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Dioses

Andrés Guzmán Díaz

México

La historia que estoy a punto de relatarles sucedió en el planeta U963-G24-S249-P3, el cual fue observado por mis antepasados en cierto periodo hace 37 vidas. Considero una obligación que se recuerde, pues ayuda a comprender la Gran Obra y sus Personajes, de los cuales también formamos parte.

En cierto momento, en el planeta surgió vida basada en carbono, seres que nacían, crecían, se multiplicaban y morían en cuestión de pocas rotaciones. Cierta especie que surgió después de que se hubieron extinguido otras tantas en las Catástrofes Mayúsculas poseía algo particular, algo que la diferenciaba del resto de los animales y que, al postre, le conduciría a su destrucción: sentimientos.

Los sentimientos de esta especie eran variados, pero siempre poderosos, tanto que jamás pudieron utilizar más del 10% de su cerebro, único en el sistema solar 249. Eran, además, sumamente egoístas, incapaces de notar lo que sus sentidos percibían, aunque tuvieran más de los cinco que ellos contabilizaban.

Hicieron cuanto quisieron con el planeta que habitaban y con sus cohabitantes, incluso con ellos mismos: paulatinamente talaron todos los árboles, contaminaron todas las aguas, extinguieron a todos los animales comestibles, hicieron guerra tras guerra, etcétera. A todas estas actividades denominaron “progreso” y creyeron que era algo bueno, que estaban asegurando la preservación de su especie. ¡Cuán ciegos estaban!

Llegó un momento en que notaron sus errores. Entonces se propusieron empezar desde cero y comenzaron a buscar otro planeta habitable para hacerlo. Buscaron en todos los recovecos que se les ocurrió en el espacio cercano, pero jamás encontraron algo similar a su planeta, de eso nos encargamos nosotros.

No mucho tiempo hubo pasado de su mediocre búsqueda cuando el planeta comenzó a cambiar drásticamente, de manera que se acercaba la muerte de esta terrible plaga. En todas las tierras y aguas la temperatura promedio oscilaba los 3 pek o 40° Celsius en la primera mitad de la rotación y 68 tul o -10° Celsius en la otra; las partículas de oxígeno en la atmósfera menguaban, el nitrógeno y el dióxido de carbono eran asfixiantes; el agua y sus alimentos escaseaban; era extremadamente raro que un humano se reprodujera, pues su cuerpo ya no podía soportar las condiciones que implicaban una gestación. Al final perecieron todos los humanos, víctimas de ellos mismos, sufrieron lentamente las consecuencias de sus actos. Su error fue la torpeza de ignorar su conocimiento. Se extinguieron porque no quisieron creer que podía pasar, se creían dioses.

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