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La Casa Zuno

Elvia Rosa Velasco Covarrubias

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Fotografías de la galería: Sol Ortega Ruelas,
Sayri Karp Mitastein, Javier García Moreno
Luis Ernesto Lara Plascencia y Luis Vargas Ayala

Para hablar de la Casa Zuno es fundamental primero decir qué es, cuáles son los significados que encierra, quién fue José Guadalupe Zuno Hernández y por qué es ahora una dependencia de la Universidad de Guadalajara.

Para la mayoría de las personas tener una casa implica la inversión de muchos años de trabajo y esfuerzo; al buscar una propiedad y encontrar la mejor opción para la familia se adquiere una sólida respuesta a las expectativas. Para Guadalupe Zuno no fue diferente hacerse de su patrimonio.

“Anteriormente, cuando fui diputado, en el Congreso había recibido en dos ocasiones donativos de cinco mil pesos. Con eso y mis economías pude adquirir la cuarta parte de la manzana donde se encuentra mi casa, que me vendió el almacén La Ciudad de México a cuatro pesos metro cuadrado. Después adquirí para mi mamá la esquina adyacente, por el lado de la calle Simón Bolívar, en la cual había una casa construida por el presbítero Francisco Vázquez Chávez. Aún era presidente municipal cuando procedí a mejorarla y a levantar la mía con los proyectos que hizo el ingeniero Manuel Legarreta” (Zuno, 1958: 176).

La Casa Zuno fue edificada entre los años 1922 y 1926 para ser la residencia de la familia Zuno Arce encabezada por José Guadalupe Zuno Hernández, quien no sólo la mandó edificar, sino que también participó activamente en su construcción. Conocida también como la Casa de Tezontle, pues el carácter particular se lo da el empleo de esa piedra de origen volcánico y color rojizo pardo, de textura áspera que cubre prácticamente todas las fachadas, el estilo que domina en la realización del inmueble es el denominado nacionalista colonial, muy peculiar por sus mezclas, su eclecticismo particular que toma los moldes de la decoración de épocas que van desde la prehispánica, la colonial e, incluso, hasta la neoclásica, esta casa fue una de las primeras en construirse con el nuevo estilo y sirvió de parámetro para otras que se construyeron a partir de ella; fue ejemplo del nuevo espíritu social de los primeros años de la posrevolución. Su arquitectura guarda valores que la convierten en parte del patrimonio cultural de la ciudad y del estado.

La Casa Zuno se encuentra ubicada en la avenidas Unión número 275 y José Guadalupe Zuno Hernández —nominada así para honrar la memoria del gobernador Zuno— número 2226 de la Colonia Americana, en Guadalajara, Jalisco. La casa es considerada un monumento edificado de relevancia artística, se encuentra en el perímetro B siendo éste área protegida por el gobierno del estado a través de la Secretaría de Cultura. Además forma parte del llamado Paseo Chapultepec, sitio caracterizado por ser un corredor cultural1 con diversas actividades artísticas y académicas, algunas dentro de las casas patrimoniales de la zona como la Casa ITESO2 Clavigero,3 diseñada por Luis Barragán,4 o el Rojo Café, por mencionar una de las acondicionadas como restaurante tipo galería con espacio escénico; otras acciones se llevan a cabo en la vía pública con la agenda cultural promovida por el municipio, como la realización de conciertos, exposiciones fotográficas y variadas actividades que incluyen venta de artesanías por los camellones de la avenida Chapultepec, desde la confluencia de la avenida México hasta Washington.

De acuerdo con el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios de la UNESCO, (ICOMOS por sus siglas en inglés)5 una zona urbana protegida es “una zona urbana protegida es toda aquella parte de una población que representa un periodo histórico o una fase de su desarrollo. Incluye los monumentos y el entramado urbano original, en el que las construcciones expresan el valor cultural por el que se protege ese lugar” (ICOMOS, 2011).

Paradójicamente, Jalisco es uno de los estados de la República que cuenta con más leyes para la protección del patrimonio y es donde más se destruye; la Ley del Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Jalisco y sus Municipios entró en vigor desde el 2007 y se reformó en 2009, sin embargo está pendiente de aprobación una nueva ley en la materia. Mientras que eso sucede no se aplican los reglamentos o no existen; tampoco se cuenta con inventarios de las fincas patrimoniales, situación que de no atenderse seguirá afectando al patrimonio edificado de la Colonia Americana (y al perímetro B), la cual ha venido cambiando su fisionomía por la demolición indiscriminada de fincas y la construcción de altos y modernos edificios. La Colonia Americana fue trazada en 1898 al poniente de la ciudad; se optó por buscar su embellecimiento con áreas verdes y el ensanchamiento de las calles. Para su trazo se adoptaron patrones urbanos europeos; destaca el diseño diagonal de sus calles que representaron “el primer rompimiento drástico de la cuadrícula” y la dimensión de sus manzanas que fueron más pequeñas, considerándose como un modelo urbano “higienista”, pues se abastecía a los colonos mediante un sistema de agua potable, de servicios sanitarios y eléctricos. Las colonias residenciales del poniente no nacen sólo como una forma de distinción elitista, en realidad son producto de nuevos lenguajes, prácticas y representaciones de la ciudad (López, 2011, p.25).

La Casa Zuno se levanta un metro del nivel del piso, la constituyen tres plantas y un sótano; su distribución original era la siguiente: en la planta baja circundaban la casa los jardines, se encontraba también la notaría y la cochera; en la segunda planta estaba la terraza de ingreso, recibidor, pasillo, patio con corredores, recámaras, sala, comedor, cocina, biblioteca, baños y dos escaleras de ingreso a la azotea. En el tercer nivel o azotea, de amplios espacios tipo terrazas, algunos con bancas, se localizaban dos habitaciones más, una utilizada como estudio y la otra como recámara. El sótano cumplía la función de almacén.

A más de noventa años de iniciada su construcción, la Casa Zuno es testimonio indudable de que sólo el paso del tiempo puede otorgar la valoración objetiva de su relevancia.

Debido a su valor artístico y arquitectónico, así como por haber sido construida y habitada por el licenciado José Guadalupe Zuno Hernández, singular personaje que tuvo la capacidad de promover una cohesión regional y cultural mediante la integración primero del grupo denominado “Los Bohemios”, fuertemente influenciados por las ideas comunistas, posteriormente la creación de una corriente política radical estrechamente vinculada a los movimientos de la entidad, caracterizada por su marcado regionalismo. En otras entregas se profundizará sobre estos distintivos de José Guadalupe Zuno Hernández; de momento mencionamos que durante su vida se dedicó, además de la política, a promover el arte, los artistas, la educación y la cultura.

Durante casi medio siglo el inmueble cumplió su destino de residencia familiar. Actualmente es considerada una de las mejores fincas de la ciudad por su originalidad y estado de conservación, además es testimonio vivo de las ideas estéticas que caracterizaron los primeros años de la posrevolución; en ella se plasmaron el trabajo de notables artesanos y artistas de la época; como lo señaló Avelino Sordo (1998), es una de las últimas sobrevivientes de la arquitectura neocolonial.

El proyecto original de construcción estaba al cargo del ingeniero Manuel Legarreta, que reproducía el estilo chalet recurrente en esa zona de Guadalajara, pero después se cambió atendiendo a la vinculación que Zuno tenía con artistas plásticos a quienes conoció en años anteriores en la Ciudad de México; entre este grupo de amigos se encontraban Gerardo Murillo (el doctor Atl), David Alfaro Siqueiros, Xavier Guerrero, Juan Olaguíbel, Amado de la Cueva e Ignacio Asúnsolo, quienes instaron y convencieron a Guadalupe Zuno, que para entonces ya era gobernador de Jalisco, de buscar una arquitectura de corte nacionalista, así es como el proyecto quedó en manos del ingeniero y arquitecto Arnulfo Villaseñor (muy amigo del doctor Atl), seguido muy de cerca por Zuno y sus amigos y por supuesto bajo la dirección de todos. En algunas ocasiones los amigos, en su papel de críticos, obligaban a quitar o a poner algo; sus viajes a Guadalajara eran temidos por el arquitecto Villaseñor y hasta por el propio Zuno. La intervención de estos artistas derivó en la creación de una obra colectiva única y original.

El proyecto contó con el sustento de un ejército de personas, quienes lo hicieron suyo; armonizados bajo un bien final, inspiraron confianza y demostraron tener un perfil responsable y especializado, así se integraron hábiles canteros, ladrilleros, carpinteros y, por supuesto, amigos y familiares de José Guadalupe Zuno, quienes apoyaron la construcción desde diferentes frentes.

“Carlos Orozco Romero se encargó del diseño de la cocina; Ramón Córdova hizo en su fábrica de azulejos los que se necesitaron; Rodrigo Camacho trajo de la costa el cedro y las maderas necesarias; Rafael Michel Rosales proporcionó el tezontle, que obtuvo de sus propiedades cerca del cerro de Tequila, la cantera la sacaron del ejido de Atotonilquillo” (Zuno, 1958: 176).

La arquitectura tiene la cualidad de ser un objeto cultural dentro del paisaje cotidiano, que casi siempre pasa desapercibido para los observadores, no así para la Casa Zuno, generalmente advertida por los transeúntes, resaltando por sus peculiaridades. El arquitecto Cuauhtémoc de Regil (1998) afirma que las características de la casa la convierten en un ejemplo de los albores de la arquitectura nacionalista mexicana:

“Este estilo surgió en un momento de crisis de identidad nacional. La arquitectura mexicana estaba en el debate entre lo tradicional, colonial y prehispánico y las tendencias modernas de auge en Europa y Estados Unidos; además de la resistencia de la sociedad mexicana a incorporarse a los movimientos modernos y a abandonar el estilo ecléctico muy de moda durante el porfiriato. Los estilos que se estudiaban y las construcciones más importantes se limitaban a reproducir estilos o modas imperantes”.

“[…] La revolución social cargó de preocupaciones a los constructores en la búsqueda por definir una arquitectura propia mediante la recuperación de estilos perdidos del México prehispánico, de la Colonia o de la República Independiente; y de diferentes lenguajes como parte de los nuevos símbolos de la sociedad y del estado revolucionario. La búsqueda de una identidad cultural dentro de la nueva organización social obligaba a recurrir a los antecedentes que se tenían al alcance para reproducirlos con algunos cambios y variantes” (De Regil, 1998: 14-16).

No obstante, en el proyecto espacial del edificio las referencias coloniales no existen, toda la vivienda está revestida con elementos extraídos del pasado que refleja una actitud de recuperación del repertorio formal colonial. El patio central es la única pervivencia de la tradición colonial; el corredor de ingreso es un elemento angloamericano, nacionalizado con el adornado de columnas barrocas salomónicas.

El empleo de adobes seguía siendo generalizado en esa época, pero en la Casa Zuno se emplearon materiales modernos como el ladrillo de barro cocido y las viguetas de acero en el techo. Los cimientos son de mampostería de piedra, los muros son de ladrillos de diferentes espesores, los entrepisos y los techos son de bóveda de ladrillos sobre viguetas. Las azoteas están cubiertas con ladrillos y hormigón; revestimientos con azulejos de talavera en la cocina, e importados en los baños.

En los aparentes se utilizó el tezontle y la cantera; estos elementos del estilo colonial son de la Ciudad de México y no tapatíos, lo que convierte a la casa en un ejemplo neocolonial de la capital del país, según lo expresa el arquitecto De Regil (1998). La integración plástica de su arquitectura es ejemplo de la búsqueda de identidad nacionalista mexicana. Pero la construcción tiene códigos expuestos, íconos precisos que reflejan aspectos de la cultura local y acercan a la forma de pensamiento que determinó su construcción.

Las primeras construcciones del nacionalismo neocolonial se realizaron en la Ciudad de México hacia 1920, utilizando formas decorativas del plateresco, aleros con tejas sobre las ventanas, rejas de hierro forjado, azulejos, recubrimientos de ladrillos, etcétera, y se consolida entre los años 1922 y 1923. Se buscaba una filosofía nacional en el arte y en lo social. La Casa Zuno cumple a cabalidad con estas especificaciones, sin embargo se aprecia que la visión social de los participantes del proyecto se fundaba en sus ideales; al respecto viene a cuento el análisis realizado por Carlos Monsiváis de cómo se vive el nacionalismo en lo social:

“La manifestación popular del orgullo patrio adquiría nuevos matices completamente ajenos a las formas tradicionales, estas formas han sido copiadas de manifestaciones patrióticas de otros pueblos y culturas, algunos han visto esta nueva forma de manifestarse como una invasión cultural proveniente del extranjero que amenaza la identidad nacional y la forma de manifestarla por parte del mexicano. El nacionalismo es un complejo de imágenes, mitos y artículos impuestos por la burguesía en el poder. México siempre ha sido una nación, sólo que no siempre fue de ‘mexicanos’, siempre existió una fuerte identidad regional y cultural que unificaba a los individuos en pequeños núcleos sociales que les daban una identidad más afín que el título nacional de mexicano” (Monsiváis, 1987).

El estado utilizó el nacionalismo como una herramienta para aglomerar a la población bajo una sola etiqueta, una unidad más manejable, además de que esta idea justificaba al estado como una institución nacional, es decir, propiedad de la nación. Una prueba de este intento es el hecho de que hay más estudios de los regímenes revolucionarios (o posrevolucionarios) que de los anteriores a la Revolución Mexicana. Las virtudes del nacionalismo pueden variar según la ocasión o la necesidad del discurso oficial, unas veces se puede ser víctima, otras redentor, otras oprimido y otras veces conquistador.

De acuerdo con el doctor Agustín F. Basave Benítez (2006), en su texto El nacionalismo, en donde plantea y afirma que el levantamiento revolucionario detonó un ensimismamiento en el cual los mexicanos se volcaron sobre sí mismos y se esforzaron por crear ideas y expresiones culturales propias. Aunque esa introspección gestó también el indigenismo, en buena medida trajo consigo la aceptación del mestizaje como sinónimo de identidad nacional. Se dio entonces una eclosión de creatividad y originalidad.

En medio de la construcción del proyecto revolucionario aparecieron las primeras corrientes o escuelas mexicanas de pintura (el muralismo), música (la música nacionalista), literatura (la novela de la Revolución), cinematografía (la época de oro del cine mexicano). Por primera vez México dejaba de imitar y era imitado. Hacia el final del siglo XX la gran mayoría de los mexicanos nos percibíamos a nosotros mismos como mestizos.

La Casa Zuno tiene elementos artísticos notables en casi todos sus espacios. Enmarcada en toda su extensión por elementos de cantera de impecable manufactura y calidad, el trabajo es notable especialmente en las columnas, tanto las de la terraza de ingreso como las que se encuentran adosadas en las esquinas de la casa.

El doctor Arturo Camacho (1998) nos explica que las tallas en madera de la puerta principal de la casa son una clarísima expresión de la ideología comunista del propietario y de los artistas involucrados en la construcción y diseño de la casa. En la puerta se muestran escenas talladas en relieve (tal como lo hicieron los frailes del siglo XVI para difundir el evangelio) que se contraponen antagónicamente; en un lado se puede observar un burgués que duerme sobre dinero mientras que en el otro vemos a un minero tratando de tomar agua después de un pesado trabajo en las minas. Una mujer disfrutando de la frivolidad mientras que en la contraparte apreciamos a una indígena abrazando a unos niños. En diferentes partes están talladas hoces y martillos, pero el mensaje es muy claro en uno de los cuarteles de las puertas: “El que no trabaja no come”.

En la biblioteca hay una banca también con temas revolucionarios: la marcha de los obreros, un salón de clases y una familia de campesinos; los dibujos de la banca y la puerta están inspirados a partir de los de trazos originales de Amado de la Cueva, Xavier Guerrero y Guadalupe Zuno; el tallado es de Juan Hernández, magnifico operario (Camacho, 1998).

En la sala, en todas las alcobas, en la biblioteca y en el comedor realizaron decoraciones al fresco Xavier Guerrero, David Alfaro Siqueiros, Roberto Reyes Pérez y Amado de la Cueva principalmente. Aunque no firmaron su obra sus estilos están muy presentes; esta situación demuestra la congruencia de sus convicciones.

Los mosaicos agrupados en la casa fueron hechos en Tonalá al modo tradicional (arcilla cocida y pigmentos naturales); las imágenes que forman son combinaciones de dibujos ancestrales de animales, plantas y personas. Las habitaciones están adornadas en la parte alta con cenefas hechas con elementos clásicos, prehispánicos, coloniales y modernos. Sobre las puertas hay imágenes que evocan canastas con flores y en el centro del techo hay imágenes de palomas, plantas y figuras geométricas, lo que hace presente la experimentación en el diseño. Todos estos adornos están hechos con pigmentos naturales, predominando el verde vegetal, los cafés y el rojo tierra.

Así pues, la primera función de la casa fue servir de vivienda a la familia Zuno Arce; la distribución de los espacios dan la organización de la vida doméstica de una familia acomodada. Pero representa algo más, no es la casa de una persona ordinaria, es la casa de un político, pero no es cualquier político, es el gobernador del estado; pero no cualquier gobernador, es la casa del fundador de la Universidad de Guadalajara. Lo que representa la casa es un reflejo de la ideología de Zuno. La casa fue motivo de fuertes críticas contra su persona. Sus enemigos políticos lo tacharon de burgués y de nuevo rico, mientras que él mismo consideraba como falsas tales acusaciones.

Notas

1 Antiguamente conocido como Paseo Laffayete, desde 1948 se efectuó la urbanización
   y se le denominó avenida Chapultepec. Se distingue por sus amplios corredores,
   arboledas, esculturas y por las casas patrimoniales que lo circundan. A partir del año
   2004 el Ayuntamiento de Guadalajara promueve diversas actividades artísticas
   destacando exposiciones fotográficas y el CowParade. Oficialmente se le denominó
   como corredor cultural a partir de los Juegos Panamericanos del 2011. Se caracteriza
   por ser un espacio público cultural muy apreciado por los ciudadanos.
2 Centro académico y cultural de la universidad jesuita de Guadalajara, el Instituto
   Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).
3 Como homenaje al ilustre jesuita Francisco Xavier Clavigero, quien fue un estudioso
   de la filosofía moderna y maestro dedicado, con una especial inclinación por el trabajo
   con los indígenas.
4 Luis Barragán (1902-1988), uno de los arquitectos más importantes del siglo XX,
   construyó la casa entre 1929 y 1930.
5 International Council on Monuments and Sites (ICOMOS).

Referencias bibliográficas

Becerra, Gloria; Camacho Becerra, Arturo; De Regil, Cuauhtémoc; Huízar Zuno, Javier;
         Sordo Vilchis, Avelino (1998). La Casa Tezontle. Guadalajara: Universidad de
         Guadalajara.
González Huezo, Arabella (coord.) (2007). Guía arquitectónica esencial, zona metropolitana
         de Guadalajara
. Guadalajara: Secretaría de Cultura del Gobierno de Jalisco.
López Moreno, Eduardo (2002). La cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana.
          Guadalajara: UdeG-ITESO.
Monsiváis, Carlos. Revista Nexos. Año X. Volumen 10. Número 109.
Zuno Hernández, José Guadalupe (1958). Reminiscencias de una vida. Guadalajara:
         Biblioteca de autores jaliscienses modernos.

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