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Museo del Bargello, Florencia

Luis Rico Chávez


El viajero reconoce lo poco que es suyo al descubrir
lo mucho que no ha tenido y no tendrá.
Italo Calvino. Las ciudades invisibles

Tenía que ser: en Florencia me dio el mal de Stendhal. Y podría ver la vida como a través de un negativo fotográfico y lamentar lo que perdí —los lugares que no visité, las actividades sin realizar, los placeres de viaje no consumados— o evocar y atesorar las memorias que me pertenecen y que ya nadie me arrebatará.

Como todo visitante inexperto, corderillo que se deja llevar por el humor y el mal gusto del guía, por accidente (accidentes afortunados) llegué al Museo del Bargello. No lo supe sino semanas después, en el recuento de las vicisitudes pasadas, en el deshacer de las maletas y en el reciclado de los recuerdos. Sin saberlo, admiré esculturas de Miguel Ángel (en Florencia aun andando por la calle es inevitable), de Donattello, Giambologna, Cellini… El Bargello que recuperé en la memoria y en la documentación posterior intensificó el placer que experimenté andando por sus pasillos desde que traspuse el umbral hasta que, abrumado, abandoné el edificio.

A diferencia de otros momentos (en Londres, el mal de Stendhal solo me permitió tomar un medio centenar de fotos, pecador de mí) aquí lancé la cámara a todo lo que no se movía, aunque por ahí se colaron algunos fisgones que no habrá más remedio que incorporar a la toma. Sin orden ni concierto, recupero las imágenes que no salieron borrosas y con luz aceptable. Algunas las identifico, de otras solo conjeturo alguna información inconclusa. No me di el tiempo (en visitas de esta naturaleza resulta imposible) de registrar los datos museográficos que están a la vista del visitante, pero la admiración que despiertan las piezas justifica su inclusión por el puro placer de reproducirlas. Comparto con ustedes entonces lo que ya han disfrutado millones de viajeros en este reducido espacio de una de las ciudades más admirables del mundo. Y paso algunos datos tomados de lecturas dispersas, en momentos diferentes y derivadas de curiosidades del momento.

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Sin mucha dificultad se puede encontrar información tanto sobre la sede del museo como de las magníficas obras expuestas. El edificio fue construido, leemos, en el siglo XIII (1255), por la Capitanía del Pueblo, como sede del Podestà (jefe de la ciudad), convirtiéndose después en juzgado y centro penitenciario (siglo XVI), y como albergue de la policía urbana, del alguacil (capitán de la policía) o bargello (1574). En 1859 se transforma en el Museo Nacional, trasladándose la colección de esculturas y artes decorativas de los Uffizi, incluyendo importantes obras del Renacimiento, enriqueciéndose posteriormente con colecciones de bronces, mayólica, ceras, esmaltes, medallas, objetos de marfil, ámbar, tapices, muebles, sellos y textiles de las colecciones de los Medici y de donaciones privadas.

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El visitante observa, en primer lugar, escudos heráldicos de los siglos XIII y XIV, para ingresar enseguida a un patio en el que aparecen las insignias de los barrios y distritos de la ciudad, además de estatuas del siglo XVI de Bandinelli, Ammannati, Giambologna y Danti. Se pasa enseguida a una sala con una colección de esculturas del siglo XIV, con obras de Nicola Pisano.

La escalera exterior conduce a la Logia, donde se admiran obras de artistas del siglo XVI, incluyendo animales de bronce, esculturas elaboradas para el jardín de la Villa Medici di Castello. La primera habitación de la derecha, que fuera Salón del Consejo General y ahora se llama el Salón de Donatello, contiene un buen número de obras del artista, como el San Giorgio (1416), elaborada para el nicho de Orsanmichele, el joven San Juan, un David de mámol (1408) y otro de bronce (1430).

El museo alberga una colección de trabajos en oro y esmaltes de la Edad Media y del siglo XVI, así como diversos objetos de metal, tallas de marfil de la antigüedad hasta el siglo XV, esculturas de terracota vidriada de Giovanni y Andrea della Robbia, Verrocchio, bustos, esculturas de Mino da Fiesole y Pollaiolo. El museo se completa con tapices en la Sala della Torre y obras de artistas como Pisanello, Cellini, Michelozzo y otros.

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En la Sala de Miguel Ángel se exponen obras como el denominado Baco ebrio, esculpido en Roma entre 1497 y 1499; el medallón de mármol que representa a la Virgen con el Niño y San Juan Bautista niño, realizado en 1504 para Bartolomeo Pitti; el David-Apolo, una estatua de mármol iniciada en 1531; el Bruto, busto de mármol realizado hacia 1540; además, de Jacopo Sansovino, el Baco, escultura de mármol realizada hacia 1520; el busto de Cosme I de Benvenuto Cellini, de bronce; siguiendo con la escultura del siglo XVI, el célebre Mercurio, espléndido bronce de Giambologna, de 1564.

En 1886 el amplio salón, que un tiempo fue la Sala del Consejo Mayor, fue destinado a contener las obras de Donatello y de otros escultores del Renacimiento florentino. Entre sus obras se encuentra el David, excepcional bronce realizado para Cosme el Viejo en torno a 1430: el David de mármol, considerado una obra juvenil; el Marzocco, emblema de la ciudad de Florencia; el busto de un joven y el busto de Niccolò da Uzzano.

La sala llamada del Verrocchio contiene desde 1873 obras toscanas de la segunda mitad del siglo XV; el artista mejor representado es, obviamente, Andrea Verrocchio. Entre sus obras, la más conocida es el David de bronce, que le fue encargado por la familia Medici y que se yergue en el centro de la sala.

Referencias bibliográficas y de internet:

Florencia. El libro de oro. Toda la ciudad y sus obras de arte (SFE). Florencia: Casa Editriche Bonechi.

Flores, Lourdes (2016). “Museo Nazionale del Bargello”. En http://www.visitflorence.com/it/firenze-musei/bargello.html consultado el 14 de marzo de 2016.

Ministero dei beni e delle attività culturali e del turismo (2016). “Museo Nazionale del Bargello”. En http://www.polomuseale.firenze.it/musei/?m=bargello consultado el 14 de marzo de 2016.

“Museo del Bargello” (2016). En http://www.florencia.es/arquitectura-y-arte/museos-nacionales/museo-del-bargello.htm consultado el 14 de marzo de 2016.

Wirtz, Rolf C. (2013). Florencia. Arte y arquitectura. Barcelona: Ullmann.


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