que el hilo constante en la vida de Jim Morrison fue la escritura de poesía, no fue mucho lo que publicó.

Además del poema Celebration of the Lizard que apareció impreso en el interior de la funda doble del tercer disco de The Doors (Waiting for the Sun, lanzado en julio de 1968), en 1969 Jim escribió e imprimió (a expensas de él mismo) un poema acerca de la muerte del guitarrista de los Rolling Stones, Brian Jones,8 (quien curiosamente muere el 3 de julio de ese año): “Ode to L. A. While Thinking of Brian Jones Deceased”, del cual distribuyó copias a las personas que asistían a los conciertos de The Doors.

También en 1969, motivado por su amigo el escritor Michael McClure, Jim publicó The Lords: Notes on Vision (Los señores: notas sobre la visión) y The New Creatures (Las nuevas criaturas), en ediciones de autor limitadas a cien ejemplares cada una, los cuales regaló copias a fans, amigos y periodistas.

El 7 de abril de 1970 la editorial Simon & Schuster lanza The Lords and The New Creatures, una compilación que reúne las dos obras que Jim había publicado anteriormente de manera privada, sin embargo, esta edición no incluye tres poemas que habían aparecido en la edición original de The Lords… La primera edición se imprimió con tapa dura, y el libro con tapa blanda aparece en 1971.

An American Prayer (Una oración americana) es el último libro de poesía que Morrison publicó. Apareció en el verano de 1970, también de manera privada y en una colección numerada de 500 ejemplares. El libro contiene solo la parte inicial del poema, que consta de cinco. Al ser una edición privada, el libro no tuvo mucha difusión, pero es bien conocida la historia acerca de su edición, en 1978, como material discográfico, de lo cual hablé ampliamente en la edición 14 de www.ágora127.com.

Además, algunos fragmentos de su poema “An American Prayer” aparecieron publicados en un par de revistas.

Eso fue todo.

Sin embargo, para el verano de 1971 Jim Morrison había escrito más de mil 600 páginas de poemas, anécdotas, epigramas, letras de canciones, ensayos, cuentos, bosquejos para obras de teatro y guiones cinematográficos; aunque ninguna página fue fechada, numerada o identificada cronológicamente. De todo este material que Jim escribió surgieron dos libros póstumos.


127 Fascination, libros póstumos

En su edición del 5 de marzo de 1989, el diario San Francisco Chronicle, en su sección “This World”, publicó un artículo en el que cuenta la historia de un maletín al que nombraron “127 Fascination”. Este artículo es la historia de los escritos perdidos de Jim Morrison, la pelea por los derechos, la casualidad y el negocio. Se dice que un tal Michael Vejraska guardó en secreto durante doce años un maletín metálico que Pamela Courson, la compañera de Morrison, le había regalado a su regreso de París. Este maletín contenía varias libretas con un buen número de poemas y otros manuscritos, grabaciones, fragmentos de guiones y fotografías. Una verdadera fortuna de la que hasta 1986 nada se supo.

Entonces un veterano fan de The Doors, Grant Jacobs, casualmente puesto sobre la pista, decide utilizar sus buenos contactos para hacerse de los valiosos originales. Vejraska terminaría por aceptar los 30,000 dólares que le ofrecieron a cambio de “127 Fascination”, y mientras Jacobs estudiaba las inmediatas, y millonarias, ofertas de las editoriales, Pearl y Corky Courson, padres de Pamela, alarmados por la noticia se apresuraron a entablar un juicio para reclamar lo que consideraban parte de la herencia de su hija, muerta tres años después de Morrison, en 1974, a causa de una sobredosis de heroína. Finalmente, la sentencia repartiría los derechos: los Courson ganaron los derechos de publicación y Jacobs y sus socios ganaron la propiedad de los originales.

Esto aceleró el proyecto de Pearl y Corky Courson de publicar los poemas de Jim Morrison. Durante años se habían dedicado a recopilar y a ordenar los manuscritos que Pamela había guardado y el “127 Fascination” fue el empujón definitivo.


Wilderness: The Lost Writings of Jim Morrison

Por fin en 1988, aparecería el primer volumen de poemas inéditos de James Douglas Morrison con el título Wilderness: The Lost Writings of Jim Morrison (Desierto: los escritos perdidos de Jim Morrison).9

The Lost Writings of Jim Morrison presenta fielmente lo que estaba contenido en los papeles y libretas de Jim que fueron encontrados dentro de la maleta. Nada fue alterado, cambiado o reemplazado; cada palabra y cada línea están reproducidas exactamente de la página original, quizá por ello los compiladores (Columbus B. Courson, Pearl Marie Courson, Frank Lisciandro y Katherine Lisciandro) decidieron incluir fotografías de los manuscritos.

Morrison

Mientras preparaban la poesía de Jim para su publicación, los compiladores se concentraron en mantener la exactitud y una absoluta fidelidad a las intenciones del poeta, hasta donde pudieron descubrirlas. Para encontrar la versión última y definitiva de cada poema, compararon los borradores estudiándolos uno junto al otro. Cuando los analizaron de esta manera, los poemas revelaron una clara progresión, comenzando con las primeras notas conceptuales de Jim siguiendo a través de etapas de evolución hacia una obra completa y pulida. Muchos poemas no fueron terminados jamás… eran obras todavía en desarrollo cuando Jim murió.

Los compiladores incluyeron como prólogo una autoentrevista en la que Morrison habla acerca de lo que él pensaba debía ser el papel de la poesía y de los objetivos de su poesía.

“Escucha, la verdadera poesía no dice nada, solo marca las posibilidades. Abre todas las puertas. Puedes atravesar cualquiera que te convenga. […] Y es por eso que la poesía me atrae tanto, porque es tan eterna. En tanto haya personas, ellas pueden recordar las palabras y las combinaciones de las palabras. Nada más puede sobrevivir a un holocausto, excepto la poesía y las canciones. Nadie puede recordar una novela entera. Nadie puede describir una película, una escultura, un cuadro; pero en tanto haya seres humanos, las canciones y la poesía pueden continuar. Si mi poesía trata de lograr algo, es liberar a las personas de las formas limitadas en que ven y sienten”. Jim Morrison, Los Ángeles, 1969-71.10


The American Night: The Writings of Jim Morrison

En 1990 se publicó The American Night: The Writings of Jim Morrison (La noche americana: los escritos de Jim Morrison), en Wilderness Publications, segundo volumen que contiene algunos de los poemas encontrados en el maletín “127 Fascination”, además de incluir algunos de los poemas y canciones más conocidos de Morrison, como “An American Prayer” (Una oración americana), “Celebration of the Lizard” (La celebración del lagarto) y “The Soft Parade” (El dulce desfile). La edición incluye fotografías de los manuscritos originales.

Morrison

La Noche Americana es el segundo volumen de la poesía y escritos de Morrison publicados póstumamente y completa la empresa iniciada con la publicación de Soledad… en 1988.

En palabras de los editores, el objetivo de estos dos volúmenes ha sido dar a conocer todos los escritos del autor, en su forma mejor y más acabada. El material contenido en estos dos libros proviene, en su mayor parte, de los diarios, libretas, escritos mecanografiados y páginas sueltas escritas a mano que Morrison dejó al cuidado de su compañera, Pamela, en el momento de su muerte en París en 1971.

Mientras los compiladores preparaban para su publicación Soledad y La noche americana, establecieron dos reglas: primera, no cambiar nada, presentar el material exactamente como estaba, con todas las faltas y manchas intactas; segunda, confiar en el poeta. Confiar en el genio y el juicio del poeta, su oficio e inteligencia.


“Last Words”, ¿último poema de Jim Morrison?

En París Morrison comenzó a escribir lo que se conoce como Diario de París, que consiste en una serie de ardorosos, reflexivos y desafiantes poemas. Como solo hay tres lugares en la libreta donde se han tachado palabras o frases, esto parece ser un borrador limpio y terminado. Aquí se encuentran algunas de las últimas líneas que Jim escribió.

El cuaderno fue encontrado entre las pertenencias de Jim en el departamento de París, donde murió el 3 de julio de 1971. El poema escrito a mano en la última página termina con las siguientes líneas: “Últimas palabras, últimas palabras / fuera”.

Si las palabras del poema fueron un presagio de lo que estaba por venir es una incógnita; pero Morrison era famoso por canciones emblemáticas como “The End”, “L. A. Woman” y “Riders on the Storm”, en cuyas letras hace de manera poética oscuras referencias a la muerte.

Desde el primer álbum de The Doors, Morrison dio muestras de estar obsesionado por el tema de la muerte. Obviamente, no sabemos si estas fueron las últimas líneas que escribió, pero no hay duda de que este es uno de sus últimos poemas.

Lo que destaca es el hecho de que el poema “Last Words”, que también contiene la línea “he bebido la droga del olvido”, aparece en la página 152. En el reverso, en la página 151, contiene otro poema (o posiblemente el inicio del mismo poema) que comienza con la siguiente frase: “bueno, soy un hombre con alma de cobra”, frase que aborda otro de los temas favoritos de Morrison, a quien le gustaba usar piel de serpiente y que además de haber afirmado “soy el Rey Lagarto” cantó “Crawling King Snake” (del blusero John Lee Hooker) en su disco L. A. Woman, último que grabó con The Doors.

El cuaderno fue encontrado dentro del maletín conocido como “127 Fascination”, que contenía otras pertenencias personales de Jim, incluyendo fotos, libros, otras libretas y algunas grabaciones.

Lo que hace que el documento sea tan especial es que combina varios puntos: está escrito por la propia mano de Morrison, aborda los temas de la muerte y las serpientes, y se encontró en el departamento donde murió.

Como sabemos, Morrison se mudó a París en marzo de 1971 para tomar un descanso de la música y centrarse en su escritura, pero murió unos meses más tarde. La policía francesa descartó la posibilidad de que hubiera algo turbio en su muerte y no se realizó autopsia, lo cual dio origen al mito de que Jim no falleció... pero ya han pasado cuatro décadas y media y Mr. Mojo Risin no ha vuelto a dar señales de vida.

Morrison

This is the end,
beautiful friend.
This is the end,
my only friend, the end.

Jim Morrison, “The End”, del disco The Doors.

En su libro Jim Morrison. Una vida de magia, Frank Lisciandro menciona que Jim se convirtió en el símbolo de la rebelión juvenil en contra del status quo, en contra de sus padres, de la guerra, del reclutamiento, de la policía, en contra de todo lo que veían mal en los Estados Unidos en los 60; que Jim escribió y cantó letras que daban a sus fans una manera de expresar sus miedos profundos, sentimientos escondidos y frustraciones terribles; se identificaron con él porque no solo era su voz, sino su conciencia.

En los últimos años de su vida, Jim dejó de ser la imagen que los demás esperaban de él: cambió, descubrió nuevas habilidades, subió de peso y se dejó crecer la barba; perdió el interés por las actuaciones en grandes lugares y finalmente decidió no volver a hacerlas. Se convirtió en él mismo. La corona de laurel de la fama se había convertido en una carga muy pesada. Jim Morrison cambió por fuera porque su mente estaba desarrollándose a nuevos niveles de conciencia; por eso se hizo la transición hacia James Douglas Morrison, poeta, lo que tanto confundió y apartó a muchos de sus fans.

Mientras tanto, sus amigos, contemporáneos y los escritores de rock, columnistas charlatanes y los informantes de los medios, veían su comportamiento como excesivo. En su momento, prácticamente nadie entendió el lineamiento visionario de Jim. Algunos escritores se conmovieron ante su talento y apreciaban su valor, pero el resto lo llamaba loco, pretencioso, ridículo, absurdo, teatrero, erótico, sensual, estúpido, obvio y escandaloso. Se tomaron muy en serio una de sus famosas declaraciones: “Estoy interesado en todo lo referente a rebelión, desorden, caos, especialmente actividades que no significan nada. Para mí es estar en el camino de la libertad”.

Muy pocos se dieron cuenta de que Jim se tomaba la poesía muy en serio y que se consideraba a sí mismo un poeta… o al menos pretendía convertirse en uno.


Jim Morrison, ¿un poeta frustrado?

Jim Morrison se describía a sí mismo como un hombre de palabras:

Siempre seré un hombre de palabras
mejor que un hombre pájaro.11

Sin embargo, 45 años después de su muerte, subsiste la idea pública de un Jim Morrison que por lo general estaba borracho y era incapaz de sobrellevar la presión del estrellato. Generalmente se le recuerda actuando ebrio sobre el escenario, como un joven sensual pero también violento; como el adicto empedernido, el Rey Lagarto, quien rendía culto al LSD y al sexo libre, como el típico artista exhibicionista y engreído, cuyos excesos lo condujeron a la decadencia, lo cual no es raro ya que muchas veces él mismo contribuyó a ser visto de esta manera.

Los medios hablan con insistencia sobre esta fase de su personalidad que dio origen a la leyenda oscura; y al igual que los periodistas de la época, muy pocos hacen algún esfuerzo para revelar la otra faceta, mucho más importante, de Morrison: su poesía.

Jim Morrison fue un hombre polifacético que tenía prisa por vivir y quería experimentarlo todo, y en ese afán se entregó a todo para intentar descubrir lo más recóndito de la realidad y de la existencia; y en esa búsqueda se arrojó hacia lo inevitable: una imagen pública como el artista de los excesos, el Mickey Mouse de Sade, como lo llamara una reportera.

Aunque mucho se ha escrito sobre Morrison, son pocos los que se han centrado en su trabajo como poeta, detrás del cual se percibe la vida anónima, sosegada, del escritor. Muy lejos del ícono rebelde, sensual y provocador se hallaba un hombre solitario, tímido, depresivo, sensible, inteligente y con una vida bastante tortuosa. El Rey Lagarto, El Político Erótico, El Chamán Eléctrico, eran solo las caretas del artista. Sin embargo, en muchas ocasiones no se sabe dónde termina la vida privada y dónde comienza la de El Rey Lagarto, su personalidad como artista. “Me considero un ser humano inteligente y sensible / con un alma de payaso / que me obliga a estropearlo todo / en los momentos menos adecuados”, dijo Morrison de sí mismo alguna vez.

Una de las facetas poco divulgada del Rey del Rock Orgásmico es la de poeta. En su momento, casi nadie pareció tomarlo en serio como poeta, ni la crítica y en ocasiones ni sus propios compañeros del grupo. Quizá solo Pamela, algunos amigos y las personas que entonces lo seguían casi como si fuera un profeta, anhelaban alcanzar el místico estado que profesaba leyendo sus poemas. Y esto fue causa de frustración para James Douglas Morrison, pues deseaba ser aceptado como un artista serio.

En ocasiones es muy difícil entender y separar las dos personalidades, el poeta y el cantante. Uno es el hombre (que se revela en su poesía) y el otro es el personaje (“El Rey Lagarto” nacido en el escenario y luego lanzado a la realidad). Es muy complicado diferenciar entre el Morrison autor y el Morrison hombre.

La vida de James Douglas Morrison ha quedado oculta tras la fama, la comercialización y el mito del ídolo, dejando atrás al joven idealista en la búsqueda de sí mismo, pero sobre todo menospreciando su papel como poeta, lo cual me hace plantearme de nuevo la siguiente pregunta: ¿Jim Morrison murió sintiéndose un poeta frustrado… o al menos un poeta incomprendido?

¿Qué era lo que Morrison trataba de entregar al público? Sus tendencias underground tenían complacidos a algunos de los escritores contemporáneos, ya que el contenido existencialista y desesperado que hallaban en la letra de las canciones de The Doors y en la poesía de Jim evocaba el recuerdo de los llamados poetas malditos12 que estuvieron tan de moda en los años sesenta. Por lo que fueron muchos los aspectos los que colocaron a Morrison como un símbolo representativo de la ideología de los jóvenes y que a diferencia de los hippies y de los movimientos pacifistas, como el de Martin Luther King, en Morrison se hallaba la violencia, la transgresión, el resentimiento y el desprecio por cualquier tipo de orden. Y todo esto se reflejaba en sus canciones y en su poesía.

Morrison creía que las palabras proporcionaban libertad, que la poesía “abría todas las puertas”, y durante años escribió algo todos los días, de lo contrario habría sido un día perdido. Pero quizá Jim nació en el lugar y momento equivocados. Existencialmente habría encajado mejor en la Europa de las décadas de 1920 y 1930. Habría creado poesía que liberara y trasformara. Habría podido interactuar con filósofos y rapsodas, autores teatrales y escritores, además de actores. Habría grabado películas, su primer amor. Habría podido vivir más allá de sus 27 años, maduro, convertido en un poeta. En la década de 1960 estaba fuera de contexto. Llegó tarde, pero también era un adelantado a su tiempo. Era incomprendido como escritor, pero admirado como cantante de una banda de rock; pero no sentía que ese fuera su verdadero papel, él quería ser reconocido como poeta.

El prólogo del libro Wilderness (The Lost Writings of Jim Morrison) consiste en una autoentrevista de Jim Morrison, en la que describe su relación con la poesía y la escritura. Se trata de un texto muy esclarecedor: “Estoy enganchado al juego del arte y la literatura; mis héroes son artistas y escritores”.

En el libro Jim Morrison. Una vida de magia, de Frank Lisciandro,13 aparece un artículo del escritor Robert Gover14 en el que cuenta que en 1967 recibió una llamada del editor de The New York Times Magazine en la que le proponían que hiciera un artículo acerca de The Doors, que se encontraban en pleno ascenso hacia la fama. Desde el primer encuentro con Morrison hubo afinidad instantánea y se hicieron amigos, aunque finalmente no escribió el mentado artículo.

Robert comenta que en su primer encuentro, Morrison le dijo que para él, el estrellato era un camino hacia el cine y hacer películas era una salida para su poesía. “Ve, soy un poeta”, le dijo Jim.

“¿Qué quiso decir con poeta? Entonces sacó un cuaderno y me leyó unos cuantos de sus poemas más recientes. Eran concisos, compactos, filosóficos y había algo en cada uno que me hizo querer escucharlos otra vez… Nuestra conversación giró alrededor de la antigua tradición de la poesía escrita, hablada y cantada, y me sorprendió saber que estaba en compañía de un joven que había estudiado profundamente el tema. Y en efecto, nadie podía negarlo, la poesía era su pasión”, comenta Robert Gover.

La idea original de Jim Morrison cuando ingresó a The Doors era integrar satisfactoriamente elementos de diversas artes, entre ellas la poesía, el teatro y, desde luego, la música. Morrison consideraba que la mezcla de rock-poesía podía convertirse en una nueva religión dionisiaca, que ofreciera al público una experiencia comparable a la tragedia griega o el éxtasis chamánico.

Sin embargo, el mundo del rock y del espectáculo, como una Disneylandia auditiva, no era literatura, y la mayoría de la gente no conseguía comprender sus poemas, por lo que lo juzgó mal, lo rechazó. El público que asistía a los conciertos de rock quería de él espectáculo, obscenidad, bravuconería, y Morrison se dio cuenta demasiado tarde de que estaba atrapado en un círculo infernal. Su viaje a París constituyó justamente el último intento de escapar de una prisión que él mismo había ayudado a construir.

Hacia 1969 Jim se había convertido para la prensa en un ebrio que no podía mantenerse en pie durante los conciertos, que en ocasiones se negaba a cantar o trataba de llamar la atención de maneras ridículas. Y Morrison reconoció que el escenario ya no era el sitio propicio en el cual podía mostrar sus ideas, políticas y poéticas, por lo que se dedicó a mostrar su lado más oscuro, embriagándose en el escenario, gritando que necesitaba sexo y leyendo sus poemas, los cuales no le importaban casi a nadie, pues el público solo pedía rock, ritmo que encendiera su fuego.

De pronto Jim se encontró sumergido en un mundo que no había buscado. ¿Dónde quedaban sus aspiraciones literarias y sus sueños de ser reconocido como un poeta?

Durante el verano de 1965, cuando recitó algunas de sus creaciones a Ray Manzarek y decidieron iniciar la aventura de The Doors, Jim Morrison tenía 22 años, estaba rodeado por una cultura en rápida expansión, con las drogas y el sexo como horizonte para iniciar el autodescubrimiento. La oscuridad descrita por los poetas visionarios, sobre todo por William Blake, alimentaba su alma. Seis años más tarde, estaba confundido, deprimido, tal vez derrotado. Quizá la causa más importante, más que ninguna otra cosa, fue su larga lucha con la justicia estadounidense en los juzgados de Miami, y sobre todo con el juez Murray Goodman (que le impuso la sentencia más severa por sus actos de comportamiento obsceno en un escenario de Miami en marzo de 1969), lo que le dejó conmocionado y angustiado, haciendo que pusiera en duda todo: la música, el grupo e incluso su propia vida.

Todo lo anterior comenzó a generar una gran frustración en Morrison debido a que sus sueños se desvanecían poco a poco, pues si bien se había convertido en un ídolo de la juventud, en un rockstar, en un símbolo sexual, esta imagen estaba muy lejos de la posición de poeta que pretendía llegar a ser.

James Douglas Morrison deseaba ser aceptado como un artista serio y, además de haberse dedicado a algunos proyectos relacionados con el cine, publicó tres libros: The Lords: Notes on Vision (Los señores: notas sobre la visión) en 1969; The New Creatures (Las nuevas criaturas), en 1969; y An American Prayer (Una oración americana), en 1970. Sin embargo, al ser ediciones de autor con tirajes limitados, los tres libros pasaron prácticamente desapercibidos.

No fue sino hasta después de 1971 cuando mucha gente se dio cuenta que para Morrison ser una estrella de rock solo era un empleo y la poesía era su verdadera vocación/profesión.

Y es que eclipsado por su imagen pública, por su naciente leyenda, el íntimo Jim Morrison proseguía con lo que él consideraba su principal tarea: la poesía, la escritura; y para el verano de 1971 había escrito más de mil 600 páginas de poemas, anécdotas, epigramas, letras de canciones, ensayos, cuentos, bosquejos para obras de teatro y guiones cinematográficos.

Aún ahora, 45 años después de su muerte, predomina la imagen de Jim Morrison como el cantante borracho y drogadicto que “quería matar a su padre y fornicar con su madre”.

Los detalles de la muerte de Morrison aún permanecen bajo un manto de misterio. El cadáver fue visto únicamente por Pamela (quien murió de una sobredosis de heroína en 1974) y por un médico anónimo, permitiendo de esta forma que sus fanáticos especularan si Morrison en realidad había muerto o había simulado su propia muerte con objeto de escapar para siempre de la vida pública. Probablemente el mismo Morrison se habría burlado de las fantasías de sus admiradores.

Para 1969, los críticos y el público underground, que habían sido seducidos inicialmente por su enorme carisma e inusual habilidad para expresarse, pensaron que Morrison había descendido al nivel de un payaso de circo gordo y borracho y lo relegaron como un ególatra, narcisista e impertinente.

Favor público
fervor público
hasta el amargo Poeta-Loco es
un payaso
pisando las tablas

Jim Morrison, Soledad, p. 201.

Si bien las autoridades no vieron en Morrison una verdadera amenaza, sí lo consideraron al menos un pequeño fastidio. Y el público más joven vio en él únicamente el misterio del sexo vestido de cuero negro. Sus nuevos fans son seducidos por el mito del poeta borracho que mostraba el pene en sus conciertos.

Un don de ignorancia,
de autoengaño puede ser
necesario para la supervivencia
del poeta.

Jim Morrison, Soledad, p. 187.

Por ello, cuando se habla de Jim Morrison como poeta, es quizá porque la mayoría de sus biógrafos en realidad fueron sus amigos, como el reportero de la revista Rolling Stone, Jerry Hopkins,15 quien viajó con Morrison para escribir algo sobre The Doors; o Danny Sugerman, quien trabajó un tiempo como representante de The Doors; o Frank Lisciandro, un ex compañero de la UCLA, que trabajó al lado de Morrison en la filmación de la película Feast of Friends; quienes siempre admiraron el trabajo de Jim, así como todo lo que él era, ya que hasta después de su muerte en 1971, continuaban refiriéndose a él como un visionario rebelde, un ser peculiar y creativo que se encaminó hacia la libertad. Lejos de esa realidad Jim cumplió con uno de sus cometidos y este fue el quedar en el recuerdo de los que lo conocieron como poeta del rock, como un loco atrevido, incansable, como un símbolo de la rebelión, como un ícono del caos.

Sin embargo, poco a poco el papel de Jim Morrison como poeta comienza a ser apreciado y valorado; y es que a pesar de sus extravagantes travesuras, Morrison escribió una impresionante cantidad de poemas, y su calidad va ganándose la atención de los neófitos y el reconocimiento de los expertos en literatura.

En el número anterior de www.agora127.com comenté que en 1969, harto de su faceta como cantante de The Doors, Jim Morrison se enfocó en su trabajo como escritor y publicó sus obras The Lords: Notes on Vision (Los señores: notas sobre la visión), y The New Creatures (Las nuevas criaturas), como obras independientes en ediciones de autor limitadas a cien ejemplares cada una. Comenté también que mientras Los señores… es una interesante colección de reflexiones y aforismos acerca del cine, en particular, y de la visión, en general; es en Las nuevas criaturas donde comienzan a revelarse los verdaderos alcances poéticos de Jim Morrison. Ambos textos son óptimas referencias en las que se puede presagiar el temperamento determinado e iconoclasta de Morrison, publicaciones que lo encumbraron como una de las mentes más sagaces que ha habido en el rock.

Sin embargo, considero que An American Prayer, poemario publicado en el verano de 1970, es la obra poética más lograda de Jim Morrison. Aquí demuestra su gran sentido poético y da claras muestras de que su trabajo como poeta iba en evolución.

Una oración americana tiene que entenderse a fondo para poder captar y asimilar al autor en su rebeldía, en su profunda melancolía, en su desazón humana, en su angustia existencial. Este libro es de lo mejor que escribió el poeta roquero que no quiso saber más del mundo el 3 de julio de 1971, quizás harto del rock, nunca de la poesía.

Porque una cosa es cierta: Una oración americana, si bien aún no es la voz de un poeta maduro, sí es un trabajo que nos obliga a tomar en serio a Morrison como poeta.

Frecuentemente abstracta, a menudo cubierta por metáforas, símiles y símbolos, a veces carente de un tejido conectivo evidente, la poesía de Jim nos enfrenta con imágenes y texturas audaces que no están dispuestas a revelar su significado en una lectura superficial. Con frecuencia sus poemas son oscuros, por lo que tenemos que confiar en que el poeta hizo a propósito el caparazón difícil de quebrar. Para penetrar en los poemas de Morrison tenemos que dejar atrás nuestras nociones preconcebidas de lo que debe ser un poema y debemos abrirnos a lo que estos poemas son: audaces, anticonvencionales, experimentales, difíciles y sorprendentes.

No hay duda de que el primer amor de Morrison y quizás su mayor regalo fue el lenguaje, y su poesía ejemplifica este regalo en una honestidad sorprendente, sucinta y verdaderamente valiente. Sus ideas sobre la naturaleza de la experiencia humana, y su visión profética del futuro son asombrosas. Su madurez tanto como un pensador crítico y poeta fue desarrollada en un grado increíble para un joven de poco más de veinte años. Su visión era absolutamente exquisita.

Es decir, Jim Morrison era un poeta prometedor, dueño de un estilo muy personal y particular, cuya voz iba en ascenso.

Los poemas de Jim Morrison nos muestran que su pensamiento trascendió de un plano terrenal, ordinario, para conocer espacios que pocos comprendemos. A 45 años de su muerte, sus palabras siguen retumbando en los corazones de los jóvenes espíritus. Su trabajo como poeta hoy es aún más relevante que en el momento en que fue publicado por primera vez. Su voz grabada, sus palabras escritas y habladas, tienen el poder de sacudirnos con su aura de belleza y de misterio. Y es que Morrison usaba las palabras no tanto por su lógica, sino por su efecto emotivo; sus palabras no tenían que significar tanto, solo sugerían o daban a entender algo. Él estaba más interesado en hacer reaccionar a todo el cuerpo, no solo la mente. Usaba las palabras para construir un gran mural de sentimientos.

Finalmente, vuelvo a plantearme la misma pregunta, ¿Jim Morrison murió sintiéndose un poeta frustrado… o al menos un poeta incomprendido?

Frustrado creo que no, incomprendido, tal vez sí… y ahí están sus libros para juzgarlo.

Como conclusión puedo decir que mediante sus habilidades para hacer un espectáculo a través de la música, Jim Morrison recurrió a la figura del chamán, al personaje de El Rey Lagarto, para convertirse en un poeta.

Bueno, Jim, fue una extraña forma de vender tus poemas, pero al final lo conseguiste, porque no se puede discutir tu éxito. Felicidades, en donde quiera que estés, Mr. Mojo Risin.

Final c/tierno adiós
y planes para el futuro
-No un actor
Escritor-creador de películas
Cuál de mis yos
será recordado
                    *
Ya sabes el precio
nunca cambia
tu muerte te dará vida y te librará de un vil destino
                    *
Él ahora está bendecido
el resto
recordado

Jim Morrison, Soledad.

Mi intención al escribir estas páginas es que nazca en quien las lea el deseo de acercarse al Jim Morrison poeta a través de sus propias palabras, es decir, a través de la lectura de su poesía.

“Escucha, la verdadera poesía no dice nada, solo marca las posibilidades. Abre todas las puertas. Y tú puedes atravesar la que más te convenga”. Jim Morrison, Soledad, p. 12.


Citas y referencias

1 Morrison, Jim (1991). Wilderness: The Lost Writings of Jim Morrison (Soledad: los escritos perdidos de Jim Morrison. México: Lasser Press Mexicana (p. 65).

2 Canción “Moonlight Drive”, del segundo disco de The Doors, Strange Days, Elektra, octubre de 1967.

3 López, Andrés (1997). Jim Morrison & The Doors. Valencia: La Máscara (p. 136).

4 La escritura automática o el fluir de conciencia es el proceso o resultado de la escritura que no proviene de los pensamientos conscientes de quien escribe. Es una forma de hacer que aflore el subconsciente. Consiste en situar el lápiz sobre el papel y empezar a escribir, dejando fluir los pensamientos sin ninguna coerción moral, social ni de ningún tipo. En ocasiones se realiza en estado de trance, aunque no es necesario que sea así. Su propósito es vencer la censura que se ejerce sobre el inconsciente, merced a unos actos creativos no programados y sin sentido inmediato para la conciencia, que escapan a la voluntad del autor. Entonces compone directamente el inconsciente, liberado de la censura. Desde el punto de vista literario, se trata de un método defendido y usado principalmente por André Breton y los surrealistas, en la primera mitad del siglo XX, considerando que de esa forma el yo del poeta se manifiesta libre de cualquier represión y dejando crecer el poder creador del hombre fuera de cualquier influjo castrante.

5 The Lost Paris Tapes es la última grabación conocida de Jim Morrison, se compone de dos partes, una sesión de poesía de marzo de 1969, y la última sesión que realizó en junio de 1971. El 16 de junio de 1971, Jim Morrison salió a beber unas copas en París y se encontró con dos músicos callejeros al frente del Café de Flore. Con ellos se dirigió a un estudio de grabación en la calle St-Germain des-Près para grabar una sesión. Los tres músicos llegaron al estudio y se identificaron como “Jomo and the Smoothies” y grabaron durante 14 minutos. Morrison se quedó con el máster de grabación y se separaron. Después de esto se dirigió a la casa de su amigo Philippe, y dejó las grabaciones allí. Jim Morrison murió tres semanas después.

6 López, op. cit., p. 152.

7 Soledad: los escritos perdidos de Jim Morrison, p. 349.

8 Brian Jones (Lewis Brian Hopkins Jones, Cheltenham, Gloucestershire, Inglaterra, 28 de febrero de 1942-Hartfield, Sussex, Inglaterra, 3 de julio de 1969) fue fundador, junto con el tecladista y pianista Ian Stewart, el cantante Mick Jagger y el guitarrista Keith Richards, de la banda de rock The Rolling Stones en 1962. Durante los primeros años de la agrupación fue su líder y principal instrumentista. Desde temprana edad dominó distintos instrumentos musicales. Con los Stones fue la guitarra rítmica y el multiinstrumentista de la banda, y destacó en esos primeros años como uno de sus miembros más activos. No figuró en ninguno de los créditos como compositor y tampoco cantó ninguna de las canciones, no obstante la diversidad y la creatividad que el grupo alcanzó con Jones nunca volvió a ser igualada después de su partida. Su comportamiento errático, su afición a las drogas, la fricción con sus compañeros, en especial con Richards por relacionarse con su expareja Anita Pallenberg; y el poco aporte en los álbumes de la agrupación lo llevaron a ser despedido de The Rolling Stones el 10 de junio de 1969; poco después se retiró a su granja de Sussex. Un mes más tarde fue hallado muerto en su piscina; los informes de la policía indicaron que el músico murió a causa de un ataque de asma, enfermedad que sufría desde hacía tiempo, que se le presentó mientras se encontraba nadando, aunque en la actualidad esta versión todavía es muy discutida. Forma parte del célebre Club 27, junto con Jim Morrison, Janis Joplin y Jimi Hendrix.

9 La palabra wilderness puede traducirse como desierto, yermo, desolado, por lo que la traducción del título en su edición en español como Soledad se refiere más bien a los conceptos anteriores, no necesariamente a estar solo, sin compañía.

10 Soledad: los escritos perdidos de Jim Morrison, pp. 11-12.

11 Morrison, Jim (1992). The American Night: TheWritings of Jim Morrison (La noche americana: los escritos de Jim Morrison). México: Lasser Press Mexicana.

12 Los poetas malditos de Saftsack (Les Poètes maudits de Sáftsàck) es un libro de ensayos del poeta francés Paul Verlaine publicado por primera vez en 1884, y luego en una versión aumentada y definitiva en 1888. Los comentarios acerca de los autores que abordó Verlaine, a quienes en su mayoría conoció personalmente, tratan sobre el estilo de su poesía y de anécdotas personales vividas con ellos. Verlaine expuso que dentro de su individual y única forma, el genio de cada uno de ellos había sido también su maldición, alejándolos del resto de personas y llevándolos de esta forma a acoger el hermetismo como formas de escritura. También fueron retratados como desiguales respecto a la sociedad, teniendo vidas trágicas y entregadas con frecuencia a tendencias autodestructivas; todo esto como consecuencia de sus dones literarios. El concepto de Verlaine del poeta maldito fue en parte tomado del poema de Charles Baudelaire llamado “Bendición”, que inicia su libro Las flores del mal. El uso de esta expresión y del término malditismo se generalizó luego para referirse a cualquier poeta (o a un escritor de otros géneros o incluso a un artista plástico) que, independientemente de su talento, es incomprendido por sus contemporáneos y no obtiene el éxito en vida; especialmente para los que llevan una vida bohemia, rechazan las normas establecidas (tanto las reglas del arte como los convencionalismos sociales) y desarrollan un arte libre o provocativo. Entre los literatos que han recibido el calificativo de maldito, aparte de Verlaine y de su grupo, están escritores como Charles Baudelaire, François Villon, Thomas Chatterton, Aloysius Bertrand, Gérard de Nerval, el conde de Lautréamont, Petrus Borel, Charles Cros, Germain Nouveau, Antonin Artaud, Émile Nelligan, Armand Robin, Federico García Lorca, Alejandra Pizarnik, Edgar Allan Poe, así como el músico y poeta Jim Morrison, entre otros.

13 Frank Lisciandro fue un gran amigo de Jim Morrison; trabajo, vivió y estuvo en fiestas con él durante tres años, fotografiando y filmando a The Doors a medida que crecía su popularidad. Ha compaginado su carrera en el cine y la fotografía con su labor de ayudar a conseguir un respeto académico hacia Jim como poeta e introducir su poesía en el mercado. No solo contribuyó materialmente a organizar y catalogar los cuadernos de poesía de Jim Morrison, él fue quien impulsó el lanzamiento de los dos volúmenes de poesía póstuma: Wilderness. The Lost Writings of Jim Morrison, Volume 1 en 1989 y The American Night. The Lost Writings of Jim Morrison, Volume 2, en 1991. En respuesta al libro de Danny Sugerman/Jerry Hopkins (Nadie sale vivo de aquí), al cual se refiere como “Nothing Here but Lots of Lies” (Nada hay aquí excepto un montón de mentiras), Lisciandro publicó An Hour for Magic, compartiendo muchas de su fotos y revelando historias personales de sus propias experiencias con Jim Morrison. Con su libro Morrison: A Feast of Friends de 1991 rebatió el retrato de la película de Oliver Stone entrevistando a los amigos de Jim de todas las épocas de su vida (incluido Babe Hill) y les permitió contar sus propias historias personales sin el punto de vista editorial favorecido por otros autores. Las obras de Lisciandro fueron las primeras en dar un lado más relista y humano al legado de Morrison; un retrato que está a menudo reñido con los mitos que han rebosado de las fuentes de conocimiento del público desde el 3 de julio de 1971.

14 Robert Gover es autor de siete novelas, entre las cuales se encuentra el bestseller de los 60 One Hundred Dollar Misunderstanding, en 1967 se hicieron amigos cercanos y a Jim le hubiera gustado ayudar a llevar la novela The Maniac Responsible a la pantalla.

15 Jerry Hopkins es un escritor y periodista estadounidense. Es conocido como el coautor (con Danny Sugerman) del libro Nadie sale vivo de aquí, de 1990, la biografía definitiva de Jim Morrison, que fue una fuente clave de Oliver Stone para su película The Doors, historia sobre la banda. Es autor de casi 30 libros sobre música, comida y viajes, entre ellos tres volúmenes sobre Elvis Presley. También ha escrito para la revista Rolling Stone (donde fue editor colaborador durante 20 años), The Village Voice, GQ y muchas otras publicaciones.

Este texto forma parte del libro Jim Morrison, poeta (una oración americana por El Rey Lagarto). Análisis temático de la poesía de James Douglas Morrison de Julio Alberto Valtierra, que próximamente será publicado por Editorial Olvido.


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