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La mística de las fábricas abandonadas

Alejandro Bravo


La serie titulada “La mística de las fábricas abandonadas” es una colección de doce piezas en distintos formatos, soportes que van desde el bastidor con el lienzo a los cartones y papeles adecuados para resistir las técnicas empleadas. El uso del óleo y el asfalto fue fundamental para lograr las imágenes sombrías que conforman la exposición.

Pudo ser una casualidad, un proceso que no percibí hasta que tuve la calma suficiente para reflexionar, que durante el tiempo que estuve trabajando en una fábrica de granjas industrializadas por Tlaquepaque, me dediqué a pintar y recibí la influencia del entorno y el color; así, un día simplemente observé que había un patrón; tenía en mis manos las obras, las cuales, por sus características, el estilo y el tema, lograron esa unión, mostrando aquello que sentí como misticismo y abandono.

Esta serie es el resultado de aquella experiencia de estar en contacto con los materiales de una fábrica que trata con metales, dividida en varios talleres; se perciben las texturas, las soldaduras, el empleo de tornos y troqueles.

La fábrica, casi en ruinas, la absorbí (tanto sus paisajes como sus rincones) con todos sus colores y formas. Los trasladé a imágenes de estilo cubista, futurista y expresionista; las líneas rectas y circulares remiten a estructuras de ciertas herramientas y maquinaria, con lo que, aquello que parece sin vida, revive en el interior de las obras: figuras que surgen del olor, el color del óxido, de lo viejo.

Me envolví en el ambiente del trabajador del metal, aquel que escucha todo el día las dobladoras de lámina, las troqueladoras, los tornos y las sierras giratorias, aquel que huele el hierro fundido por la antorcha del soldador, que se envuelve en la atmósfera del girar y taladrar de una variedad de herramientas con las que se trabaja este material. Dentro de los almacenes, de los que fui responsable, me sumergí, por largas jornadas, en montañas de rollos de láminas, perfiles de acero, enormes segmentos de tubos y piezas perforadas, así como de mares de tornillos, tuercas, brocas y un sinfín de herramientas, refacciones y piezas metálicas que salían, entraban y se inventariaban diariamente. De ahí llegó la inspiración para realizar las obras.

Cada una de las piezas que conforman la serie representan el mundo que viví. La nostalgia de las viejas amistades —aquellas que se van dejando por falta de solidez— y la nostalgia del fin de la adolescencia, se fusionan y se manifiestan en la paleta de colores utilizada en estas obras. La ausencia de realismo en cada una de las imágenes es una señal del autoencierro, en un horario extendido al que me veo sometido. La composición de las obras representa claramente la sensación de esa rutina, sin oportunidad ni elección de variar debido a las actividades propias del trabajo. Mi experiencia dentro de la fábrica fue completa: muestra mi crecimiento y mi aprendizaje, un proceso que se observa en los dos autorretratos que comprenden la serie; uno, pequeño y sucio del rostro, y el otro, grande y limpio de la cara, atravesando una crisis para establecer un nuevo rol.


Comala en contexto

El mural “Comala en contexto” es una obra representativa y trascendental en el repertorio de la trayectoria de Alejandro Bravo, egresado de la licenciatura en Artes Visuales para la Expresión Plástica de la Universidad de Guadalajara.

En el marco de los festejos por el centenario del natalicio de Juan Rulfo se realiza este mural, una imagen de 3 x 4 metros que representa una atmósfera de estilo surrealista en la que se observan varios escenarios de la época en que Pedro Páramo queda situado en la historia.

El mural trata de evocar el contexto que se percibe en la Comala de la novela de Rulfo, aunque para el lector experimentado la palabra “contexto” evoca varias épocas, varias Comalas de las que se habla en la novela: pasado y presente.

Gráficamente, el mural representa el clima de Comala. La atmósfera es oscura y roja, la noche es la hora del paisaje, una noche empezada o a punto de iniciar sobresale en la historia de Pedro Páramo; casi todas las situaciones y los eventos trascendentes de la historia ocurren en la noche. El ambiente en el cielo es cerrado por la densidad de las nubes, un cielo nublado, amenazante, augurio de la lluvia, que bloquea las estrellas y los sueños, cielo que sofoca y crea un ambiente de encierro a la intemperie.

En el fondo de la imagen se aprecia un paisaje imaginario del cerro sobre el que se asienta el rancho de la Media Luna, propiedad de Pedro Páramo. La tierra es roja, quizá por la sangre que en ella se ha derramado, por los abusos y la tiranía de Pedro Páramo, quizá por las temperaturas de los calores infernales que se describen en la novela.

Sobresalen además cuatro planos principales en su composición:

  1. Visto de frente, a la izquierda, se aprecia una enredadera que alude a los recuerdos de prosperidad de Dolores Preciado, cuando Comala era un pueblo lleno de vida, al inicio del relato. En la parte superior aparece una ventana en una pared de ladrillos, adornada con una pequeña jardinera en forma de balcón: representa la solidez y la belleza de la casa de Pedro Páramo; por ella se asoma Susana Sanjuán, desposada, cautiva, enloquecida, el amor imposible del cacique.
  2. En el centro del mural, montado en su fiel caballo, el espectro del que se considera el azote de Comala, el parrandero, mujeriego, agresivo, patán, pistolero, hijo y protegido del cacique, Miguel. Sobresale como una de las ánimas más inquietantes del pueblo fantasma.
  3. Pedro Páramo, sentado en su equipal (en el mismo donde su propio hijo, Abundio, le dio muerte), aparece dentro de un marco de naturaleza y apariencia monolítica, acompañado por la última persona que lo vio con vida, Damiana; se percibe sobre una base inestable, indefinida, sin orden estructural ni cromático, sin armonía, como su destino en la Comala donde le tocó sufrir y hacer sufrir; es decir, en el contexto de lo que fueron los últimos días de su vida.
  4. En la base del mural, aprovechando toda la horizontal, haciendo contraste de color, con el fondo y los elementos flotantes ya descritos, una horda de revolucionarios y cristeros, hombres sombríos llegados a Comala hasta las puertas de la Media Luna, movidos por las circunstancias y los vaivenes de la existencia de esos años turbulentos en el país y en nuestro estado.

El mural representa los recuerdos de los que alguna vez vivieron en ese espacio de ficción creado por Rulfo, la vida del cacique, los sucesos del pueblo en los tiempos en que la única ley era la que dictaban hombres como Pedro Páramo y el ambiente en general del México de las primeras décadas del siglo XX.


Jumb10

Elías Mondragón, pintor y grabador

Atzimba Mondragón Galindo


Jumb11

Museo de Arte Raúl Anguiano


Jumb12

Geografías del olvido

Norton Maza


Jumb13

Fragmentos de la memoria

Elena Asins