Miguel Miramontes, in memoriam

   Fotografías y texto: Luis Rico Chávez

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Coincidí con Miguel Miramontes en un encuentro de promotores de lectura, en Zapotlán el Grande, específicamente en la casa de Juan José Arreola, convertida entonces en casa-museo o algo similar. Y el encuentro fue mera casualidad. Asistíamos nosotros, cuando todavía medio nos apapachaba el gobierno del estado, a nuestra segunda (y última) reunión estatal, y como parte de las actividades nos “invitaron” a asistir a un homenaje a Ramón Villalobos, “Tijelino”.

Asistí con gusto, pese a que fuimos “acarreados”, porque en alguna ocasión entrevisté a “Tijelino” y había existido química entre los dos. Y más gusto me dio cuando supe que quien haría la presentación sería Miguel Miramontes. De él tenía referencias a través de sus obras, en particular la escultura ubicada en la Plaza Brasil, frente al Estadio Jalisco, la cual desde la infancia me había impresionado.

El homenaje transcurrió entre amigos, y fue emotivo (lágrimas de por medio del homenajeado; más adelante alguien me diría que “Tijelino” lloraba de todo). Yo miraba los toros desde la barrera, y mentalmente imaginaba una futura entrevista con Miguel, proyecto que nunca se concretó.

Miramontes

Sin embargo, por azares del destino en diferentes ocasiones me topaba con alguna muestra escultórica suya, y entonces revivía el deseo de platicar con el artista. No podía sacarme de la cabeza, cada que lo recordaba, la grata impresión del equilibrio, el dinamismo y la maestría en la ejecución de una escultura que transmite toda la fuerza y la pasión de un deporte tan popular que, gracias al arte, trasciende la comercialización y lo efímero de un suceso: en efecto, hoy tenemos un campeón y mañana, enajenados por el nuevo torneo, borramos de nuestra memoria las vicisitudes del pasado. Los ídolos de antaño se olvidan para dar paso a los nuevos astros del balompié, quienes mañana serán desechados.

Y los encuentros con su obra eran más frecuentes de lo que imaginaba, pues yo que vivo cerca del centro de Guadalajara, deambulo constantemente por la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres. En algún momento descubrí que algunas de las esculturas de los “hijos esclarecidos” de la entidad fueron obra suya. La exploración fotográfica realizada para esta edición me reveló que cerca de la mitad son de su autoría. Y se nota su mano en ellas.

Miramontes

Cuento una anécdota para ilustrar la diferencia que detecto entre las esculturas de Miramontes y las de otros artistas cuya obra se encuentra en la Rotonda. En 1992 se me encomendó cubrir, en El Occidental, todo lo relacionado con la ceremonia del traslado de los restos de uno de esos hijos esclarecidos. Me tocó ser testigo, a través de fotografías, del avance en el proceso de la elaboración del monumento. Tanto el fotógrafo como la escultora resultaron pésimos artistas, y me hicieron recordar lo que Jorge Ibargüengoitia dice respecto a esta clase de bodrios: uno sabe que existen solo porque estorban el tráfico y afean el paisaje urbano (feo de por sí). Aunque luego de la develación y los discursos de rigor todos se olvidan de ellos.

Las esculturas de Miramontes, sin embargo, permiten darnos una idea aproximada de algunos de los rasgos del personaje, y tienen la ventaja (desde mi punto de vista) de que expresan mayor vitalidad y dinamismo que el resto.

Y los encuentros continuaron. En otro momento, padre amoroso que acompañaba a su hija en una gira por el interior del estado, mientras representaban una obra con el grupo teatral al que entonces pertenecía, aguardaba tras bambalinas el final de una función en Chapala, Jalisco, y descubrí que por todo el recinto (en el Museo Arqueológico Regional) había esculturas de Miguel Miramontes. Ahora que repaso la memoria fotográfica que por no sé qué azares del destino alcancé a reproducir, me asalta la duda de que algunas de las piezas no son de su autoría. De algunas de ellas sí tengo la certeza de que lo son; de otras (no registré absolutamente nada sobre la exposición, solo puedo extraer algunos datos escuetos que se registraron en las fotografías) pido disculpas al artista si la obra es suya y se la atribuyo a Miramontes.

Miramontes

Renació el interés por concretar la entrevista. Pero demasiado tarde, porque hace unas semanas se difundió la noticia de su fallecimiento. Así que solo puedo dedicarle estas líneas y la muestra de las fotos que he tomado de sus obras. Miramontes descansa en paz, pero su obra perdura.



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