Logo

La nueva novela de Arturo Pérez-Reverte
Los perros duros no bailan

Luis Rico Chávez

El asunto este de los best-seller tiene sus asegunes, sobre lo que ya he hablado en diferentes espacios. Ateniéndonos a su sentido literal, a la Biblia , al Quijote y a un elevado número de obras de un inestimable e incuestionable (al margen de gustos, ideologías y malos ratos de los lectores) valor artístico y humano, les podemos colgar esta etiqueta. Y desde luego, muchas de las obras que se venden a carretadas y que engordan los bolsillos de editores, autores y otros especímenes, no tienen mayor mérito que ese, venderse a montones, aunque a la vuelta de los años simplemente serán material de reciclado.

Por supuesto, algún mérito deben tener los pobres, y uno de ellos es que por lo general mantienen entretenida a la audiencia. Mérito que, hay que reconocerlo, algunos escritores consagrados (o que se consideran no comerciales) no consiguen, y uno los lee a veces porque no tiene más remedio o porque su valor reside en algo mucho más frívolo que simplemente pasar el rato. Bueno, hay que decirlo, para que el Quijote resulte entretenido (o para identificar todas sus virtudes) se requiere mucho más que la disposición de ánimo para disfrutar una lectura ligera. La obra de Cervantes es divertida, graciosa, pero hay que estar en sintonía con la novela y con su época para entender los chistes.

Este asunto de los best-seller trae aparejada otra cuestión: un autor que vende tiene la garantía de ser publicado en cuanto termina su obra (o, muchas veces, ya tiene el encargo y la fecha límite para entregarla). Este proceso puede llevarnos a obviar las implicaciones en cuanto a la calidad artística.

Portada

¿Y por qué me enredo en tantas disquisiciones que al final no sé si vendrán al caso? Leo al final de la novela Los perros duros no bailan de Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara): “Las Matas, agosto de 2017”, lo que significa que ni siquiera ha transcurrido un año desde que este reconocido autor español terminó de escribir su novela y yo ya terminé de leerla. Descubro también en la página legal: “Primera edición en España: abril de 2018”; “primera edición en México: junio de 2018”. Como quien dice, todavía huele a tinta fresca.

Imagino que la novela se venderá bien; esa es una característica de la obra de Pérez-Reverte. Y es entretenida, también. Breve (160 páginas), ágil, una especie de novela negra en la que los protagonistas son perros, literal.

En esencia, el narrador describe sus peripecias a partir del momento en que emprende la búsqueda del que fuera su mejor amigo (en el momento de la narración se encuentran distanciados por culpa de una perra) y se ve forzado a regresar a un mundo (a un pasado) que él quisiera olvidar: el de las peleas clandestinas de perros. Nótese que en esta breve semblanza ya están implícitos algunos de los temas que ocupan a las obras de todos los tiempos.

El narrador, como personaje, es bastante coherente en la visión que nos proyecta del mundo perruno al que pertenece. El contrapunto con el otro mundo, el humano, no sólo es convincente, sino que también resulta simpático. El lector asiente con las aseveraciones que se hacen entre estos puntos de vista divergentes (perro-humano). Pero hay mucho más que esta lectura superficial, y me parece que este es uno de los mayores méritos de la novela: cómo, a partir de esa visión animal se proyecta la propia visión de lo que es nuestro mundo.

Leyendo con desapasionamiento la obra uno ve proyectadas la mezquindad, el egoísmo y la violencia nuestra de cada día. La prensa, las redes sociales momento a momento dan cuenta de tan lamentables hechos: abusos, asaltos, accidentes, crímenes inimaginables. Es decir, la cruel lucha por la supervivencia, el egoísmo a que nos obliga la necesidad de luchar por nuestra propia subsistencia, los instintos que afloran ante cualquier situación y que obligan a matar o morir.

Los personajes corresponden a tipos que identificamos en nuestro entorno sin mucha dificultad: el filósofo intelectual, el tipo duro, el escurridizo, el que a todo le entra, el homosexual, la que tiene corazón de vecindad, los fresas, los nacos y hasta los neonazis… Todos conformando una atmósfera consistente con la narración, con las peripecias de la trama. A los lectores mexicanos no dejará de llamarnos la atención uno de ellos: Tequila, trasunto de la Reina del Sur, sobre la que el autor ya escribió la correspondiente novela. Así la describe: “Era fea de cojones. Una xoloitzcuintle de pura raza, de esos perros que conservan en su tierra como algo especial aunque tiene la piel pelada y gris, excepto un mechón de pelo entre las orejas. Sin embargo, descienden directamente de los que tenían los aztecas, o una de esas tribus antiguas de allí, así que son muy valorados. Se contaba que Tequila había llegado a España de polizón en un barco portacontenedores, tras escaparse de un parque de la capital y largarse a pata a Veracruz, con un par. Era despiadada y lista, y en menos de un año se había hecho dueña de aquella parte de la ciudad. La jefa de jefes. Su nombre real era Lupe, pero la apodaban la Reina Tequila y hasta los Chuchos del Norte le habían compuesto [un] perro-corrido”.

Esta clase de disquisiciones se justifican en el narrador por la influencia de Aguilulfo, el perro filósofo cargado de sabiduría y de conocimientos que se proyectan constantemente en el pensamiento y en los recuerdos del Negro (el narrador-protagonista).

Hasta donde sé, insisto, Pérez-Reverte es un autor que vende. Yo lo he leído ocasionalmente, en los medios impresos en que colabora, y he leído algunas de sus novelas (además de la ya citada de La reina del sur, algunas de la serie Alatriste y no recuerdo qué otras más); es un autor que me agrada, que me entretiene, y que por supuesto está muy por encima de los banales autores de best-seller. En particular esta novela me resultó atractiva porque la consideré como una alegoría de los tiempos que corren, y porque muestra una mirada desapasionada sobre la violencia nuestra de cada día. Digo, no es que debamos deshumanizarnos, pero para valorar objetivamente la situación, tomar partido y actuar en consecuencia en ocasiones se requiere este punto de vista. Sobre todo, es un buen pretexto para detenernos y reflexionar sobre nuestra parte de culpa en esta época que en ocasiones adopta tintes apocalípticos. La violencia no sólo toca a nuestra puerta, sino que está dentro de nuestros hogares: padres abusando y matando a sus hijos, hijos que hacen lo propio con sus progenitores, escuincles desquiciados que, de repente, en el salón de clases sacan un arma y disparan a diestra y siniestra, amén de lo que ocurre en cualquier esquina de cualquier ciudad del mundo.

Me parece que la siguiente cita sintetiza muy bien esta perspectiva: “Me detuve, alzando una pata para echar una última meada: mi marca, por si no volvía. Negro estuvo aquí. Y mientras lo hacía, por un momento pensé en todos los que ladraban. En aquellos compañeros de infortunio sentenciados a un final infame: perros que, como había dicho el dogo, tal vez un día fueron cachorrillos mimados, felices, arrancados de un sueño confortable por la estupidez y la crueldad humanas, y que ahora, en aquellas sucias jaulas, esperaban su destino como sparrings o como luchadores. Como carne fácil de coso y arena; o, en el mejor de los casos, abocados a un destino de decadencia, miseria, enfermedad y locura. Perros sin dueño, abandonados, robados, secuestrados, perdidos en un mundo sin piedad. Y mientras recorría el breve trecho entre la jaula y la furgoneta, oyéndolos ladrar su desesperación y su tragedia, recordé una de las historias a las que solía referirse Aguilulfo cuando Teo y yo dábamos lengüetazos al agua anisada del Abrevadero: algo sobre un tal Espartaco, un gladiador romano; un luchador que se había rebelado contra sus amos y echado al monte con sus camaradas. Un esclavo que había sabido ser libre antes de morir vendiendo cara su piel y de acabar crucificado, o algo parecido”.

La anterior cita muestra, también, algunos de los recursos de la novela: un guiño constante a otras obras o a sucesos del pasado: la humanidad poco ha variado su comportamiento a lo largo de la historia. Incluso por ahí leí, en algún artículo especializado sobre la violencia que nos asfixia, que en estos momentos la cantidad de muertos (en proporción al número de habitantes) por esta causa es menor que en cualquier otra época. Un libro que nos permite dimensionar el problema, reflexionar al respecto e, insisto, aceptar nuestra parte de culpa y reconsiderar nuestro papel como agentes del mundo que estamos construyendo (o destruyendo).


Jumb23

Al otro lado del agua

Rubén Cárdenas


Jumb24

Viejos

Rolando Revagliatti Argentina


Jumb25

Un pequeño Dios

Paulina García González


Jumb26

...y el vivo al gozo

Rubén Hernández


Jumb27

Cambio de rasante

Tierra Editorial