Logo

Roma, la fotogénica

Luis Rico Chávez


¡Les digo que sí estuve en Roma! No me importaba tomarme fotos, a mí me interesaban los testimonios de la arquitectura, de la historia, de todo lo que hace eterna a esa urbe de los Césares. Y claro que todas esas fotos las tomé yo, me indigna que me digan que las descargué de internet. Sí, esa se parece a un fotograma de una de las tantas versiones de Misión imposible  y de no sé qué otras tantas películas, pero a qué director no le gustaría inmortalizar en su obra las imágenes de esa ciudad que te apabulla con sus vistas infinitas. Roma es una ciudad fotogénica, no creo que nadie, por malo que sea para la fotografía, se regrese de un viaje por la capital italiana sin al menos una excelente toma, que siempre será su orgullo. Si tienen un poco de paciencia, van a ver la foto en la que aparezco. Estoy en una plaza, un bosquecillo ubicado sobre El Quirinal, una mañana lluviosa, un espectáculo inolvidable. Que no… yo tomé la foto, no la descargué de ninguna aplicación… ¿Puedo continuar? Descubrimos esa fuente por accidente. Lo mejor de conocer nuevos lugares es cuando te extravías y caminas por calles (para ti) inexploradas, por espacios insospechados, que no aparecen en los mapas de turistas y de los que los guías pocas veces hablan. Su abuela y yo caminábamos a orillas del Tíber y luego, al azar, tomábamos cualquier dirección. Aquella mañana amaneció nublada. Y ya saben, en días como esos su abuela siempre prefería quedarse encerrada en el hotel, pero la convencí de que saliéramos. ¡Estábamos en Roma, no en un pueblito de la zona metropolitana! Llegamos a la altura de la Plaza de España (tuve que convencerla de subir todas esas escaleras). Por suerte, cuando alcanzamos la cima, la vista le agradó. Había empezado a caer una ligera llovizna y no había ningún alma, pero ella se sentía tan a gusto que se quiso tomar fotos en la plaza, en la fuente, a la entrada del bosque. ¿Ven? Ahí están todos los árboles, que se pierden en el horizonte. Y yo nada más acepté posar en una foto. En esta, ¿se fijan? Yo me paré junto a este farol. ¿Y por qué no aparezco? No lo sé, nunca le encontramos explicación. Que no estoy loco, si bien que me acuerdo que me paré en mi pose de Cantando bajo la lluvia, lo que le hacía mucha gracia a su abuela. Me tomó la foto y comenzó a reírse, a tirarme carrilla, a burlarse a mis costillas, pues, para que entiendan. Por eso en ese momento no nos dimos cuenta de que yo no salía en la foto. Me tomó la foto y no miró la pantalla de la cámara, se estaba riendo de mí. La lluvia arreció y decidimos buscar dónde guarecernos. No se burle de mis palabras, muchacho, respéteme, a ver si oyéndome aprende a expresarse mejor. Y fue hasta que paramos en un restorán para comer que empezamos a revisar las fotos y nos dimos cuenta que aquí nada más se veía el farol y los árboles al fondo. ¿Que tomo como pretexto que su abuela ya se murió para contarles este cuento? Pues si ella viviera les diría que no inventé esa historia. Y si ella no se las contó es porque ustedes son unos incrédulos, no se toman nada en serio. Ya ven, a mí ni me creen y nomás me están vacilando. Total, crean lo que se les dé la gana. Yo sé lo que viví y las cosas que pasaron. Cuando su abuela tomó la foto yo estoy parado junto al farol y al final quién sabe qué embrujo me eliminó de la imagen. Y que sí estuve en Roma y que sí tomé las fotos. Si su abuela viviera, a ver si le decían todas las cosas que me dicen a mí, a ver si se burlaban como se burlan de mí… muchachos majaderos, estas nuevas generaciones ya no tienen respeto por nada.


Jumb6

Víctor Esteva

Antonio López Pérez


Jumb7

Meelissa Parvool

Pintura