Promoción de la lectura: una propuesta...

Luis Rico Chávez

 

 

 

A la Universidad de Guadalajara no le interesa la promoción de la lectura. Y quienes nos dedicamos a tales menesteres somos menos que un cero a la izquierda. Como profesor, me toca por tercera ocasión una reforma integral al currículum del bachillerato. En todos los planes educativos reformados, en el papel y en el discurso de funcionarios, se enfatiza la necesidad de fomentar entre los estudiantes el gusto por la lectura, de elevar su capacidad de comprensión y, en fin, ponerlos más en contacto con los libros.

Pero en la práctica no sólo no se establecen políticas o estrategias claras en este sentido, sino que además se desincentiva el trabajo de quienes en verdad nos preocupamos por estas actividades. En mis más de veinte años como profesor universitario he visto desaparecer acervos que, con mucho esfuerzo, había ido integrando al paso de los años. Primero en la Preparatoria 7, con un cambio de administración, perdí el espacio donde concentraba los libros, que tuve que rematar por no disponer de un lugar adecuado para su resguardo; después, en la Preparatoria de Jalisco corrí la misma suerte: los vaivenes políticos afectaron al director que me había invitado a integrar una sala de lectura, y yo tuve que salir, con mis libros a cuestas, junto con él en busca de mejores horizontes. Arribé a la Preparatoria 2 y durante varios periodos vagué como alma en pena ante el rechazo de directivos y jefes de medio pelo que, sin embargo, tenían el poder para dejarme a la deriva. Al paso de los años, un director compadecido de mis pesares me asignó un espacio en un rincón perdido de la escuela, en el que de cualquier manera me sentí a mis anchas. Han transcurrido tres administraciones y, contra viento y marea (y, sobre todo, por encima de los caprichos y los altibajos hormonales de esos jefecillos de medio pelo que nunca dejan de medrar a costa de los proyectos que en realidad importan pero que no sirven para dar lustre a los informes ni ayudan a obtener la certificación) la sala funciona, aunque nada garantiza que en el siguiente cambio administrativo mi proyecto siga adelante.

En vista, pues, de esa falta de espacios para hacernos escuchar, presento dicha propuesta, en la que recojo veinte años de experiencia como promotor, derivada principalmente de mi contacto con la red de promotores del gobierno de Jalisco, a través del Programa Nacional de Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, donde por cierto durante el presente sexenio nos tienen a la deriva (nada extraño, por cierto, habida cuenta que nuestro honorable presidente suele balconearse en ferias de libros como un estulto lector).

La utopía de la promoción de la lectura
El inefable y ahora famoso acuerdo 444 de la SEP, que define las competencias del Marco Curricular Común del Sistema Nacional del Bachillerato, pareciera insistir una y otra vez: “Promuevan la lectura, promuevan la lectura…” ¿De qué otra manera podrán los bachilleres autodeterminarse y cuidar de sí mismos, expresarse y comunicarse, pensar crítica y reflexivamente, aprender de forma autónoma…? La lectura, sin duda, se convierte en una de las herramientas más eficaces para cumplir estos propósitos.

El Sistema de Educación Media Superior no cuenta, en las preparatorias de la Red Universitaria, con la figura de promotor de lectura, ni tiene establecidas oficialmente salas de lectura. Hay algo que se le aproxima, que se denomina responsable del Programa de Fomento a la Lectura y la Escritura (PFLE), pero su labor se diluyen en la implementación de actividades en ocasiones un poco arbitrarias y caprichosas, inconexas y con objetivos poco claros, y más que promotor se vuelve un burócrata que debe reportarse ante sus superiores para recibir órdenes y saber qué programas habrá de implementar, independientemente de su efectiva repercusión en la formación de los estudiantes. En cuanto a las salas de lectura, las que existen en las prepas pertenecen al proyecto nacional que impulsa el Conaculta.

Si asumimos, por tanto, que la lectura se convierte en una herramienta fundamental e incluso indispensable para el logro de las competencias del BGC y para llegar a la meta de cumplir el perfil de egreso de los bachilleres, se debe trabajar en la definición y en el establecimiento formal de la figura de promotor de lectura y en la creación de salas de lectura en las preparatorias, tanto las metropolitanas como las regionales, incluidos sus módulos.

Con tal fin, presento enseguida una serie de propuestas que permitirían, eventualmente, lograr dichos propósitos, indispensables como actividad de difusión y extensión de la cultura.

Sugiero, obvio, en primer lugar, la creación de la figura del promotor de lectura, con funciones y responsabilidades diferentes a las que desempeña quien funge como enlace del PFLE, aunque sin excluirse, es decir, ambas funciones las puede desempeñar la misma persona.

En este sentido, también debería crearse una coordinación que aglutine a los promotores de lectura de todas las prepas (metropolitanas y regionales) pues, como señalo, la Coordinación de Difusión y Extensión no se enfoca específicamente a estas actividades.

El responsable de esta coordinación debe ser un experto en el tema, con el perfil correspondiente; de ser necesario, contaría con un auxiliar que se encargue de las cuestiones administrativas, para que él no se distraiga de su función primordial de promotor.

Este responsable requerirá un grupo técnico de apoyo (consejeros), o la figura que contemple la normatividad universitaria, cuya función será aconsejar y asesorar al coordinador, sugerir estrategias de promoción de la lectura y proponer el material que conformaría el acervo de la sala de lectura.

El coordinador y los consejeros solicitarán y tomarán en cuenta las propuestas de los promotores de lectura de todas las prepas, para el diseño de programas, implementación de estrategias y actividades de promoción de la lectura, así como para la conformación del acervo de la sala. Al margen de que este intercambio se establezca como un proceso de comunicación continua, resulta fundamental organizar anualmente encuentros de promotores, para el intercambio de experiencias.