Diarios para no recordar I

Ana Paola Ávalos Orozco

 

 

 

 

El tren (10/12/10)
Siento que he abordado un tren
en un viaje agobiante y eterno hacia el olvido,
guiándome sobre los carriles de mi propio miedo.

 


Lo he intentado frenar
para no llegar a la estación,
que con su umbra abruma mi corazón: el dolor;
pero no puedo.
He perdido la voluntad de ser fuerte,
y mis lágrimas no cesan.

 

Así que
he llegado a esa parada,
y parece como si se hubiese inmovilizado
para nuca más avanzar.


Sé que existe una gran diferencia
entre llegar tarde y tardar.
Yo sólo espero que en este caso
sea un recorrido que se ha prolongado
porque si he de llegar tarde
no podré cumplir el cometido de este viaje.


En el rincón más oscuro del vagón
me siento en compañía de mi fiel amiga, la soledad,
preguntándome
cuándo es que este tren comparecerá al fin de su destino.
¿Realmente quisiera arribar a él?
Sinceramente lo ignoro
pero el trayecto me está matando lentamente.

 

 No sé, tal vez nunca lograré leer ese letrero
con fondo azul cielo y hermosas palomas de blancas plumas
sobrevolando en él diciendo:
“Bienvenido
al olvido del recuerdo”