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Minificciones *

Luis Rico Chávez


De vuelta a casa

Cierras la maleta y miras en torno con ojos escrutadores. Repasas en tu mente itinerarios, rutas, la lista de pendientes y de objetos que no debes olvidar. Todo perfecto, al parecer. Cierras la puerta de la habitación y cumples el ritual obligado de los hoteles de paso. Estás cansado de esta vida: las prisas, los viajes interminables, los rostros anónimos, la fría y distante cortesía de las relaciones. La paga no compensa estos inconvenientes. ¿Y lo que te espera de vuelta a casa? Una mujer que te acepta por rutina, que comparte contigo unos pocos momentos mezquinos, grises, aburridos, unos hijos lejanos, ausentes. Parece que la ruta perdió su derrotero. Mientras miras por la ventanilla un paisaje inhóspito, familiar a fuerza de recorrerlo por tantos años, piensas qué opciones te brinda la vida. Pero la vida decide por ti. Mañana el periódico hablará del accidente: no hubo sobrevivientes.

Mar


Fiesta

El espejo te regresa la imagen de un hombre guapo. Vale la pena el tiempo que inviertes en tu arreglo personal: el peinado, la elección de la ropa, la loción, los accesorios. Sin duda, en cuanto llegues a la fiesta todos (en particular las del sexo débil) notarán tu presencia. Aunque la mayoría te mirará de reojo, habrá algunas que con todo descaro, aun en presencia de sus parejas, te mirarán sin reprimir sus expresiones de gozo. ¿Por quién te decidirás? ¿Por la rubia espigada? ¿Por la morena de carnes explosivas? ¿Por aquella que aparenta timidez pero que sin duda será una loba en la cama? Llegas y el ambiente se encuentra en su clímax. Los decibeles laceran tus oídos y destruyen todas las fantasías de tu cerebro. Música estridente, cuerpos exultantes, movimientos febriles, sudores, temperatura al máximo. Avanzas con dificultad y ocupas lo que consideras un punto estratégico. Consigues una bebida y miras en torno: ningún rostro conocido, todas las mujeres te ignoran. La fiesta sigue su ritmo frenético. Tú, copa tras copa, vas perdiendo la lucidez, las fantasías se marchitan, la desilusión vuelve a golpear tu realidad insoslayable. Terminas la fiesta tirado en tu cama, solo otra vez. Antes de hundirte en el sueño con amargura descubres que no eres el hombre guapo que te imaginas: eres el hombre invisible.


Ficción

¿Qué mérito tiene cumplir veinticinco años aporreando las teclas de una máquina? Tu vida debe ser mucho más que gastar las horas, las energías, la salud, la vida en un trabajo inútil, rutinario. Extraes la hoja membretada y colocas una blanca. Aprovecharás estos minutos de calma en la oficina, ahora que el resto no han regresado después de la hora de la comida. Repasas los cientos de historias que has planeado con tanta meticulosidad. Mentalmente recorren las trescientas setenta y dos páginas escritas en los últimos años, las 140,968 palabras que se transformarán en la magna obra que te convertirá en un escritor famoso. ¿Héroes, aventureros, donjuanes? ¿Quiénes protagonizarán tus historias? Burócratas, empleados, maridos anodinos desde luego que no. Historias impactantes, intensas, humanas, emotivas. A punto estás de oprimir la primera tecla cuando descubres al jefe saliendo del elevador.

—González, ¿ya está listo el oficio para la editorial?

—No; me falta pasarlo en limpio.

—Muy bien; lo quiero en mi escritorio en cinco minutos.

El jefe te da la espalda y cierra la puerta de su oficina. Extraes la hoja blanca y vuelves a colocar la membretada. Con amargura reconoces que tus devaneos de convertirte en un gran escritor quedarán sepultados en el archivo muerto.


Sueño

Toda su vida soñó con ser futbolista. Ni siquiera en el equipo del barrio lo eligieron en sus años mozos. Ahora sólo le queda eso, los sueños. La víspera de su muerte soñó que alineaba en la selección de su país. En los minutos finales le tocó cobrar una penal. Falló el tiro. Incluso San Pedro le cerró las puertas del paraíso. Ni siquiera en el infierno pudo anotar un gol. Ese fue su castigo eterno: la certeza de que la vida no es un sueño, sino una infinita cadena de decepciones, de sueños no cumplidos.

* Textos incluidos en la antología Mar de voces II, publicado por el Sistema de Educación Media Superior y la Editorial Universitaria, presentada en la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.


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