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¿Cómo elegir el tipo de texto adecuado para expresar mis ideas?

Forma y función de los textos

Julio Alberto Valtierra       juliovaltierra@hotmail.com

Uno de los problemas más comunes para los estudiantes (de secundaria para arriba) cuando se les pide que elaboren un trabajo escrito es que no tienen claro qué tipo de texto redactar: ¿un informe, un resumen, una síntesis, una reseña, etc.?

La palabra texto se refiere a cualquier expresión escrita que contenga información o transmita un mensaje, desde el Libro vaquero hasta La Biblia: los periódicos, las revistas, los carteles, las cartas, los correos electrónicos, los poemas, los cuentos, las novelas, los resúmenes, las síntesis, las reseñas, las tesis son textos, pero no todos son iguales en cuanto a la forma (trama) ni el lenguaje tiene la misma función.

La forma o trama se refiere a los diversos modos de estructurar los distintos recursos de la lengua para transmitir una información (estructura del texto). La función se refiere al uso del lenguaje, ya que un texto es un tapiz que combina distintas clases de oraciones, selecciona diferentes clases de palabras, privilegia determinadas relaciones sintácticas, etc., para transmitir distintas intencionalidades (fondo o intención del texto).

Antes de comenzar a redactar se debe tener muy claro para qué se va escribir y qué se quiere comunicar; es decir, debemos tomar en cuenta qué tipo de texto queremos generar, pues como unidades comunicativas los textos manifiestan las diferentes intenciones del emisor. Y como decía mi abuela: “Según el sapo es la pedrada”. Es decir, cada tipo de texto tiene características especiales en cuanto a su estructura y contenido (forma y fondo) y debemos elegir el tipo de texto más adecuado para lo que queremos transmitir. Y no mataríamos moscas a balazos, ¿verdad?

Pero, ¿cómo elegir el tipo de texto adecuado que debo redactar para expresar mis ideas?


Los textos y las funciones de lenguaje

Como unidades comunicativas, los textos manifiestan las diferentes intenciones del emisor y buscan informar, convencer, seducir, entretener, sugerir, etc.

Para saber qué tipo de texto debemos redactar, es necesario saber cuáles son las funciones básicas del lenguaje, y de los textos, porque estos están hechos con el lenguaje.

En la presente propuesta solo se toman en cuenta las funciones informativa, literaria, apelativa y expresiva del lenguaje:

  1. Función informativa. La cumplen los textos usados en el entorno escolar, utilizando un lenguaje conciso y transparente, es decir, sencillo y claro. Aunque ambos aspectos son fundamentales, se resalta más el “qué se dice” al “cómo se dice”. Por ejemplo: informes, resúmenes, síntesis, reseñas, ensayos, tesinas, tesis, etc.
  2. Función literaria. Los textos literarios tienen una intencionalidad estética. Su autor emplea todos los recursos que ofrece la lengua con la mayor libertad y originalidad para crear belleza. Emplea un lenguaje figurado, indirecto, subjetivo. El “cómo se dice” pasa al primer plano, relegando al “qué se dice”, que es fundamental cuando predomina la función informativa. Por ejemplo: poemas, cuentos, novelas, obras de teatro, ensayos, etc.
  3. Función apelativa. Estos textos intentan modificar comportamientos, incluyen desde órdenes contundentes hasta la seducción más sutil. El “qué se dice” y el “cómo se dice” adquieren la misma relevancia. Por ejemplo: leyes, reglamentos, carteles, anuncios, ensayos, etc.
  4. Función expresiva. Los textos manifiestan la subjetividad del emisor, sus estados de ánimo, sus emociones. Incluyen matices afectivos y de valoración. El “qué se dice” y el “cómo se dice” tienen la misma relevancia. Por ejemplo: poemas, ensayos, reseñas, etc.

Es necesario destacar que los textos nunca se construyen en torno a una sola función del lenguaje, casi siempre se manifiestan todas las funciones en un mismo texto, pero siempre predomina una de estas funciones.

Si bien es cierto que existen diferencias obvias entre las diferentes variedades de un tipo de texto determinadas por la función, también es cierto que muchas de esas diferencias se relacionan con la forma o trama, pues los textos se configuran de distintas maneras para manifestar las mismas funciones del lenguaje o los mismos contenidos.


La trama (forma) de los textos

Otro aspecto que debemos tener claro al momento de elegir el tipo de texto que deseamos redactar tiene que ver con la trama (forma o estructura) de los textos, la cual se cruza o se ajusta con la función del lenguaje.

La palabra texto (textum, en latín) significa “tejido, tela, entramado, entrelazado”. En esta propuesta, la palabra trama se refiere a los diversos modos de estructurar los distintos recursos de la lengua para vehiculizar las funciones del lenguaje.

El texto es un tapiz que combina distintos recursos de la lengua, combina distintas clases de oraciones, selecciona diferentes clases de palabras, privilegia determinadas relaciones sintácticas, etc., para transmitir distintas intencionalidades.

Podemos encontrar las siguientes tramas o estructuras:

  1. Trama narrativa. Los textos presentan hechos o acciones en una secuencia temporal y causal. El interés radica en la acción y a través de ella los personajes adquieren relevancia. Es importante distinguir entre el autor y el narrador. Predomina la función literaria del lenguaje y esta trama se utiliza principalmente en cuentos y novelas. Por lo general se organizan en tres partes: planteamiento, nudo y desenlace.
  2. Trama argumentativa. Los textos comentan, explican, demuestran o confrontan ideas, conocimientos, opiniones, creencias o valoraciones. Por lo general se organizan en tres partes: introducción, desarrollo y conclusión. Predomina la función informativa del lenguaje y esta trama se utiliza en los trabajos científicos o escolares, como informes, reseñas, ensayos, tesis, etc.
  3. Trama descriptiva. Presentan las especificaciones y caracterizaciones de objetos, personas, lugares o procesos a través de una selección de sus rasgos distintivos. Los sustantivos y los adjetivos adquieren singular relevancia. Aquí se cruzan todas las funciones del lenguaje.
  4. Trama conversacional. Con un estilo directo aparece la interacción lingüística que se establece entre los diferentes participantes de una situación comunicativa, quienes deben ajustarse a los cambios de turno. Se cruzan las funciones informativa y expresiva del lenguaje.

Hasta aquí debemos tener claro lo siguiente: si nosotros nos estamos moviendo en el contexto escolar, los textos que vamos a generar son informes, resúmenes, síntesis, reseñas, ensayos, tesinas, tesis, etc. Y para redactar este tipo de textos debemos elegir los siguientes aspectos:

  1. La función informativa del lenguaje. Debemos utilizar un lenguaje conciso y transparente, es decir, sencillo y claro, poniendo más énfasis en el “qué se dice” que en el “cómo se dice”. La intención es que la información resulte clara, sencilla, fácil de entender por los posibles lectores (receptores) de nuestro texto.
  2. La trama argumentativa. Debemos comentar, explicar, demostrar o confrontar ideas, conocimientos, opiniones, creencias o valoraciones, organizando la información en tres partes: introducción, desarrollo y conclusión. Debe predominar la función informativa del lenguaje.

Es muy importante destacar que para que un texto sea claro y entendible para los posibles lectores (receptores) es fundamental que dicho texto tenga coherencia.


La coherencia

La coherencia es una superestructura semántica (tema) que se expresa por medio de macroproposición, la cual constituye el tema del texto.

Hay dos registros o recursos que hacen que un texto adquiera mayor o menor coherencia, e incluso que resulte incoherente.

  1. Exceso de información. El exceso de información que resulta redundante o innecesaria para expresar la idea central, o bien las digresiones (desviaciones) que se apartan de la idea central rompiendo el hilo del discurso y derivando hacia otras ideas que no tienen nada que ver con la idea central, son dos procesos que atentan contra el principio de coherencia de un texto.
  2. Carencia de información. Por otro lado, si somos demasiado parcos y no explicamos suficientemente lo que queremos decir, podemos impedir que el lector (receptor) logre captar el tema o idea central de nuestro texto o exposición. En este caso, también faltamos a la coherencia por falta de información.

Por lo tanto, la coherencia consiste tanto en seleccionar la información pertinente y organizarla en una estructura comunicativa, de tal manera que pueda ser percibida de manera clara y concluyente por parte del lector (receptor) de nuestro mensaje.

La longitud o extensión del discurso es ajena al principio de coherencia y se deriva de las necesidades de la situación.


Niveles de coherencia

Existen tres niveles de coherencia:

  1. Coherencia local. Se refiere a cada una de las oraciones o enunciados que forman parte de un texto; debemos poner atención en los aspectos gramaticales y sintácticos de cada una de las frases que componen un texto, pues el correcto uso de la gramática y la sintaxis son elementos que contribuyen a la coherencia superficial o sintáctica de un texto (forma); es decir, el uso correcto de los aspectos gramaticales y sintácticos harán que nuestras oraciones e ideas resulten claras y entendibles.
  2. Coherencia lineal. Se refiere a cada uno de los párrafos que componen un texto; la coherencia lineal permite la correcta relación entre las distintas frases (o ideas) que forman parte de un mismo párrafo mediante conjunciones y partículas textuales que contribuyen a dar continuidad al significado (ideas) que se va actualizando en el discurso. La coherencia lineal, a nivel semántico, permite que en cada secuencia del texto se desarrolle una idea principal (en un solo párrafo) o un subtema (en varios párrafos ligados entre sí).
  3. Coherencia global. Se refiere a la totalidad del texto; la coherencia global define la representación semántica de un texto concebido como un todo único, dotado de un significado que es común y está presente parcialmente en cada una de las secuencias (párrafos). Por lo tanto, un texto no es la suma de sus frases o párrafos, es algo más que está dado por la superestructura temática, la cual no solo contribuye a esta totalidad significativa llamada texto, sino que hace posible también la coherencia local y lineal al mismo tiempo. Es decir, para que un texto tenga coherencia global es imprescindible que exista la coherencia local y la coherencia lineal.

En este punto debemos tener claro lo siguiente: para que un texto tenga coherencia global es necesario que cada frase u oración haya sido construida correctamente desde el punto de vista gramatical y sintáctico; y que cada párrafo se haya relacionado correctamente (secuencia) con los demás, sin dar lugar a ambigüedades o contradicciones.

Para determinar si un texto tiene coherencia global basta con resumir la realidad discursiva (tema) que estamos considerando como texto. Si este resumen sintáctico está bien hecho constituirá el tópico principal o asunto que da el sentido a todo el discurso.

Para establecer si un texto tiene coherencia global podemos representar la idea central y las ideas principales en un cuadro sinóptico o mapa conceptual. Para hacerlo podemos aplicar la técnica de lectura del árbol de Júmex, acerca de la cual hablamos en la edición 14 de www.agora127.com.


¿Cuál es el papel del lector?

Desde el punto de vista del posible lector (receptor) de un texto, el resumen o especificación del tema es una operación intelectual que realiza el que lee. El lector realiza una síntesis del texto reduciéndolo a su tema central, y para ello activa dos recursos:

  1. Utiliza su experiencia anterior como un lector de textos y su cultura temática, la cual le permite establecer analogías con experiencias previas de recepción de mensajes (aquí aparece el nivel connotativo o la evocación del lenguaje), lo cual facilitará la comprensión del nuevo texto.
  2. El propio texto da pistas de lectura, establece pautas de recepción y de interpretación, facilita a un lector modelo que sea capaz de desentrañar su significado.

Además, el texto también tiene una coherencia interna llamada isotopía, es decir, la repetición a lo largo del discurso de una serie de elementos de significado y de construcción gramatical que permiten que haya continuidad (coherencia). La isotopía se establece mediante redundancias o repeticiones de elementos similares o compatibles (campos semánticos).


Conclusión

Uno de los objetivos del tema planteado en esta colaboración consiste en adquirir los conocimientos necesarios para identificar las diferentes funciones del lenguaje y las distintas tramas (forma) que pueden ser utilizados en los diversos tipos de textos, enfocándonos en aquellos que forman parte del entorno escolar.

Otro de los objetivos se enfoca en lo siguiente: para elegir correctamente la función y la trama debemos tomar en cuenta qué tipo de texto deseamos redactar: resumen, síntesis, reseña, etc., ya que no todos los textos escolares tienen la misma función ni la misma trama (estructura).

Para alcanzar los objetivos planteados, se hace necesario realizar un cruce de criterios que facilite la caracterización lingüística y formal de los textos. Este cruce de criterios se refiere principalmente a dos categorías: función del lenguaje y trama (estructura).

Por lo tanto, como nos estamos moviendo en el contexto escolar, los textos que vamos a generar son resúmenes, síntesis, reseñas, ensayos, tesis, etc.; para redactar este tipo de textos debemos elegir los siguientes aspectos:

  1. La función informativa del lenguaje. Debemos utilizar un lenguaje conciso y transparente, es decir, sencillo y claro, poniendo más énfasis en el “qué se dice” que en el “cómo se dice”. La intención es que la información resulte clara, sencilla, fácil de entender por los posibles lectores (receptores) de nuestro texto.
  2. La trama argumentativa. Debemos comentar, explicar, demostrar o confrontar ideas, conocimientos, opiniones, creencias o valoraciones, organizando la información en tres partes: introducción, desarrollo y conclusión. Debe predominar la función informativa del lenguaje.
  3. Coherencia del texto. Es muy importante destacar que para que un texto sea claro y entendible para los posibles lectores (receptores) es fundamental que dicho texto tenga coherencia.

Si se toman en cuenta estos criterios, mejorarán nuestras habilidades de redacción y por consecuencia mejorarán nuestras competencias comunicativas escolares.

En próximas ediciones de www.ágora127.com analizaremos los aspectos formales y temáticos de los textos informativos más comunes en el ámbito escolar, como son resumen, síntesis y reseña. Por ejemplo: hablaremos de los elementos que deben contener la introducción, el desarrollo y la conclusión de un texto.


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