El cuento popular como material didáctico
¿Análisis literario en el salón de clases?
Como ya señalamos en otro momento, más que hablar de análisis literario debemos reconocer que lo más que podemos alcanzar en el salón de clases es un comentario de texto. Con cuánta profundidad y extensión, depende del interés de los estudiantes y de la capacidad del maestro para guiarlos sin tropiezos y sin que decaiga el interés por la lectura.
Pero, ¿se recomienda la utilización de métodos de análisis en el salón de clases? De entrada respondemos que sí, pero con algunos matices. Primero, el maestro debe estar familiarizado con el método que pretende implementar. No sólo con las cuestiones teóricas o conceptuales, sino con su aplicación en ejemplos particulares. Enseguida, debe evitar atiborrar de términos extraños o de técnicas embrolladas a los estudiantes, puesto que tales métodos tienen como principal propósito facilitar, y no estorbar, la lectura.
En una de las sesiones iniciales de nuestro curso expusimos una serie de observaciones sobre los métodos de análisis. Señalamos que algunos de ellos (como la narratología, la estilística, la tematología…) son meramente descriptivos, y no nos permiten adelantar conclusiones respecto de la obra que se analiza; sin embargo, concluimos que si no establecemos estos elementos descriptivos no podemos fundamentar las conclusiones a las que pudiéramos llegar. El método de Propp pertenecería a esta categoría.
Concluimos, también, que no todos los métodos son exhaustivos; podrán arrojar luz sobre ciertos aspectos de la lectura, pero soslayar otros; del método de Propp, por ejemplo, descubrimos que nos ayuda a establecer las funciones de los personajes, pero no su carácter; en particular, un comentario general del cuento de Afanasiev nos permitió descubrir que algunos de los personajes (el árbol, la cancela, el gato…) son oponentes, pero enseguida se transforman en ayudantes del héroe, lo que nos habla, por una parte, del agradecimiento (de los oponentes), y por otra, de la generosidad (del héroe). Este detalle, insistimos, no lo conocemos a partir de las funciones. Sin embargo, la ventaja de su aplicación es que los puntos que se esclarecen nos permiten profundizar en otros que apenas se sugieren.
Una conclusión adicional (no sobre los métodos, sino sobre su viabilidad): los métodos deben ser flexibles y adaptarse a la obra que se analiza, y no a la inversa; el método es una herramienta que nos permite profundizar en la lectura, y su versatilidad enriquece nuestras conclusiones sobre ella. Entonces, los métodos no deben aplicarse de manera mecánica. Esta característica les otorga un valor adicional: la ruptura de esta mecánica, la necesidad de esforzarnos por descubrir la vitalidad del texto nos conduce a una labor activa, reflexiva, y que por tanto debe resultar productiva en muchos sentidos.
En todo caso, si se decide por implementar un método de análisis, y si se opta por la perspectiva de Propp, las funciones deben adaptarse tanto a la época actual como a otro tipo de obras (si ello es posible). Y si pretendemos llevar esta propuesta de análisis (o utilizarla como herramienta para narrar o redactar historias) al salón de clases, debemos aclarar a los estudiantes la manera de actualizar y contextualizar dichas funciones.
Invitación final para los profesores
Llegamos al final de la exposición de las conclusiones a que nos condujo nuestra aventura formativa, pedagógica y metodológica. Nos llevó aproximadamente tres meses de tropiezos y titubeos (el análisis de texto no es tarea que se resuelva de la noche a la mañana), pero nos parece que todo el esfuerzo valió la pena. La síntesis de todo ese trabajo no se puede aplicar durante un semestre de trabajo en un grupo del bachillerato.
Como propuesta final, nos gustaría añadir que cada uno de los temas expuestos podrían insertarse a lo largo de varios ciclos escolares, para diferentes lecturas, para abordar distintos temas y cubrir diferentes objetivos. Se podría bosquejar un estudio de la organización de un texto narrativo: las diferentes secuencias que lo componen, la presentación, el desarrollo, el clímax, el desenlace… En otro momento, podría redactarse un esquema con oraciones breves para cada una de las secuencias, jugar a las cartas con las funciones de Propp, elaborar historias o cómics a partir de ellas… Podría enfocarse el comentario en los personajes, en sus acciones y sus características y cómo éstas definen el rumbo de la historia… Y qué decir de las múltiples posibilidades que nos abre la lectura de una obra literaria, sus elementos implícitos, los guiños lingüísticos con que el autor establece el juego o la complicidad con el lector…
En fin, es cuento de nunca acabar. En todo caso, lo que nos interesa es dar a conocer el resultado de nuestros esfuerzos, los hallazgos y los descubrimientos que nos reveló esta forma específica de abordar un cuento popular. No pretendemos más que compartir nuestra experiencia con la finalidad de que los maestros de bachillerato cuenten con más herramientas para trabajar en el salón de clases, que adapten las propuestas a su estilo y su personalidad. Nuestro trabajo está incompleto, y esperamos que los maestros nos ayuden, con sus opiniones, a seguir avanzando.