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Muros y puentes

La trascendente Laura Nyro

Raúl Caballero García


El ancho mundo del éxito comercial donde los intérpretes y compositores aspiran a ser reconocidos como originales, singulares y triunfadores, Laura Nyro lo cruza sin mancharse, como un ave de raro plumaje (parafraseando a Díaz Mirón). Ella es en verdad distinta, lo es porque su arte ha sido lo único que le importaba, con lo que se realizaba a sí misma, sin ponerle cuidado a la fama y el dinero.

Durante los últimos años sesenta y buena parte de los setenta surge esta ola de féminas que venimos reseñando, compositoras representativas de un movimiento de ruptura podríamos decir, en el sentido de que transgredieron el canon o el modelo que el capitalismo erigía. Entre ellas estuvo Laura Nyro y entre ellas se distinguió.

Laura Nyro es una artista auténtica, sus composiciones abarcan una onda cromática en variados ritmos, tal como destaca enseguida Lucrecio Petra; y su visión personal es la de una poeta que encaraba sus abismos cotidianos, con el piano o con la guitarra y se trascendía.

Su canto, sus letras, su arte la definen, tal como Lucrecio Petra nos lo cuenta en su apreciación.


Laura Nyro, un ave rara

Con Lucrecio Petra del Real Treviño *


Ella es la única que está muerta de entre las que mencionas, en esa serie de la que me hablas. Un cáncer ovárico la mató el 8 de abril de 1997, a los 49 años, pero su espíritu recorre los escenarios de los bares y clubes que cobijan Broadway Avenue, donde cantantes contemporáneas ofrecen su repertorio; allá y aquí está presente con su música y su voz… en una palabra, Laura Nyro sigue entre nosotros, se hace presente en este conjunto de enfoques que me dices, y acepto encantado tu invitación.

La creación musical de esta cantautora es perenne. Su voz me encanta, me prende, me ilumina el sentimiento de saber por qué amo la música. Sus canciones son poesía, pero una poética más profunda de la que suele regir los estándares que se pavonean en los circuitos fresas… y mira que uso esa palabreja, eso de lo “fresa”, con toda intención porque nuestra cantautora ha sido una ilustre hippie, una cantautora cabalmente opuesta a lo mediocre, una artista genial, pues.

A ver, pero luego de ese “somero perfil” como me pides, esperas asimismo que enfoque su arte. A ver, pues pos una cosa no se desprende de la otra, hablar de una es enfocar a la otra. Su voz, su música, sus composiciones son ella misma.

Desde que me senté a escribirte estoy escuchando un par de discos suyos que tengo a la mano: The Essential, un disco doble —relanzado en el 2010— que es una recopilación que abarca las tres décadas de su labor y este otro que vengo escuchando una y otra vez, magnífico, ella en sus brillantes veintiuno: Eli and the Thirteenth Confession, que data de 1968… o sea que tú y yo —y acaso mi puñado de lectores— estamos celebrando su quincuagésimo aniversario, con lo mucho que a ti te gustan esos ciclos.

Pero entre las recopilaciones, los grabados en vivo y en el estudio, ella es autora de más de una veintena de discos y, pese a ello, como te digo, Laura no fue una “estrella” porque se mantuvo en su propia esfera. Componía y cantaba porque tenía que hacerlo, “como los pájaros, de una manera orgánica, natural”, dijo alguno de los pocos que se ocuparon de reseñar su música. Laura fue un ave rara, es una majestuosa rara avis.

Por lo regular se negó a complacer el rango comercial, le dio la espalda a las radiofórmulas y se quedó dentro de su propio bosque; aún hoy se mantiene un tanto desconocida a pesar de que en su momento llenaba durante noches consecutivas el Carnegie Hall de Nueva York. Asumo entonces que se debe considerar cantante de culto.

Laura al piano, Laura cantando, Laura escribiendo es una y muchas. Es una jazzista impredecible, es una cantautora pop altamente poética (y si mis adjetivos se emancipan tómalos al pie de la letra), Laura es una roquera muy sensual, es una blusera muy introspectiva, es una pianista talentosa que innovaba en el folk, es una cantante excepcional, es una compositora de singular aptitud, una poeta, una mujer abiertamente feminista, autora de canciones de musicales muy creativas. Mira, ves cómo una cosa no se desprende de la otra.

Su arte le viene de ser una adolescente rebelde, una joven desobediente pero apegada a la vida con devoción —échate esa. En otro momento fue una madre que incluyó su condición en muchas de sus piezas. Laura fue una precoz hippie urbana. Una mujer libre que simplemente avanzaba fuera de los dictados de las compañías disqueras. En los sesenta, en las calles, era una soberana hippie consagrada a su música.

Su música se adentra a lo gospel y al soul, lo mismo que al folk y al rock, o sea aglutina sin distinciones diversos géneros, mezcla, innova, fusiona el rhythm and blues con lo pop… mira, ¿cuántos géneros he apuntado?, pos pues, en su arte todos se revuelcan, no hay discriminaciones. Laura Nyro es una cantautora diferente, verdaderamente original, por sí misma… quiero decir (o volver a decir) que es ella misma dentro de su arte, por encima de todo ella es su arte, es ahí donde se encuentra y lo demás es silencio (como dijera Augusto Monterroso en la vida de Eduardo Torres).

Laura nació en el Bronx, de un matrimonio compuesto por un músico (trompetista) y una bibliotecaria (muy progresista) que desde luego la influenciaron. Desde el principio sus composiciones fueron interpretadas por muy variados artistas, desde Blood, Sweat & Tears hasta Barbra Streisand; igual desde Carole King (su par en muchos sentidos) hasta Three Dog Night. Yo me quedo con este disco que repito hoy por tercera ocasión Eli and the Thirteenth Confession por ecléctico, por las profundidades y coloridos de su voz, por diverso: es un vaivén con variaciones inesperadas, es apenas su segundo disco y guarda una gama de ritmos alternativos que se concilian entre sí, me fascina, qué te puedo decir.

Con su música, sin duda, Laura encontró su personal expresión.


* Lucrecio Petra del Real Treviño radica en Corpus Christi, Texas; estudió Sociología en Filosofía y Letras en la Universidad de Guadalajara (no graduado), escritor y amante de la historia y de la música, colabora en diversas publicaciones. Es regiomontano. Viajero impenitente, va de un lado a otro casi todo el año. Es traductor independiente, mantiene esa profesión a través de internet, lo que le permite su vida de nómada.


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